La ruta infinita, José Calvo Poyato

"El domingo día 20, después de oír misa en la iglesia de San Jorge, la escuadra se preparó para partir. Eran poco más de las diez cuando fue disparada una bombarda desde la Trinidad. Ese disparo anunciaba la partida.
—¡En el nombre de Dios, largad velas!—ordenó Magallanes desde la toldilla.
Las tripulaciones largaron rápidamente el velamen: la suave brisa que corría fue suficiente para henchirlo. La armada iniciaba su marcha en medio de los gritos de la muchedumbre de sanluqueños que, como había ocurrido semanas antes en Sevilla, avisados de la partida delos barcos, acudieron para contemplar su salida. Era un espectáculo verlos—luciendo el velamen donde resaltaban sus rojas cruces—abandonar Guadalquivir uno tras otro, buscando superar la barra. Les abría paso, a bordo de un pequeño bote, un práctico conocedor de los escollos formados por la concentración de aluviones. Las cuatro naos y la carabela salieron, sin problemas, a mar abierta para surcar las aguas del Atlántico"    La ruta infinita.



He aquí una de las mejores lecturas que he tenido el placer de realizar este año. Un ejemplo de novela histórica tan bien narrada, con ritmo trepidante y un lenguaje claro y conciso, que ha hecho las delicias de mi estancia veraniega en la playa. Un acontecimiento histórico pilar de la historia española, el cual se cumplen nada menos que quinientos años. Una gesta que cambio la historia para siempre, aumentando el poderío de un imperio donde jamás se ponía en sol, solo comparable con la expedición de Colón. Señoras y señores, sin más preámbulos esto es: La ruta infinita de José Calvo Poyato.

Pero antes, hay que hablar de que momento histórico sirve de base para la novela. En el año de nuestro señor de 1519, partían desde Sanlucar de Barrameda cinco navíos en busca de una nueva ruta para ir a las islas de las Especias, favoreciendo el comercia español. Tamaña empresa fue orquestada y mandada por el portugués Fernando de Magallanes. Tras varias vicisitudes, tres años después, volvieron a España un solo barco y dieciocho hombres al borde de la muerte, capitaneados por el español Juan Sebastían Elcano. No solo habían conseguido una ruta alternativa, si no que dieron, sin pretenderlo, la primera vuelta al mundo. Esta es a grosso modo la historia que fue, y que Calvo Poyato narra también. AVISO DE POSIBLES SPOILERS.

Los imponentes navíos rumbo a la posteridad.


El protagonista principal, como no, es Fernando de Magallanes. Este prohombre caído en desgracia por la corte portuguesa, antaño navegante y explorador, decide emprender una expedición para alcanzar una ruta nueva para ir a la Especiería. Dado que su corte no le presta ayuda, decide pasar al reino colindante, es decir, España. Con la ayuda del mejor cosmografo que hay, Ruy Faleiro, un hombre de extraordinario talento, pero moral un tanto cuestionable. Los dos prepararan la ruta que les llevara hasta las islas. Pero, entre ellos comenzarán a surgir roces, dado el antagonismo de personalidades. En España corren tiempos convulsos, don Fernando el católico, rey de Aragón muere y su hija Juana, la malograda reina loca, queda incapacita y el reino cae en los jovenes hombros de su hijo Carlos, nacido en Flandes. Así, un rey que apenas conoce el idioma, llega y unifica los reinos. En ese ambiente de cambio, y desprecio hacia los extranjeros, llega Magallanes a Sevilla, para financiar la expedición. Con la ayuda del hombre de negocios Cristóbal de Haro y Juan Rodriguez de Fonseca, obispo y presidente dela Casa de las Indias, tendrá la atención y el favor del rey. Durante los preparativos, varios atentados intentarán arruinar la expedición. 

Fernando de Magallanes (1480-1521)


Tras varios contratiempos, al fin, los navíos se pusieron en marcha. La nao capitanía Trinidad, al mando de Magallanes, la San Antonio al mando de Juan de Cartagena, veedor de la expedición y segundo al mando, y Concepción, Victoria  y Santiago, al mando de Gaspar de Quesada, Luis de Mendoza y Juan Serrano respectivamente. En la expedición iba un italiano Antonio Pigaffeta, quien escribiría una crónica del viaje y Juan Sebastián Elcano, un navegante de gran carisma y prestigio.

Magallanes es descrito por el autor como un hombre de fuerte carácter, gran convicción y un defensor acérrimo de su expedición, cosa que hará que se enfrente a cualquiera que ose poner algún pero a sus decisiones. En ocasiones sale una vena despota, en calidad de Capitán general, no tolerará oposición alguna a sus ordenes, cosa que lo enemistará con algunos de los capitanes, sobre todo con Juan de Cartagena, quién, como supervisor de la expedición por orden real, intentará cuestionar las decisiones del capitán. A lo largo de la novela se muestra el patente desprecio, tan común en aquella época, entre personas por su lugar de nacimiento. La mutua desconfianza entre españoles y portugueses esta fomentada por la rivalidad entre las dos naciones por ver quien controlaba más el comercio entre las Indias y Europa. Magallanes, que solo buscaba el afán de ampliar los horizontes, tiene que sortear los odios y desprecios de aquellos que lo ven como un advenedizo, ávido de poder y gloria, y altamente sospechoso de ser un posible espía al servicio de la corte lusa.

El viaje no será de placer, pues estará salpicado de inconvenientes y dificultades. Tormentas, enfermedades, y las decisiones de Magallanes que no tienen discusión, llevarán a un motín que hará peligrar el viaje. Tras varios meses de viaje, en el cual las esperanzas parece que se desvanecen con el ardiente sol, conseguirán encontrar el paso. Pero, desgraciadamente, Magallanes encontrará la muerte a manos de unos isleños que lo asesinarán. Mermados y sin capitán, deciden poner al mando a Juan Sebastían Elcano, quién acabará terminando la expedición, consiguiendo traer una nave, de las cinco que partieron.

Elcano se nos es presentado como un hombre serio, de pocas palabras, bravo y aguerrido marino, que goza de una gran autoridad e influencia en los hombres. Se nos lo presenta como el único capaz de lograr entender a Magallanes y él que puede hacer cambiar de opinión al terco Capitán general luso en sus decisiones. Elcano tuvo el honor de ser un protagonista sin pretenderlo de una proeza que cambio la historia. 

Juan Sebastián Elcano (1486-1526)

La novela se puede dividir en dos partes bastante diferenciadas. La idea y preparación del viaje, y el viaje en si y su resolución. En la primera parte podemos sentir que somos trasportados al Portugal de la época, caminar por sus calles de la mano de Magallanes y también de la España de Carlos I. Un tiempo convulso que forjó los destinos de una nación que empezaba a nacer. Vemos las ilusiones, los miedos, los amores de Magallanes, quien puso todo su empeño, su cuerpo y su alma para levantar una empresa que le otorgaría eterna fama. Preciosos son los momentos narrados del amor, noviazgo, casamiento y paternidad de Magallanes con Beatriz de Barbosa, llena de palabras tiernas y cálidos encuentros entre las sábanas. La tensión de que la empresa pudiera quedar en un simple proyecto, a causa de los problemas burocráticos, los chantajes y los intentos de sabotaje, dan al relato una cierta tensión que solo puede ser liberada al seguir leyendo.

Y luego esta el viaje. Aquí he de decir que la lectura de la novela fue en la playa. Yo, sentado sobre mi toalla, al resguardo de la sombrilla, acompañaba la lectura con el sueva rumor del oleaje, cosa que me convertía en un marino más. El sofocante sol inclemente, la angustia de que no sople el viento, las enfermedades, el hambre apretando los estómagos, el horror ante la terrible tormenta, pero también las alegrías por el buen rumbo, la suma felicidad ante la visión de una isla, llena de provisiones y exóticos habitantes. Todo ello esta tan bien narrado, es tal la capacidad que tiene el autor de transportarte a la cubierta de los barcos, las playas de las islas o al camarote del propio Magallanes.

Aquí hay que hablar de la narración de Calvo Poyato. Se nota que el autor se ha documentado muy bien y ha sido capaz de rellenar los huecos que la historia deja, con el oficio del novelista, porque hay radica la genialidad de los novelistas del género histórico. Son capaces de narrar una historia real, otorgándoles un ritmo y un lenguaje que hace que el hecho histórico resulte atractivo, aún más si cabe, con sus estilos, dando voz a los personajes reales, haciéndolos más accesibles y cercanos. Calvo Poyato trata el relato con la dignidad acorde de tamaña gesta, pero no lo hace tedioso o excesivamente elevado, si no que todo lo envuelve en un tono ligero, ameno y sobretodo entretenido. Humaniza a los personajes, los extrae del libro de historia y los vuelve como fueron, seres vivientes, que sufren, que padecen, que llorar, que rien y que mueren. 

La ruta infinita es una lectura apasionante. José Calvo Poyato ha trazado un relato digno acorde a la proeza iniciada por Fernando de Magallanes y concluida por Juan Sebastián Elcano. Una novela histórica magníficamente escrita, lenguaje ágil y conciso, trama viva y personajes a los que se les coges cariño. Una lectura obligada para los amantes del género, pero también para aquellos que disfruten de relatos llenos de intrigas, aventuras en alta mar y contratiempos. Hay una continuación, esta vez centrada en Elcano, a la cuál no tardaré en hincarle el diente. ¡Levar anclas y largar velas, nos vemos en la siguiente reseña!


José Calvo Poyato (1951-) 

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