La forma del agua, Andrea Camilleri

"Más que una nueva receta para preparar los pulpitos, el invento de la señora Elisa, la esposa del jefe superior de la policía, fue para el paladar de Montalbano una auténtica inspiración divina. Se sirvió por segunda vez un abundante plato y, cuando estaba a punto de terminar, aminoró el ritmo de la masticación para prolongar, aunque fuera por poco tiempo, el placer que el plato le estaba deparando. La señora Elisa lo contemplaba satisfecha: como toda buena cocinera, disfrutaba de la extasiada expresión del rostro de los comensales mientras saboreaban uno de sus platos. Y Montalbano, por la expresividad de su rostro, era uno de sus invitados preferidos. —Gracias, se lo agradezco muy de veras— le dijo el comisario al final, lanzando un suspiro. Los pulpitos habían obrado en parte una especie de milagro; pero sólo en parte, pues, aunque era cierto que ahora Montalbano se sentía en paz con Dios y con los hombres,no lo era menos que seguía sin estar en paz consigo mismo". La for...