Lazarillo de Tormes

"Y ansí me fui para mi amo, que esperándome estaba. Salimos de Salamanca, y, llegando a la puente, está a la entrada della un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el cielo mandome que llegase cerca del animal, y, allí puesto, me dijo:

—Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro dél.

Yo, simplemente, llegué, creyendo ser ansí; y como sintió la cabeza par de la piedra, afirmó recio la la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome:

—Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber que el diablo. 

Y río mucho la burla.

Pareciome que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba. Dije entre mí: "Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer". ". Lázaro de Tormes. 





España puede sentir orgullosa por ser la cuna la novela moderna. Nunca supo el inmortal Miguel de Cervantes la gran revolución que trajo consigo el Ingenioso Hidalgo cuando fue publicada la primera parte del Quijote en el año de Nuestro Señor de 1605. La novela nunca antes volvió a ser la misma siguiendo la estela del flaco Rocinante y el bueno del Rucio, pues alcanzó una cotas de calidad antes vistas cambiando el arte de narrar para siempre. 

Pero mucho antes de las andanzas del Caballero de la Triste Figura hubo una novela que sentó las bases de lo luego mejoraría con maestría Cervantes. Una novela que supuso un auténtico bombazo por su originalidad, creando un género y un personaje únicos, símbolo de la idiosincrasia de lo español. En 1554 España vio nacer al arquetipo del pícaro, que con voz propia retrato la hipocresía y la miseria que se escondía tras el esplendor de la Monarquía Hispánica de los Austrias. Os presento un gran clásico español, el cual he vuelto ha degustar con placer la gran joya del Siglo de Oro que es: La de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades.

La novela de autor desconocido, nos cuenta a través de una extensa misiva escrita por el propio Lázaro a un misterioso Vuestra Merced, en la cual narra su vida desde su nacimiento hasta su momento actual como pregonero al servicio del arcipreste de la iglesia de San Salvador en Toledo. El motivo de la carta es un intento de respuesta por parte de Lázaro de algo llamado "el caso". El cual resulta ser un rumor que corre por Toledo donde se dice que la mujer de Lázaro tiene una relación extramatrimonial con el arcipreste, él cual lo ha contratado para seguir gozando de ella al amparo del casorio, algo muy común en la época. 

Lázaro narra en siete tratados su recorrido vital, comenzado con su nacimiento en la aguas del salmantino río Tormes, cuando su madre fue sorprendida por los dolores del parto, dando a luz allí mismo, por lo cual se ganó el sobrenombre de Lázaro de Tormes. Lázaro refiere que perdió a su padre que fue muerto por ladrón, y su madre se amancebó con un negro el cual le dio un hijo. Su madre agobiada por la pobreza decide ponerlo al servicio de un ciego como criado. 

A partir de aquí vendrán una sucesión de amos, los cuales harán de la vida del desdichado Lázaro un viacrucis de miseria y hambre. El ciego le dará una serie de lecciones que le servirán para fortalecer el carácter, dándose cuenta de su capacidad de subsistir en un mundo hostil y cruel, demostrado que el hambre agudiza el ingenio. 

Madurando al amparo de las crueles dentelladas de una hambruna voraz, Lázaro vera con sus ojos la hipocresía y la ruindad de su época. Tras el ciego vendrá un clérigo el cual casi mata a nuestro protagonista, pues mientras el llena el buche con una gula vergonzante, al pobre Lázaro solo le dará migajas o incluso los huesos. Después vendrá un hidalgo pobre él cual estará más preocupado por mantener las apariencias de su estatus social que de solucionar su misera existencia. Lázaro sentirá un gran cariño por su amo pues a pesar de vivir pobremente es el único que lo trata con respeto; un monje mercedario apegado a los vicios mundanos, el cual le regalará sus primeros zapatos; un buldero del cual Lázaro nos narrará una estafa que prepara con un alguacil para sacarle los dineros a los pobres supersticiosos incautos. Tras esto servirá a un capellán, a un vendedor de panderos y un alguacil, y se hará aguador. 

En el final de su narración nos contará como entró al servicio del arcipreste como pregonero en Toledo, quién lo casará con su criada. Lázaro defiende la honra de su esposa y su matrimonio, sintiéndose orgulloso de su nuevo estatus de hombre honrado y trabajador, él cual tras haber pasado por tanta penuria agradece la estabilidad de una mujer, un hogar, un salario, y que unos rumores de tres al cuarto no van a hacerle desperdiciar la felicidad de la que disfruta. 

El Lazarillo de Tormes supuso una auténtica ruptura de la novela de su tiempo. Mientras en el Siglo de Oro abundaban las novelas pastoriles, bizantinas, de tema morisco y las popular novelas de caballerías, la andanzas del pícaro Lázaro resultaron una bocanada de aire fresco por su estructura innovadora, su protagonista narrador y las críticas cínicas y certeras a la sociedad. 

La narración de Lázaro supuso el nacimiento del gran personaje que es el pícaro. El género picaresco tuvo en su primer representante el modelo donde se miraron todas las siguientes novelas que la precedieron, incluso continuaciones de otros autores de la vida del Lazarillo. Historias narradas por sus propios protagonistas donde cuentas sus andanzas, empezando con sus orígenes míseros y humildes, nacidos en la pobreza más extrema, pasando por sus correrías vitales, con la mente siempre puesta en medrar y alcanzar una buena posición social, huyendo del hambre e intentando sobrevivir a un mundo cruel y hostil, sirviendo a una sucesión de amos, a cada cual más malo que el anterior. El pícaro entró a formar parte del imaginario colectivo como arquitipo del personaje típicamente español, granuja y embustero, más pendiente de su propio beneficio a costa de lo que sea y como sea. 

Ejemplo de novelas que engrandecieron al género son Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán; La vida del Buscón de Francisco de Quevedo  La pícara Justina de Francisco López de Úbeda; La niña de los embustes de Alonso Castillo Solórzano. Incluso el  inmortal Cervantes cultivó el género con dos de sus novelas ejemplares Rinconete y Cortadillo y El coloquio de los perros.

El género gozó de gran popularidad, pues mostraba sin ambages la verdadera cara de aquella sociedad hipócrita, imbuida de una falsa moral cristiana, donde primaba el llenar las arcas y los estómagos antes que salvar el alma mediante la caridad hacia el prójimo. Como muy bien dice el propio Lázaro: "la caridad se subió al cielo". La obra tiene una gran carga anticlerical, pues muestra a varios miembros de la Iglesia con comportamientos cuanto menos cuestionables. Clérigos glotones, bulderos estafadores, monjes de moral laxa y arcipreste lujuriosos demuestran el falso catolicismo que muchos profesaban por aquellos tiempos. Pero aún detrás de esas críticas se esconden unos intentos de reforma por parte de su desconocido autor, él cual parece compartir las corrientes de pensamiento de autores  humanistas como Erasmo de Rotterdam o Juan de Valdés. Gracias a sus críticas feroces no es de extrañar que la obra fuer a incluida en el Índice de libros prohibidos de la Iglesia.

Releer este clásico inmortal de nuestras letras vuelve a mostrarme la gran satisfacción que dar beber de los clásicos, pues son fuente inagotable de literatura. Que poco supo el anónimo autor de este librito el Gran hito que produjo su publicación, al el regalarnos un personaje único que siglos después de su primer ejemplar impreso sigue estando más vivo que nunca, al retratarnos con cruel certeza e incluso dar nombre a aquellos que acompañan a los invidentes. Que vivan los clásicos pues ellos pavimentan nuestra tradición y nos marcan el camino. 



Lazarillo de Tormes por Francisco de Goya y Lucientes.

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