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Mostrando entradas de agosto, 2022

La maravillosa vida breve de Óscar Wao, Junot Díaz

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"Permítanme asegurarles, Verdaderos Creyentes: en los anales de la piedad dominicana nunca ha existido un rezo como aquel. Los rosarios cableaban por los dedos de La Inca como sedal volando en manos de un pescador. Y antes de que se pudiera decir ¡Santo! ¡Santo! tenía a su alrededor una multitud de mujeres, jóvenes y viejas, fieras y mansas, serias y alegres, incluso las que antes habían chismoseado sobre la muchacha y la habían llamado puta. Llegaron sin invitación y se sumaron a la plegaria sin siquiera un murmullo. Dorca estaba allí, y la esposa del dentista, y muchas, muchas más. Enseguida el lugar se llenó de fieles y pulsaba con un espíritu tan denso que se rumoreó que el mismo Diablo tubo que evitar el Sur durante meses. La Inca no se dio ni cuenta. Un huracán podía haberse llevado la cuidad entera y no habría roto su concentración. Su cara veteada, su cuello nervudo, la sangre que rugía en sus oídos. Estaba demasiado perdida, demasiado entregada a la tarea de extraer a la ...

La ruta infinita, José Calvo Poyato

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"El domingo día 20, después de oír misa en la iglesia de San Jorge, la escuadra se preparó para partir. Eran poco más de las diez cuando fue disparada una bombarda desde la Trinidad. Ese disparo anunciaba la partida. —¡En el nombre de Dios, largad velas! —ordenó Magallanes desde la toldilla. Las tripulaciones largaron rápidamente el velamen: la suave brisa que corría fue suficiente para henchirlo. La armada iniciaba su marcha en medio de los gritos de la muchedumbre de sanluqueños que, como había ocurrido semanas antes en Sevilla, avisados de la partida delos barcos, acudieron para contemplar su salida. Era un espectáculo verlos —luciendo el velamen donde resaltaban sus rojas cruces —abandonar Guadalquivir uno tras otro, buscando superar la barra. Les abría paso, a bordo de un pequeño bote, un práctico conocedor de los escollos formados por la concentración de aluviones. Las cuatro naos y la carabela salieron, sin problemas, a mar abierta para surcar las aguas del Atlántico "...

Yo maté a Kennedy, Manuel Vázquez Montalbán

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"En la corte de los Kennedy coexisten eunucos dálmatas-acojonados en las arenas de Long Island-, caleseros de Nanterre, cocineros suizos (excelentes), un embajador soviético, pom pom girls de California, viudas de cinco guerras mundiales, dos objetores de conciencia australianos, un campeón mundial de ping-pong que ha traído su mesa predilecta, tres camiseros maricas que duermen en habitaciones separadas, un gaucho disecado regularmente por Ted (precoz taxidermista desde que Rose le regaló un equipo completo el dia de su comunión), un pelotari vasco cejijunto, media docena de cantantes suaves como un batido de vainilla, dos viejos marinos enamorados de dos gordísimas sirenas de Siracusa, diez defensores de derechos civiles con sus correspondientes defendidos, un sheriff malo, dos sheriffs buenos, un batería de jazz tuberculoso que se masturba en los retretes del todo Boston, un agricultor abisal especializado en injertos de alga Rosalind, un capador de polillas, un poeta concreto ...