Las aventuras de Sherlock Holmes, A.C.Doyle

Bueno, cientos de veces. Cuando escucho sus razonamientoscomentétodo me parece tan ridículamente simple que da la impresión de que podría hacerlo yo mismo, aunque me deja desconcertado con cada una de las demostraciones de su discurrir hasta que me explica el proceso. Y aun así, creo que mis ojos ven tanto como los suyos.
Por supuestorespondió mientras encendía un cigarro y se dejaba caer en su sillón.Usted ve, pero no observa. Esa es la diferencia. Por ejemplo, ha visto muy a menudo los escalones que suben hasta la entrada de esta habitación.
Muy a menudo, sí.
¿Cuántas veces?
¿Cuántos escalones hay entonces?
¿Cuántos? Pues no lo sé.
— ¡Efectivamente!, no ha observado. Y sin embargo ha visto. Eso es lo que quiero decir. Bueno, yo sé que hay diecisiete escalones porque los he visto y los he observado. 
                                                                                                                              "Escandálo en Bohemia"
  
Con está reseña, se cierra una especie de trilogía, surgida de forma espontánea, sobre tres de los detectives que dieron forma y fama al género detectivesco. Empezó, como es lógico, por el primero. Nacido de la lúcida y fantasmal mente del señor Poe, Auguste Dupin, el primero de los detectives que usan la lógica y la capacidad de análisis para resolver los más intrincados crímenes. A continuación vendrá el exquisito y refinado detective de puntiagudo bigote de missis Christie, tan dado a la deducción estrujando sus célebres células grises. Y para cerrar la triple corona de los primigenios investigadores, quién si no podía faltar que el que popularizó y pasó al imaginario colectivo como el arquetipo del detective brillante. Damas y caballeros, les presento Las aventuras de Sherlock Holmes, de sir Arthur Conan Doyle.

Publicados después de las dos novelas que presentaron al mundo a un detective único, extravagante y extremadamente deductivo. Y fueron un rotundo éxito. Dándole a su autor un prestigio y una fama que llegó a tales circunstancias, que alcanzó un agotamiento de su personaje. Pero esa es otra historia.

Estás doce aventuras, narradas por el amigo, confidente y cronista el doctor John H. Watson, son una forma fantástica de entrar al mundo holsmesiano. Pues en ellos se encuentran las características principales de los relatos de Holmes. Todos empiezan con Holmes y Watson en Baker Street, reflexionando sobre cualquier tema y de pronto aparece algún ser ávido de justicia y la busca en las facultades excepcionales del gran Sherlock Holmes. Estos clientes, narran sus problemas, lo más detalladamente para que Holmes obtenga toda la información posible. Y después Holmes, comienza a desgranar el caso, buscando los puntos que puedan dar con la resolución del caso. 

Pero Holmes no es sólo deducción y reflexión. También es un hombre de acción. Es capaz de adentrarse en el agujero más escabrosos o deambular por el callejón más peligroso con tal de encontrar las pruebas necesarias. Usando su magnífica capacidad para el disfraz, consigue trasformar su apariencia estilizada y altiva, por la que necesite en ese momento. Sherlock Holmes también se precia de tener unas dotes para el enfrentamiento cuerpo a cuerpo, jugándose el tipo frente a criminales peligrosos.

Los casos son de lo más singulares e intrincados, extraños y trepidantes. En la mayoría de ellos, las capacidades deductivas del investigador de Baker Street le pondrán a prueba. Las historias le llevarán a demostrar que es capaz de encontrar aquella aguja que se perdió en aquel pajar hace tanto tiempo. Reyes con líos de faldas, ladrones que se aprovechan del color del cabello de sus víctimas, bodas que se truncan de manera misteriosas, la siniestra sombra del Klu Klus Klan, dedos amputados y animales salvajes, harán que la pareja den lo mejor de si mismos para desentrañar el misterio.

Los dos protagonistas forman una pareja firme que se complementa a la perfección. Frente a la soberbia insoportable, la altivez y la brillantez del investigador, está la nobleza, la racionalidad y el saber estar de su ayudante. Los dos se ayudan y se aprecian, basado en una camadarería inquebrantable. Muchas veces Holmes gusta de picar a su amigo, con su habitual cinismo, sobre todo en su estilo literario, que acusa de una excesivo sensacionalismo, pero siempre busca su consejo dada su punto de vista más realista. También le gusta fomentar las capacidades deductivas del buen doctor.  Watson es él que pone los pies en la tierra de Holmes, quién le da una visión menos ampulosa y más humana. Holmes y Watson, él uno sin él otro. 

El estilo de Conan Doyle, o mejor dicho del doctor Watson, es directo y ameno. El buen doctor adorna las historias con una detalladas descripciones, mostrando los personajes vivos en nuestras mentes. Sabe mover con soltura la acción, moviéndola con soltura, manejando un estilo sobrio y certero. Bien es cierto, y esto no una queja, los finales son abruptos y acaban de manera muy repentina, dando una sensación, ya digo mi propia sensación, de rapídez a la hora de acabarlas. La lectura invita al lector a buscar sus propias deducciones, intentando encontrar las soluciones antes que Holmes. Yo lo he intentado y en alguna no he fallado en mis conclusiones. Tiembla Holmes, que te acaba de salir un rival peor que Moriarty. Ejem, perdón, me vine arriba. No comprendo las acusaciones de sensacionalismo de Holmes, pues si las escribierá él, no serían tan entretenidas, pues se centraría más en los detalles técnicos y no en el entretenimiento.

Para terminar, ha sido una lectura maravillosa, entretenida y amena. Las aventuras de Sherlock Holmes son una buena forma de empezar con el canón holmesiano. Unos casos intrigantes, atrayentes y entretenidos. Una muestra del método detectivesco del hombre que dio popularidad al detective privado, lleno de extravagancias y técnicas extrañas. Os lo recomiendo encarecidamente, pues no os defraudará. ¡Elemental mis queridos lectores!

sir Arthur Conan Doyle (1850-1930)

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