La tentación del Caudillo, Juan Eslava Galán

"Se apea solemne el salvador de España, apoyando en tierra primero el pie derecho, como tiene por costumbre. Para esta ocasión, el Caudillo viste más modestamente que los edecanes que lo acompañan, un uniforme sencillo y su inseparable gorrillo cuartelero.
Entumecido por el viaje, apoya las manos en los riñones y distiende el espinazo mientras aspira el aire helado, sano, de la sierra.
El lugar lo reconforta: pinos, montes, viento saludable y limpio, el corazón palpitante y sano de la Nueva España. Un águila vuela alto, aunque también pudiera ser un buitre o un quebrantahuesos que hubiera descubierto una carroña.
No, dejémoslo en águila, el símbolo nacional".
La tentación del Caudillo.



Vuelve a esta su casa el escritor que mejor cuenta la historia, con su magistral mezcla de erudición, entretenimiento y gracejo. Nunca antes la historia y sobre todo la historia española fue tan entretenida cuando la narra don Juan Eslava Galán. Esta vez vuelve pero no con uno de sus episodios históricos contados para escépticos, si no que con una novela extraordinaria donde relata uno de los episodios más trascendentales de nuestra historia. O quizá no. Con sumo gusto os presento: La tentación del Caudillo de Juan Eslava Galán.

Año 1939, en España empieza amanecer al paso alegre de la paz y los vencedores están preparando el fastuoso desfile de la victoria que encumbre al Caudillo invicto al panteón de los grandes héroes españoles. Con ese desfile, al pie de un imponente arco triunfal y Franco honrado con la más alta distinción del ejercito, la Cruz laureada de San Fernando (que solo podía ser otorgada por el rey o en este caso por el Jefe del Estado, o sea, el mismo Franco), y el acto en la catedral de Santa Bárbara, donde el Caudillo fue ungido como los antiguos reyes en una ceremonia medieval, el nuevo régimen comenzó a crear la figura cuasi mesiánica del invicto Caudillo quien, como enviado por la Divina Providencia para salvar la patria española de las garras del diabólico comunismo en una Santa Cruzada. 

Con la complicidad y el beneplácito de la Santa Madre Iglesia (por parte de su santidad Pio XII), el Caudillo comienza a verse a si mismo, aupado por la propaganda del régimen, como un verdadero enviado de Dios. Por ello surge un personaje clave de la novela, el benedictino fray Justo Pérez Urbel, el cual tendrá la idea de crear un monumento a la sagrada cruzada y a la insigne figura del Caudillo. Tras consultar al nuevo dueño de España y a su Señora, Carmen Polo (la Collares), llegan a la conclusión de que el monumento debe ensalzar el derramamiento de sangre, tanto de los mártires de la cruzada como de los enemigos en un gran lugar de reconciliación. Así surge el proyecto del Valle de los Caídos.

Pero algo falta para completar la imagen del Caudillo como uno de los grandes héroes de España. Fray Justo, conocido medievalista, descubre que una de las joyas de los Austrias, un medallon conocido como El Estanque, se encuentra en paradero desconocido. Se cree que fue robada por el rey José Bonaparte en su huida tras el levantamiento popular de 1812. Por ello propondrá una misión para recuperarlo.

Y el encargado para ello será nuestro protagonista. Francisco Welser López un apuesto legionario con un parecido tremendo a Errol Flynn, que presta sus servicios a la patria como interprete con los mandatarios nazis por sus conocimientos de alemán. Welser se verá envuelto en una serie de aventuras, tanto en París como en Alemania, para recuperarlo, mientras tendrá una serie de romances muy subidos de tono.

La historia se podría dividir en tres partes. Una sería la búsqueda del Estanque, otra los romances tempestuosos entre Welser y sus amantes, sobresaliendo el de la bella y fascinante Mersida y el otro la posible entrada de España en la guerra al lado de Alemania. 

La trama del Estanque es sobradamente divertida. Welser tendrá la inestimable ayuda de un buen conocido de la obra de don Juan. Ese encantador pícaro del Chato Puertas y sus dos avispados compinches, el Burro Mojao y el Engañabaldosas. Las correrías de este pintoresco grupo para servir a la patria en recuperar ese collar de origen divino serán desternillantes. 

Por otro lado los amoríos del guapetón de Welser son deliciosos. Welser es un mujeriego de los que ya no quedan. Un amante vigoroso y complaciente que vive esos encuentros con un triste placer culposo. Lo vemos ejerciendo el noble arte de Venus con la viuda de su hermano, con Begoña una mujer casada y con Úrsula, una bella y prieta teutona viuda (por lo visto hay algún fetiche con las mujeres cuyos maridos han abandonado el edificio). Pero el gran amor de Welser es sin duda el que le provoca Mersida. Está mujer llena de sensualidad y misterio, es una marroquí hija de una vidente que pronóstico la baraka al Caudillo en sus epoca de joven militar en suelo africano. Entre los dos amantes se dará un romance de miradas complices y caricias furtivas.

Pero el tema central en el que vertebran todos los personajes es sin duda la entrada de España en la guerra. Hitler comenzó a pasarse por la Puerta de Brandeburgo los pactos con las demás naciones al volver a reorganizar el ejército alemán e invadiendo por sorpresa Polonia. El ambicioso pintor frustrado comenzó a conquistar países como el que prueba de todos los platos en un buffet, llegando a ensanchar las fronteras alemanas. Tras la caída de París, Hitler se siente dueño del Europa. Pero para ello tiene que ganarle la guerra a Inglaterra. Y para ello necesitará tomar Gibraltar. Y ahí entra España. 

Para el Caudillo entrar en la guerra le serviría para codearse con los señores de Europa lo colocaría en el lugar que le corresponde en la historia. Y además le serviría para recuperar Gibraltar (la gran felonía historia perpetrada por la pérfida Albión) y volver a formar el gran Imperio español con la colonias africanas. Pero claro, la España que propaga la propaganda no se corresponde con la realidad. Un país devastado aud intentaba reconstruirse y el hambre campando a sus anchas, no la hacían una buena compañia de guerra.

Los vaivenes del entorno del Caudillo, con sus generales debatiéndose entre la voluntad del dictador y los sustanciosos sobornos que el gobierno de Churchill les proporciona a través del intrigante empresario Juan March, y los viajes del cuñadísimo Ramón Serrano Suñer, germanófilo convencido para entrevistarse con los alemanes son igualmente divertidos, con escenas donde se muestra las diferencias entre los cuadriculados y marciales teutones y los fiesteros y ruidosos ibéricos. De lo mejor son sin duda son las deliciosas conversaciones nocturnas entre Caudillo y Señora, cada uno acostado en sus respectivas camas, guardando las debidas formas que engendra el santo y católico matrimonio.

La tentación del Caudillo es la mejor muestra de lo buen narrador que es Eslava Galán. Este episodio tan rocambolesco como trascendental solo podía ser narrado con todo el patetismo y lo inverosímil que solo esta historia podía tener por el autor jienense.  En su libro sobre la Segunda Guerra mundial ya lo mencionaba pero de manera sustancial, no contando tantos detalles. Mezclando la novela histórica, el espionaje, el romance erótico y la comedia mordaz, Eslava Galán nos da uno de sus mejores libros. 


Juan Eslava Galán (1947-)

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