Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Robert Louis Stevenson
La novela gótica del siglo XIX nos ha regalado una galería de seres malignos y horribles, que hacían palidecer a los lectores en las noches de lluvia al calor de la hoguera. El monje Ambrosio, el monstruo de Frankestein, el fantasma de la opera, el jinete sin cabeza, los seres diabólicos de los cuentos de Poe, el Conde Drácula y un largo etc.
Pues el horrendo monstruo del que voy a hablar viene por partida doble. Un ser partido por dos que encarna de forma magistral la dualidad del ser humano, las dos mitades que conviven en todos nosotros y que muchos intentan ocultar, mostrando siempre la cara buena y tapando la mala. Señoras y señores les presento: El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson. ALERTA DE POSIBLES SPOILERS.
Dos amigos preocupados por su amigo, el doctor Henry Jekill y a raíz de una conversación, se desencadenan una serie de extraños sucesos relacionados con el cambio de actitud de su amigo y la relación malsana que este mantiene con un ser misterioso: Edward Hyde.
Como una buena novela del XIX, y una grandísima novela de terror, Stevenson usa varios narradores. Alternando entre el narrador omnisciente y el narrador en primera persona, a través de documentos escritos por distintos personajes. Esto, como era constumbre, hacia el relato más verosímil, dando una falsa sensación de que lo que se estaba narrando había ocurrido en la vida real. Para mantener la tensión bien en alto, vamos conociendo los acontecimientos poco a poco, generando una sensación de angustia por rellenar los huecos de la historia, que va aumentando en un crescendo de vértigo, hasta culminar en un largo monologo del protagonista donde, por sus propias palabras escritas, conocemos el origen y el fatal desenlace de su historia.
Robert Louis Stevenson nos presenta a dos personajes contrapuestos, distintos, diferentes, pero que son parte de un mismo todo, los dos unidos sin posibilidad de separación. Pues el doctor Jekill y el señor Hyde son dos personalidades que viven en un mismo cuerpo. Como era también constumbre en la novela decimonónica, la ciencia, que empezaba a ocupar un lugar relevante en la sociedad por sus asombrosos avances, el autor toma los elementos de el científico atormentado que busca la solución al eterno debate del bien y del mal a través de una poción de su invención y la prueba en si mismo. Así el brillante y bienintencionado científico acaba desdoblando su personalidad, sacando a la luz su "lado oscuro". Según la teoría del doctor, todos albergamos dos mitades, una blanca y otra oscura, una noble y otra malvada. Y es con su pócima hará que estas se separen rompiendo las cadenas que las atan. Y así surge el señor Hyde, la contraparte maligna de Jekyll. Un ser que deforma su apariencia, volviéndola grotesca, y siniestra, con rasgos simiescos. Envuelto en un enorme gabán y armado con un bastón, recorrerá las calles oscuras de la city londinense, llevando todo tipo de tropelías y maldades.
La doble personalidad siempre ha sido un tema muy interesante en la literatura. Casos como la novela de Stevenson, El retrato de Dorian Gray de Óscar Wilde o El doble de Fiódor Dostoievski son claros ejemplos. Stevenson aquí habla de como muchas veces tenemos una cara que ofrecemos a la sociedad, una especie de máscara de corrección que usamos para ocultar la otra cara, una que si la mostraramos espantaría a quien la viera. La represión de una personalidad desinhibida, sin ataduras, una que nos apartaría de una sociedad recta y ejemplar, donde debemos guardar las formas. Stevenson fabula sobre como la moralidad (falsa) victoriana mostraba a unos caballeros respetables o damas ejemplares mostrando una cara de puertas para afuera, pero cuando pueden, al amparo de la noche, dan rienda suelta a sus oscuros deseos. La típica imagen del digno hombre que el sábado se acuesta con prostitutas y el domingo toma la comunión junto a su esposa y sus hijos.
También se nos muestra el viejo tropo literario del doppelgänger. Ese siniestro "doble" que nos atormenta. Un ser surgido de nuestra misma esencia, pero portando todas las cualidades malvadas que nosotros no tenemos. Es como mirarse a un espejo de la feria, que nos devuelve una imagen deformada de nosotros mismo.
Robert Louis Stevenson lego a la literatura historias que aún hoy en día siguen haciendo las delicias de generaciones de lectores. Para mi, es uno de esos autores que sirven para iniciarse en la mística religión de la letra impresa, pues sus obras, en apariencia para un publico juvenil, son pequeñas joyas que nos llevan a lugares de ensueño. Es de esos primeros grandes autores que abren el apetito literario, junto a Dumas padre, Verne, Doyle o Kipling. La isla del tesoro, una de las grandes historias de aventuras, cuya lectura viene acompañada del recuerdo del verano en el que la leí, y El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde, han sidos dos lecturas maravillosas. Pues con los clásicos es siempre una apuesta segura. Y si encima son narradas por Tositala mejor que mejor. Una lectura terrorífica, con un misterio bien hilado y unos personajes inolvidables. En una palabra: maravilloso.
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