Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar

"Aquellos príncipes habían desempeñado su papel en los negocios humanos; ahora me incumbía a mí elegir de entre sus actos aquellos que importaba continuar, consolidando los mejores, corrigiendo los peores, hasta el día que otros hombres, más o menos calificados pero igualmente responsables, se encargaran de hacer otro tanto con los míos".  Memorias de Adriano.



Roma, la antaño capital del mundo, hace siglos que todo su esplendor y gloria yacen muertos en escombros de ruinas marmóreas y recluidos en los museos del mundo. Pero su influencia sigue aún hoy en día más viva que nunca. Con el correr de los años no hay obra artística que no haya sido inspirada por el Imperio Romano. Músicas, pinturas, edificios, esculturas y películas han representado aquellos tiempos. Y la literatura no sería menos. Poesías, obras de teatro y novelas también se han dejado seducir por uno de los momentos más impresionantes de la historia.

La novela a reseñar se centra en uno de los personajes claves del otrora gran imperio. Un hombre que tuvo todo el mundo en sus manos y lo gobernó con una gran sabiduría. Un hombre que aglutinó en su persona cualidades que pocos gobernantes carecen: sapiencia, humanidad, cultura y sensibilidad. Señores y señoras con ustedes: Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar. En esta reseña habrán algunos spoilers, no serán muy graves pero son necesarios.

Publio Elio Adriano heredó la púrpura imperial a los cuarenta años. Su predecesor, Trajano, le entregaba un imperio amplio, extenso y basto. Ante él se extendía una oportunidad de entrar en la historia. Un momento de perpetuar una de las dinastías mas respetadas de las que gobernaron desde la ciudad de las siete colinas. Por eso tomo la tarea con una amplitud de miras admirable. Durante sus veintiún años de reinado, estableció una serie de reformas que modernizaron la política y la administración romana y dedicó parte de su tiempo a viajar por los cuatro costados del imperio, empapandosé de las distintas culturas que albergaba. Y su otro amor fueron las artes, pues fue un gran mecenas de ellas y un gran divulgador de la cultura griega, de la cual era un gran apasionado.

Yourcenar nos presenta una mirada de cerca al hombre, por encima del emperador. A través de una larga misiva destinada a su nieto y futúro heredero Marco Aurelio, el enfermo y envecejido emperador mira hacia atrás y repasa sus momentos vitales, sus recuerdos pasados y las personas que transitaron su camino. Todo esto salpicado por una bellísimas reflexiones sobre los grandes temas que siempre abordan a los seres humanos: el amor, la perdida, la cultura, la guerra, el poder, la muerte, la inmortalidad.  

La novela (o la carta), esta dividida en varios capítulos encabezados por frases en latín. Aunque no hay una sucesión ortodoxa de la vida del emperador, si se pueden ver una serie de momentos cronológicos acordes a los propios recuerdos del emperador. Esta no es una novela histórica al uso. Yourcenar usa la vida del tercer emperador de los llamados "cinco buenos emperadores", para desarrollar una serie de reflexiones y apologías sobre el mundo antiguo. Un verdadero canto de amor hacia un tiempo de absoluta humanidad, donde la ideas flotaban sobre todas las cosas y la sabiduría era el motor del mundo.

Animula Vagula Blandula. Empieza la obra el emperador hablando sobre su enfermedad. Lo que en un principio parece una misiva para dar información sobre el estado de salud imperial al nieto, acaba siendo un retroceso mental a los momentos principales del futuro césar, nacido en la Itálica (en el municipio actual de Santiponce, Sevilla), en Hispania. Un preámbulo donde el emperador reflexiona sobre la mayoría de los temas que despúes serían parte fundamental de su temperamento y su reinado. 

Varius Multiplex Multiformis. Aquí el emperador le relata a su nieto como paso de ser un hispanorromano, culto y bien formado y un prominente soldado, comenzó a ganarse las confianzas de Trajano, quien lo adoptaría como hijo y sucesor, y sobre todo con su esposa Plotina. Las diferencias entre los dos emperadores era bastante clara. Frente al culto y sensible que fue Adriano, está Marco Ulpio Trajano, un emperador-soldado. El que fuera primer césar de origen hispano, alcanzó la mayor ampliación de las fronteras romanas, con una serie de campañas bélicas victoriosas. Adriano siente hacia su padre adoptivo un respetuoso distanciamiento. Los dos carácteres tan distintos estaban llamados a entenderse. Y luego estaba Pompeya Plotina. La emperatriz y Adriano mantuvieron una cercana relación, basada en la cultura y pasión artística de ambos. Ella fue una especie de madre/mentora, que ayudó a su protegido a alcanzar la sucesión imperial.  

 Trajano Plotina
 

Tellus Stabilita. Adriano comenzó su reinado con unas políticas diametralmente opuestas a su predecesor. Enarbolando el emblema de la paz, decidió pacificar los focos de insurrección en los pueblos bárbaros desarrollando una serie de relaciones de cordialidad con los reinos que forman parte del imperio. También estableció una serie de fortificaciones para guardas las fronteras y así no temer las invasiones. Adriano toleró a las culturas que florecían las extensiones imperiales, absorbiendo los idiomas, las filosofías y las deidades. Otra gran característica de su reinado son sus numerosos viajes. En el relato contado a su nieto le cuenta los lugares que visitó y las sensaciones que obtuvo de las estancias en las provincias. Adriano amaba el mundo y ansiaba verlo todo. No quería sentarse en el Senado en Roma y que le llegarán los informes de los consúles, él quería estar allí y comprobarlo con sus propios ojos. Y si hay un lugar por el cual sentía una absoluta devoción era Grecia. En suelo heleno se sentía como en su hogar. Abrazó la cultura griega con verdadera pasión, tanto que puso de moda la barba en Roma. La filosofía, la religión, los ritos, el aire, el mar, el idioma griego fascinaron al emperador. 

Saeculum Aureum. Aquí en donde se dan los pasajes más bellos de la novela. Adriano reflexiona sobre el amor. Casado con Vibia Sabina, nunca disfrutó del amor junto a la emperatriz, que siempre vivieron separados y no tuvieron descendencia. Donde si encontró el verdadero amor fue con los seres de su mismo sexo. Adriano degustó los dulces y amargos sabores de la carne con numerosos amantes masculinos. Todo él desprendía pasión y amor. Las caricias suaves, el lejano calor del cuerpo en el lecho y los furtivos besos, deleitaron al emperador, que amo hasta la extenuación. Y quién lleno toda su vida de amor pasional y devocional fue el joven bitinio Antínoo. Los dos se conocieron cuando el emperador visitó su ciudad, conocida por los romanos como Claudiópolis, y pronto desató la fascinación de Adriano. La diferencia de edad era abismal, cosa normal en aquella época. Adriano acogió al joven Antínoo y lo tuvo a su lado en todos su viajes. El efebo de rubios cabellos fue creciendo corporal e intelectualmente junto al emperador. Adriano idolatraba a Antínoo. Sentía por su joven amante un amor verdadero y puro. En el relato lo denomina en varias ocasiones como el bienhamado, el favorito, el bello o mi joven amo. Pero no todo fue tan feliz. Con tan solo diecinueve años, el hombre que se ganó el amor del amo del mundo murió ahogado en el Nilo, en extrañas circunstancias. Esto destrozó al emperador. La reflexión que hace sobre la perdida y el dolor humanizan al emperador. Como desarrolló una obsesión por establecer un culto religioso sobre su amante muerto, elevandoló al Olimpo para que su recuerdo perdure. Y también legando al mundo un modelo de eterna belleza, que inundó la antigüedad de bajorrelieves y estatuas del joven amante imperial.

  
Antínoo

Disciplina Augusta. Adriano, devastado por la muerte de su amante y comenzando a asaltarle las primeras flaquezas de la edad. En las postrímerias de su reinado tiene que enfrentarse a un suceso al que siempre se había mostrado reticente. Una rebelión en Judea obliga a tomar parte en una guerra para sofocar al los rebeldes judíos. Esto merma aún más al ya debilitado Adriano, que se ve en la obligación de buscar un sucesor. Esto le lleva a observar a su alrededor, meditando sabiamente sobre quién sería digno para porta la púrpura imperial y continuar con su legado. Al principio el elegido fue Lucio Elio César, que murió prematuramente. Luego el elegido fue Tito Aurelio Fulvo Antonino, conocido en la posteridad como Antonino Pío. La relación entre padre e hijo adoptivo al principio fría acaba tornandosé amable y tierna, dada la bondad de Antonino. Adriano ve en el al futúro de Roma, tanto que la elección de su sucesor viene acompañada de su propio sucesor. Antonino adoptó a Marco Aurelio. Adriano tomo a su nieto como un barro donde moldear a un césar de su mismo carácter. Adriano recuerda las enseñanzas de aquel niño que se convertirá en dueño del mundo. Ese es el sentido de la misiva, el emperador se siente cercano a la muerte y quiere que todo lo que el construyó siga vivo en su nieto. 

 Antonino Pío Marco Aurelio
   

Patientia. Ya terminando la carta, Adriano reflexiona sobre el porvenir y la cercanía de la muerte. Se siente reconfortado al recordar la vida pasada y descubrir con orgullo cuanto había visto, vivido, amado, construido y experimentado. El antaño atletíco cuerpo, ahora esta hinchado y casi inútil. El ansia por ver mundo ahora se vuelve un sensación de confort ante el hogar y la tranquilidad. Adriano, el hombre culto y sensible, amador de la vida, dueño del mundo y de un alma llena de filosofía y sabiduría, ve cercano el deceso y le escribe a su nieto, exhortándolo a seguir sus pasos y no caer en errores que destruyan lo construido sobre la paz y la inteligencia. 

Para finalizar, que esto se ha echo un rato largo, Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar ha sido sin dudas una de las lecturas más apasionantes y deliciosa que he tenido. La novela esta bellamente escrita, todo ello sobre la maravillosa traducción del francés por parte del aún más maravilloso Julio Cortázar. Cada frase debería ser cincelada en piedra para ser contemplada con devoción. Podemos tomar que la carta a Marco Aurelio, tambíen va destinada a nosotros, pues nos invita a ver y contemplar el mundo con todas sus maravillas y pensar desde nuestra propia perspectiva y no dejarnos llevar por ideas erróneas o sesgadas. Yourcenar teje una visión cercana de uno de los hombres que intentó, y puede que lo llegó a conseguir, hacer del mundo un lugar mejor. Esta novela también me recordó otra que también me maravilló: Yo, Claudio de Robert Graves, donde el mismo emperador tomado por idiota, deslumbra con una absoluta brillantez, desgranando la historia de la primera dinastía romana. Una de las mejores lecturas del año sin lugar a dudas. Esta puede ser la reseña más larga que he escrito, pero no contemplaba otra forma de escribirla, tal ha sido el impacto de la lectura. Una absoluta maravilla.  

Marguerite Yourcenar (1903-1987) Adriano
     

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