Tatuaje, Manuel Vázquez Montalbán
"Carvalho comía con ese entusiasmo inmutable que caracteriza a los gourmets eficaces y poco dramáticos. Su imaginación rugía pero sus labios o su rostro, no tenían otro movimiento que el reflejo de la lenta masticación de lo que comía. Carvalho contenía sus emociones íntimas en parte porque los goces solitarios siempre le habían parecido instrasferibles. Uno puede convertir en espectáculo un goce compartido, jamás un goce solitario. Había otro motivo. Una excesiva exteriorización de la alegría de comer guarda una relación directa con la propina que has de dar. Un camarero es un fino analista psicológico y en cuanto descubre en tus ojos el éxtasis se te acerca, te pide de viva voz que se lo confirmes y te mira los bolsillos del alma y del cuerpo con una complicidad de compañero de goce que para él no será orgasmo hasta que le dejes un quince por ciento de la nota en concepto de propina." Tatuaje. Con esta novela, Vázquez Montalbán comienza una crónica oscura sentimental de una...