El sol de Brenda, Arturo Pérez-Reverte
La saga del Capitán Alatriste es una de las mejores creaciones del gran contador de historias que es Arturo Pérez-Reverte y uno de mis autores favoritos. Las aventuras del veterano soldado del tercio viejo de Cartagena, que malvive vendiendo su espada al mejor bolsillo en el Madrid de los Austrias, son un absoluto deleite. Narradas por su pupilo Íñigo Balboa, los lances de espada, las intrigas palaciegas, los amoríos en las tablas de comedias y esa vieja España del Siglo de Oro son una fuente inagotable de aventuras que no dejan de sorprender a quien las lee.
Con carismáticos personajes como Caridad la Lebrijana, los paisanos de la Taberna del Turco y compañeros de espadas del capitán, el Conde de Guadalmedina, aristócrata y confidente del capitán y personajes reales como don Francisco de Quevedo, gran poeta y mejor espadachín. Y unos grandes villanos que intentarán llevar a cabo sus malévolos planes: Angélica de Alquézar, el cruel y caprichoso interés amoroso de Íñigo, que le hará la vida imposible; su padre Luis de Alquézar, taimado e intrigante secretario real; Gualterio Malatesta un peligroso y traicionero espadachín y el rival del capitán y el siniestro y oscuro Fray Emilio Bocanegra, malvado presidente del Santo Oficio.
Estos y otro personajes orbitan sobre la pareja de protagonistas. Íñigo Balboa, joven compañero y fiel discípulo de su amo, el cual acompaña en todas sus aventuras y vamos contemplando su crecer y evolución de mozalbete impetuoso y rebelde a un juicioso joven adulto. En una presumible vejez, con la tranquilidad que da la seguridad del tiempo pasado, Balboa nos narra todas las aventuras, salpicando con frases y poemas dando muestra de la gran erudición que ha ido acumulando con el correr de los años.
Diego Alatriste y Tenorio, es una de las mejores creaciones de la literatura española y mundial. Con su sombrero de ala ancha, su afilada espada, su duro mostacho y sus pocas palabras, son tremendamente atrayentes. Estoico, parco en palabras, fiel, aguerrido y diestro con la espada. El mejor héroe de la ficción española.
Los libros del Capitán Alatriste son una forma perfecta de acercarse a esa apasionante época de nuestra historia. La España del rey planeta, con sus grandes escritores y pintores, con el omnipresente Conde-Duque administrando los reinos desde la corte. Aquel Madrid de los grandes palacios, de callejuelas oscuras donde vuelan las cuchilladas, son el escenario perfecto para algunas de sus aventuras, pero no será el único.
Tras leer los dos primeros libros de la serie El Capitán Alatriste y Limpieza de sangre, hoy toca hablar del tercero de ellos, el cual habla de uno de los acontecimientos más importantes de la historia española y de sus protagonistas: La guerra de Flandes y los tercios.
El sol de Breda, nos cuenta los sucesos de los que será testigo Íñigo de la toma de la ciudad holandesa de Breda por parte de los tercios españoles, al mando del general genovés Ambrosio Spinola. Este acontecimiento fue crucial para la campaña de las guerras de Flandes, aumentando el poderío de la monarquía hispánica.
Íñigo Balboa, ejerce de mochilero de su amo en el tercio viejo de Cartagena. Los rigores de la guerra, las escaramuzas, el pillaje, las necesidades, los motines, serán el pan nuestro de cada día que harán que nuestro joven narrador, tenga que madurar a la fuerza a base de pólvora, sudor y sangre.
La novela se mueve al tiempo de la guerra. Es pausado en los tensos intermedios de tregua y desaforado en las escaramuzas. La narración del protagonista es tan inmersiva que parece que estamos allí. Somos un soldado más, soportando el hereje sol de Flandes, la falta de alimento, la impaciencia ante la siguiente batalla, la camadarería de los soldados y el dolor de las heridas abiertas.
Todo el relato es un homenaje a los Tercios. Esta unidad de élite española fue el azote de los enemigos del Imperio Español. Comparados con las falanges de Alejandro o las legiones romanas, los Tercios formaban una unidad de combate fiera, brutal y eficiente. Con las largas picas que cortaban el cielo, el fuego de los arcabuces y la sanguinaria violencia de las espadas y las dagas, hicieron trizas a aquellos que pensaran desafiar el poder de su católica majestad. Hombres aguerridos, viejos soldados cuyos cuerpos supuran honor y valentía, disciplinados en el combate pero inmisericordes si no reciben la paga. Capaces de amotinarse y apaciguarse al mismo tiempo.
A través de su narrador protagonista, Pérez-Reverte también hace un alegato en contra de aquellos que ordenan y mandan desde las comodidades y placeres de los palacios, mientras los pobres hidalgos sin nada que perder se dejan piel, sangre y sudor en los campos de batalla, para que la gloria se la lleven otros.
Hablando con sinceridad no es de las novelas más trepidantes de la saga del capitán Alatriste, pero si es una delicia como relato sobre los pormenores de la guerra de Flandes y la toma de Breda. También se nos narra cómo Balboa, como testigo principal del hecho, le contó lo sucedido a cierto personaje que inmortalizó el suceso histórico para la posteridad. Leedlo y lo descubriréis. En fin Pérez-Reverte es lectura magnífica y no defrauda. Y como colofón diré que es magistral el manejo del viejo castellano, lírico las más veces, duro otras, primordial y eterno siempre. Una maravilla.
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