La maravillosa vida breve de Óscar Wao, Junot Díaz
"Permítanme asegurarles, Verdaderos Creyentes: en los anales de la piedad dominicana nunca ha existido un rezo como aquel. Los rosarios cableaban por los dedos de La Inca como sedal volando en manos de un pescador. Y antes de que se pudiera decir ¡Santo! ¡Santo! tenía a su alrededor una multitud de mujeres, jóvenes y viejas, fieras y mansas, serias y alegres, incluso las que antes habían chismoseado sobre la muchacha y la habían llamado puta. Llegaron sin invitación y se sumaron a la plegaria sin siquiera un murmullo. Dorca estaba allí, y la esposa del dentista, y muchas, muchas más. Enseguida el lugar se llenó de fieles y pulsaba con un espíritu tan denso que se rumoreó que el mismo Diablo tubo que evitar el Sur durante meses. La Inca no se dio ni cuenta. Un huracán podía haberse llevado la cuidad entera y no habría roto su concentración. Su cara veteada, su cuello nervudo, la sangre que rugía en sus oídos. Estaba demasiado perdida, demasiado entregada a la tarea de extraer a la ...