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Mostrando entradas de marzo, 2022

Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Robert Louis Stevenson

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"He observado que cuando portaba la figura de Edward Hyde, nadie podía acercarse a mí sin que se estremecieran sus carnes. Pienso que ello se debe a que todos los seres humanos, tal como los conocemos, son una mezcla de bien y de mal: y Edward Hyde, único en todo el ámbito del género humano, era mal puro".                                                                                               El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde . ¡Pasen y vean el horroroso espectáculo de la Parada de los monstruos! Atrévanse a contemplar los peores fenómenos de la naturaleza. Criaturas tan terroríficas que helarán vuestra sangre...ejem, pongamos un poco de cordura. La novela gótica del siglo XIX nos ha regalado una galería de seres malignos y horribles, que hacían palidecer a los lectores en las noches de lluvia al calor de la hoguera. El monje Ambrosio, el monstruo de Frankestein, el fantasma de la opera, el jinete sin cabeza, los seres diabólicos de  los cuentos de Poe , el C

El Dragón Rojo, Thomas Harris

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"Dolarhyde sintió que Lecter sabía lo irreales que eran las personas que morían para ayudarle a uno en estas cosas, que comprendía que no era carne si no aire y color y rápidos sonidos que velozmente se silenciaban cuando uno les transformaba, como globos de color que estallan, más importantes por la transformación, más importantes que las vidas por las que se arrastraban, suplicando. Dolarhyde soportaba los gritos de sus víctimas como un escultor el polvo de la piedra que trabaja. Lecter era capaz de comprender que la sangre y el aliento eran únicamente elementos que experimentaban una transformación para alimentar su resplandor, del mismo modo que la combustión es la fuente de luz".  El Dragón Rojo. ¿Qué tendrá el mal que nos atraiga tanto? Esa aura maligna que nos arrastra y fascina, como la llama a la polilla. Ese morbo de asomarnos al abismo. Y cuán peligroso puede resultar hacerlo.  El escritor estadounidense Thomas Harris rompió uno de los sellos del apocalipsis al eng

Meridiano de sangre, Cormac McCarthy

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"Con la oscuridad, un solo individuo se levantó portentosamente de entre los recién asesinados y se escabulló al claro de luna. El sitio en donde había yacido estaba empapado de sangre y de orina de las vejigas vaciadas de los animales y anduvo sucio como estaba y hediendo cual pestilente progenie de la hembra encarnada de la guerra misma. Los salvajes estaban agrupados en terreno alto y se podía ver la luz de sus fogatas y oír sus extraños y lastimeros cánticos allá donde se habían instalado para asar las mulas. Se abrió camino entre hombres pálidos y tullidos, entre los espatarrados caballos, y tras orientarse por las estrellas se encaminó hacia el sur. La noche tomaba un millar de formas en los matorrales y él iba con la vista fija en el suelo que pisaba. Estrellas y luna menguante hacían de sus devaneos una sombra tenue en la oscuridad del desierto y los lobos aullaban en lo alto de la sierra dirigiéndose al norte, hacia la matanza".   Meridiano de sangre.  La obra de Cor

Crónica marcianas, Ray Bradbury

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No estaría bien hacer ruido, en esa primera noche de Marte, introducir un aparato extraño, brillante y tonto como una estufa. Sería una suerte de blasfemia importada. Ya habría tiempo para eso; ya habría tiempo para tirar latas de leche condensada a los nobles canales marcianos; ya habría tiempo para que las hojas del New York Times volaran arrastrándose por los solitarios y grises fondos de los mares de Marte; ya habría tiempo para dejar pieles de plátano y papeles grasientos en las estriadas, delicadas ruinas de las ciudades de este antiguo valle. Habría tiempo de sobra para eso. Y Spender se estremeció por dentro al pensarlo.                       "Aunque siga brillando la luna". Noche tras noche, año tras año, la mujer, sin ningún motivo, sale de casa y mira largamente al cielo con las manos en alto, mira la Tierra, la luz verde y brillante, sin saber por qué mira, y después entra y echa al fuego un trozo de leña, y el viento sigue soplando y el mar muerto sigue muerto.