Cuentos completos 2 y 3, Jacob y Wilhelm Grimm
Blancanieves, como esteba muerta de hambre y sed, comió de cada platito un poco de legumbre y pan y bebió de cada vaso una gota de vino, pues no quería comerse todo lo de uno. Luego, como estaba cansada, se echó en una camita, pero ninguna le servía: una era muy grande, la otra muy pequeña, hasta que finalmente la séptima fue la justa y allí se tumbó, se encomendó a Dios y ser durmió.
El segundo volumen reúne 51 y el tercero 63, sumando los 38 del primero hacen un total de 152 de los 200 que recopilaron. A lo largo de las narraciones veremos historias llenas de viajes fantásticos, enanos traviesos, animales que hablan, familiares malvados, gigantes, hadas, príncipes y princesas transformados y héroes insospechados. En el segundo libro aparecen algunos de los más famosos cuentos que forman parte ya del imaginario colectivo. Blancanieves la historia de la princesita maltratada por su madrastra, con la piel blanca como la nieve (¿te acuerdas Disney?), que huye al saber que la quiere muerta y llega a una casita con siete camitas, donde viven siete enanitos. El enano saltarín donde el malvado Rumpelstiltskin juega con sus trucos de magia para obtener lo que quiere. Incluso hay una versión de la Bella durmiente.
Las historias que los Grimm modelaron a varias generaciones con sus moralejas y enseñanzas. Niños desobedientes sufren castigos por no hacer casos a sus padres, muchachas demasiado curiosas que pagarán caro el olvidar lo que le pasó a aquel gato curioso, muchachos arrogantes a quienes les bajarán los humos y viejos cuyas maldades de les volverán en contra.
Los Grimm intentaron dar forma a un folklore propio alemán sin percatarse de la universalidad de sus historias. No es casual encontrar similitudes en algunas historias pero ambientes distintos. Todas las culturas, unas más alejadas que otras, comparten temas, personajes y situaciones universales y es a través del cuento donde se forjan las características de cada una de sus culturas, como bien mostró la preciosa antología de cuentos tradicionales japones.
Como dije en el primer volumen, hay una crueldad aterradora en los cuentos. Desmembramientos, decapitaciones, mutilaciones, ahorcamientos, asesinatos, infanticidios, matricidios, muertes violentas por doquier. Los padres vieron horrorizados estás escenas escabrosas y obligaron a los Grimm a rebajar la sangre y la casquería para adecuarlo a los niños. Pero la intención de los Grimm no era escribir obras infantiles, era recopilar todo el popular y la tradición oral de su Alemania natal para crear un corpus germánico propio del nacionalismo romántico. Ellos recorrieron aldeas, tabernas, pueblecitos y cabañas en bosques y montañas, escucharon embelesados y volcaron negro sobre blanco esas historias. Pero estás historias eran narradas por abuelos y abuelas, madre y padres de siglos pasados a su hijos al calor de la hoguera con toda esa crudeza para enseñarles que el mundo es un lugar peligroso y no fiarse de nadie, cosa que chocaba con los refinados niños del siglo XIX.
Los cuentos de los hermanos Grimm ayudaron a formar las tradiciones europeas y entregaron un bagaje cultura a cientos de generaciones, influyendo en el arte. Son un tesoro imprescindible de la literatura y la sociología que nos ayudan a descubrir como era el mundo. Leerlos en su formato original es una delicia. He disfrutado mucho en este viaje al origen de los cuentos de nuestra infancia, volviendo a esa niñez de historias antes de dormir y películas de dibujos animados. Y colorín colorado, esta reseña se ha terminado.
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