El color prohibido, Yukio Mishima

"Shunsuké Hinoki llevaba a cabo una selección rigurosa de sus sentimientos, y se percibía en ellos la marca de la elección que había hecho entre lo que le parecía bueno y lo que le parecía malo. Eso era lo que le había permitido crear un arte curioso, en el mejor de los casos estéticos, en el peor ético, pero sin ninguna duda desde el principio había renunciado al difícil cruce entre la belleza y la ética." El color Prohibido.

 Mi relación con la obra de Yukio Mishima comenzó hace tiempo, cuando leí su novela más famosa, Confesiones de una máscara, donde valiéndose de su propia experiencia biográfica cuenta como en una sociedad cerrada, los que son diferentes deben ocultarse tras una máscara. Al momento fue un flechazo, un amor a primera lectura. La siguiente novela no hizo más que aumentar mi amor por la obra del japonés, El marino que perdió la gracia del mar, uno de los títulos más bellos que yo haya leído (junto con Olas en una roca desierta de mi, tambien amado, Terenci Moix), una historia de amor intensa entre un marino que se debate entre la mujer amada y el amado mar y una viuda solitaria fascinada por el silencioso marino. Todo visto por el hijo de esta, que vera con malos ojos la intrusión del hombre en su hogar.

Otras lecturas de Mishima confirmaron que estaba ante uno de los mejores autores, no solo japoneses, si no universales. Si no hubiera sido por su televisado y espectacular suicidio ritual, quién sabe si le hubieran concedido el Nobel. Una de las cosas que más me fascina de Mishima es la gran dualidad que anidaba en su interior. Por un lado estaba Mishima hombre, lleno de represión por su condición de homosexual, fascinado por la muerte acompañada de bellos cuerpos masculinos y una radicalización política bañada en un exacerbado patriotismo samurai. Y por otro lado esta Mishima escritor, dueño de una sensibilidad pasmosa, unas frases poéticas llenas de una belleza maravillosa. Relator de historias de amor imposibles, torturadas, pero repletas de amor.


El color prohibido publicado entre los años 1951 y 1953 tiene la particularidad de que, aunque sea una obra primeriza de su autor, fue publicada después de unas buenas muestras de maestría literaria. Cuando un autor es brillante siempre se le pide que lo sea en todas sus obras, pero eso es imposible. No digo que la novela no sea brillante, ni mucho menos, pero es cierto que se aleja de la brillantez de sus anteriores novelas. Mishima entreteje una historia macabra de fascinación por la belleza, pero se pierde en larguísimas disquisiciones, ralentizando la trama. A veces da la sensación de que el argumento es una mera escusa para tratar un largo ensayo sobre la belleza, la homosexualidad y la posición del artista.

Shunsuké un escritor anciano, lleno de achaques, acomplejado y con un profundo odio hacia las mujeres, conoce un día a Yuichi, un bello joven que hacen tambalear el espíritu del escritor. Cuando Shunsuké descubre que Yuichi es homosexual, concibe un macabro juego donde valiéndose del joven, intentará hacer el mayor daño posible a las mujeres.Esta es la premisa básica de la novela. Todo lo demás versa en las reflexiones del autor hacia los temas de los que trata la novela.

Por momentos parece que Mishima describe a los homosexuales como promiscuos irremediables, donde proliferan las relaciones esporádicas de una noche. A veces el tono se vuelve condescendiente hacia "el gremio", término usado hacia la comunidad gay japonesa. Numerosos extranjeros viajan a Japón para mantener relaciones con hermosos jóvenes díscolos. Cierto es que en la hermética y formal sociedad japonesa la  homosexualidad, aun en dia de hoy, está mal vista, incluso llega a ser considerada inmoral. Este es otro tema para otro tipo de blogs, yo me centraré en la novela y da la sensación que Mishima intenta distanciarse de su condición sexual y describirla desde el prisma de la "normalidad". Esto es solo mi opinion y puedo estar equivocado.

Los personajes están muy bien construidos, en eso Mishima es un maestro, dando personalidades poliédricas, con múltiples matices y claroscuros. Almas que se ven arrastradas por los vientos huracanados de los sentimientos humanos. Shunsuké, en su papel de marionetista, evoluciona desde un principio temperamento arrogante y cínico, hasta caer rendido de aquello que detestaba, una tremenda fascinación por su joven marioneta. Yuichi, frio como el hielo, se debate entre su posición elevada de fuerza incontrolable de atracción y su tremendo desprecio por la fealdad. Yuichi desprende una fascinacion maligna, una amoralidad atrayente que nos doblega. Otros personajes, como moscas atraídas por la luces, pululan alrededor del juego del escritor y el pupilo.Yasuko, joven esposa de Yuichi, ejerce bien su rol de esposa sufrida, el matrimonio Kaburagi, aristócratas venidos a menos y con secretos ocultos, la enferma madre de Yuichi y Kyoko otro elemento del juego de Shunsuké. A pesar del tono hacia los gays, se describe con minuciosidad el ambiente gay de postguerra, donde se muestra como son obligados a ocultarse en bares de mala muerte en los que poder mostrarse como son. 

La novela destila sensualidad. Los momentos de intimidad son relatados con un lenguaje lleno de sensaciones corporales. Se pueden sentir el calor de un cuerpo tenso por la excitación, el tacto de la piel rozada con las llemas de los dedos, el aroma de sexo furtivo y clandestino. Como su protagonista es un escritor, Mishima da una pequeña lección del oficio de escribir. Mishima reflexiona sobre como el novelista debe enfrentarse a la interpretación de la belleza a través de las palabras. Como y cual tiene que ser el papel del novelista; un simple relator que traslada todo al papel o un buzo que se zambulle de lleno y es capaz de absorber y canalizar en si mismo todo lo que luego escribirá. El ritmo de la novela puede ser por momentos lento, pero aun asi se disfruta con deleite gracias a la escritura de Mishima, por eso no la recomendaría para iniciarse en el autor japonés.  

Estamos ante una novela excepcional, con unos personajes magistrales, escrita por un autor joven, veinticinco años tenía, lleno de una pedantería juvenil, pero aún así magnifica.                                           

 Yukio Mishima (1925-1970)

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