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Cuentos completos 2 y 3, Jacob y Wilhelm Grimm

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Blancanieves, como esteba muerta de hambre y sed, comió de cada platito un poco de legumbre y pan y bebió de cada vaso una gota de vino, pues no quería comerse todo lo de uno. Luego, como estaba cansada, se echó en una camita, pero ninguna le servía: una era muy grande, la otra muy pequeña, hasta que finalmente la séptima fue la justa y allí se tumbó, se encomendó a Dios y ser durmió. Cuando se hizo totalmente de noche, llegaron los amos de la casita; eran los siete enanos que picaban en las montañas buscando minerales. Encendieron sus siete lamparitas y, al iluminarse la casa, vieron que alguien había estado allí dentro, pues no estaba todo en el orden que lo habían dejado. "Blancanieves". Cuentos completos 2 Un rey tenía tres hijos, y como los quería a todos por igual, no sabía a quién designar rey después de su muerte. Cuando llegó el momento, los llamó a los tres a su lado y dijo: —Queridos hijos, voy a deciros lo que he pensado: el que de vosotros sea más vago, ese será ...

Corsarios de Levante, Arturo Pérez-Reverte

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"Añadiré que ya no era un jovenzuelo imberbe el bien acuchillado Íñigo Balboa de diecisiete años que, junto al capitán Alatriste y los demás gente de cabo y guerra embarcada en la Mulata, combatía con el corsario turco —nombre ese, el de turco, que dábamos a cualquiera que corriese la mar, otomano de nación, moro, morisco o lo que fuera servido—. Lo que sí era, en cambio, van a descubrirlo vuestras mercedes en esta aventura donde me propongo recordar el tiempo en que el capitán Alatriste y yo peleamos de nuevo hombro a hombro, aunque ya no como amo y paje, si no como iguales y camaradas. Contaré, sin omitir punto en ello, de escaramuzas y corsarios, de mocedad feliz, de abordajes, matanzas y saqueos. También diré por lo menudo cuento en mi siglo —qué lejano parece, ahora que tengo viejísimas cicatrices y canas— hizo el nombre de mi patria respetado, temido y odiado en los mares de Levante. Diré que el diablo no tiene color, ni nación, ni bandera. Diré cómo, para crear el infierno ...

Crímenes bestiales, Patricia Highsmith

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Lo que más le gustaba era tomarse al sol, en compañía de su ama, en una de las largas tumbonas de la lona, en la terraza de su casa. Pero a Ming no le gustaban aquellas personas que su ama invitaba a veces a su casa, personas que pasaban allí la noche, personas a montones que se quedaban hasta altas horas de la noche, comiendo y bebiendo, poniendo discos y tocando el piano, personas, a fin de cuentas, que lo alejaban de Elaine. Personas que le pisaban las zarpas, personas que a veces lo agarraban por la espalda, de manera que Ming no podía hacer nada para evitarlo, y tenía que agitar violentamente el cuerpo y luchar para liberarse, personas que para acariciarlo lo tocaban con rudeza, personas que cerraban puertas, aquí o allá, dejándolo a él encerrado. ¡Gente! Ming detestaba a la gente. Elaine era la única persona a quien quería. Elaine lo amaba y lo comprendía. "La mayor presa de Ming". John escuchaba atentamente. Sí, ya que viviría en la granja durante un mes, y quería ayud...

El buen padre, Santiago Díez

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"Ramón Fonseca págs su consumición y vuelve a la calle. Pasa junto a la reportera y el cámara, que ya están recogiendo para marcharse, y se acerca a unos policías —un hombre y una mujer— que charlan junto a la entrada del Congreso.  —Disculpen que les interrumpa, agentes. —Buenas tardes, caballero —dice ella con amabilidad—. ¿En qué podemos ayudarle? —Quiero entregarme. —¿Entregarse? —pregunta el policía sin tomárselo demasiado en serio—. ¿Y qué se supone que ha hecho? —Esas tres personas de las que hablan en las noticias... —¿Sí? —... las he secuestrado yo. —No debería bromear con eso señor —dice la policía frunciendo el ceño. —No bromeo. Aquí tienen las fotografías que prueban lo que digo. Ramón Fonseca saca del bolsillo de su chaqueta tres fotos en las que aparecen los secuestrados drogados y tumbados en los tres catres de tres celdas diferentes. Los policías se miran, perplejos". El buen padre.  ¿Qué estaríais dispuestos a hacer para salvar a un ser querido? ¿Vale más la ...

La niebla, Stephen King

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¿Qué tienen en común un grupo de gente encerrados en un supermercado en envuelto en una niebla ominosa y llena de Dios sabe qué cosas peligrosas dentro, un monete de juguete con capacidades homicidas y una mujer que conoce un atajo muy particular? Pues que han salido de la brillante e inagotable mente del maestro Stephen King. Quien demuestra que es un genio tanto de la novela como del cuento corto. Y no se si he dicho que es uno de mis escritores favoritos, seguramente sí. Tras las magistrales antologías de  Las cuatro estaciones  y  Todo es eventual , hacia tiempo que no me dejaba embriagar por la extraordinaria calidad del Rey del terror con algunos de sus mejores relatos cortos. En esta ocasión vengo a hablar de tres magistrales historias de terror y muerte destacando la de más larga extensión como uno de sus mejores trabajos. Con muchísimo gusto os presento: La niebla de Stephen King. Pero antes un contexto al respecto de la edición en castellano. En 1985 King public...

Crímenes. La hora de la verdad, Carles Porta

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"Son casos reales en los que hemos introducido elementos narrativos para seucir y cautivar a los lectores, para despertar su atención, pero siempre con una voluntad de rigor en la reconstrucción de los hechos y de respeto por los protagonistas, porque nos importa no hacer más daño del que ya contienen estas historias. Nosotros contamos historias. No las analizamos, ni las judgamos, ni las calificamos. No hacemos estadísticas de por qué narramos. Y narrar bien es muy difícil, porque nuestra hora de la verdad es conectar con vosotros, lectores. Nuestro trabajo consiente en encontrar las palabras adecuadas, ordenar los hechos de manera correcta, sin alterar la realidad, y construir un relato que enganche y emocione. En todas las historia que contiene este libro encontraréis personajes que tienen que enfrentarse a su hora de la verdad, al momento decisivo en que deben asumir las consecuencias de sus actos o tomar una decisión crucial. Para cada uno de los implicados en un crimen, ese ...

Soldados de Salamina, Javier Cercas

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"Ardía en deseo de hablar con el tío de Jaume Figueras, con Maria Ferré y con Angelats, si es que aún estaba vivo. Me decía que, si bien el relato de Jaume Figueras no podía ser fiable (o no podía serlo más que el de Ferlosio), pues su veracidad pendía de un recuerdo (el suyo), sino del recuerdo de un recuerdo (el del padre), los relatos de su tío, de Maria Ferré y de Angelats, si es que todavía estaba vivo, eran, en cambio, relatos de primera mano y por tanto, al menos en principio, mucho menos aleatorios que aquél. Me pregunté si esos relatos se ajustarían a la realidad de los hechos o si, de forma acaso inevitable, estarían barnizados por esa pátina de medias verdades y embustes que prestigia siempre un episodio remoto y para sus protagonistas quizá legendario, de manera que lo que acaso me contarían que ocurrió no sería lo que de verdad ocurrió y ni siquiera lo que recordaban que ocurrió, sino sólo lo que recordaran haber contado otras veces".  Soldados de Salamina. Despu...