La familia del Prado, Juan Eslava Galán

"Pasear con una niña por el Museo del Prado en busca de los lienzos donde aparece el Toisón te permite reparar en aspectos inéditos de las pinturas que antes no habías notado.
Después de explicarle que está dama es hija de aquella otra y sobrina del señor de más allá, Minerva pregunta:
─Entonces, este es el álbum de retratos de la familia.
Tiene su lógica. Bien pensado, el Prado no es solamente la mejor pinacoteca del mundo; es también el álbum familiar de las dinastías españolas, los Austrias y los Borbones, que han regido los destinos de nuestra nación desde hace siglos". La familia del Prado.


Juan Eslava Galán vuelve esta vez para llevarnos por un tour por la mejor pinacoteca, no solo de España, si no del mundo: el museo del Prado. Aprovechando el doscientos cumpleaños del museo, Eslava Galán acompaña a su nieta por un recorrido por los retratos reales, un paseo por el gran álbum familiar de la monarquía española pintado por los grandes pinceles de la historia, desde los Reyes Católicos, pasando por las dinastías de los Austrias y los Borbones, con los efímeros José I y Amadeo I. Con mucho gusto esto es: La familia del Prado. Un paseo desenfadado y sorprendente por el museo de los Austrias y los Borbones.

La historia de los Reyes de España está asociada con un elemento que forma parte de la simbología monárquica desde tiempos inmemoriales. Cuando Felipe VI, él actual monarca, le concedió la Orden del Toisón de Oro a su hija y heredera, la Princesa de Asturias Leonor, estaba consolidado una larguísima tradición. El regio collar termina con una piel de cordero dorado que representa el legendario vellocino de oro de la mitología griega. Felipe I el Hermoso, esposo de Juana I introduzco la Orden y se la dejó a sus herederos hasta ahora.

Collar de la Orden del Toisón de Oro.


Eslava Galán nos da una visita guiada por el álbum familiar monárquico, a nosotros los lectores y a su nieta por el museo del Prado. A través de los lienzos pintandos por los grandes maestros y la siempre amena, divertida y erudita narración del autor vemos más de cerca a los regios personajes que ciñeron la corona española, despojados de todo el boato y el brillo de su posición elevada, bajados de las alturas como reyes por Gracia de Dios y mostrados tal cual fueron: seres humanos con sus obsesiones y sus deseos. 

El autor, como es habitual en él, nos cuenta las vidas de los Reyes y reinas de forma irónica y amena. En capítulos cortos vamos paseando por las galerías del sacrosanto museo, haciendo parada en cada uno de los retratos reales y se nos cuenta la vida y milagros de cada rey y sus consortes. Cómo si del abuelo se tratara, pasando las hojas del álbum de la familia, vemos los amores, locuras, embarazos, obsesiones, amantes, colaboradores y anécdotas que fueron el pan de cada día de estos regios personajes.

Empezando por los primeros reyes que unieron las dos principales coronas de eso que empezó a llamarse España. Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, tanto monta, monta tanto, la voluntad que moraba en dos cuerpos. A partir de ellos se suceden en el trono español las dos grandes casas reales, los Austrias y los Borbones. Primero los Austrias. Juana I, loca por amor; Carlos I (y V de Alemania) con su mandíbula saliente enamorado de su abuelastra; Felipe II santurrón e inseguro; Felipe III incapaz y mojigato; Felipe IV lujurioso y pasmado y Carlos II pobre desgraciado feo y enfermo. 

Con la muerte del último Austria sin descendencia vinieron de Francia la siguiente Casa Real: los Borbones. Felipe V el rey que se creía muerto; Luis I que duró ocho meses; Fernando VI un loco afortunado; Carlos III el rey tornero; Carlos IV tan bobo como pusilánime; Fernando VII el pérfido felón; Isabel II la de los Tristes Destinos; Alfonso XII ¿dónde vas triste de ti? Finalizando con Alfonso XIII rey desde su nacimiento. 

También se nos habla de los dos hombres que ciñeron la corona en épocas muy convulsas. José Bonaparte o I, el hermano del emperador corso que intentó reformar un país que no le pertenecía y Amadeo I de Saboya, el caballero italiano que viendo la jaula de grillos donde se metía lo mandó todo a tomar viento. 

Cuatro cuadros de los más importantes del museo, son una verdadera obras maestras por su originalidad a la hora de retratar a la familia real. Diego Velázquez pintó de manera única y extraordinaria a Felipe IV y su segunda esposa Mariana de Austria, en el excepcional cuadro de Las Meninas. El cuadro parece como si un fotógrafo capturará el momento en que Velázquez, situado a la izquierda se preparará para empezar a retratar a los Reyes, reflejados en el pequeño espejo del fondo, mientras la infanta Margarita Teresa de Austria observa a sus padres rodeada de sus meninas, dos enanos y un perro. 
Las Meninas o La familia de Felipe IV por Diego Velázquez.


Louis-Michel van Loo fue un pintor francés que se afincó en Madrid al amparo del nuevo rey Borbón. Siendo pintor de cámara de Felipe V realizó un cuadro inmenso y magnífico donde retrató al rey, su esposa Isabel de Farnesio y toda la prole real. En un juego de ironía, van Loo pone a la reina en el centro mientras apoya su regio brazo en el cojín donde reposa la corona real, mostrando quién cortaba el bacalao en la corte. Felipe V observa embobado a su esposa, siendo ambos rodeados por su extensa prole, entre los cuales se encuentran los futuros Fernando VI y Carlos III. 
La familia de Felipe V por Louis-Michel van Loo.


Francisco de Goya y Lucientes, el gran pintor del siglo XIX, fue el mejor retratista de su tiempo y quién mejor que él para retratar a la familia del rey Carlos IV. En un exquisito retrato psicológico, despojó de todo boato a la familia real y los mostro como si una familia de pudientes normal y corriente hubiera contratado al inmortal pintor aragonés. En el centro se sitúa María Luisa de Parma, la fogosa y poco agraciada reina, Carlos IV intenta dar una imagen de regia dignidad, cosa que no consigue. Al lado izquierdo se sitúa un jovencísimo Fernando príncipe de Asturias, vestido de azul y a su lado se muestra a una mujer que vuelve el rostro a dentro del cuadro, dejando sus rasgos difusos. Aquí Goya vuelve a dar muestra de su genialidad pues ese hueco estaba destinado a la futura esposa del príncipe, pero como no hubo candidata disponible Goya decidió ponerla pero con sin cara para pintarla en un futuro. Emulando al maestro sevillano, Goya se retrata al fondo, entre las sombras.
La familia de Carlos IV por Francisco de Goya.


El último cuadro aunque no se encuentre en el museo, quién sabe si en años próximos, es un cuadro relativamente moderno. Pintado por el excepcional pintor realista Antonio López, La familia de Juan Carlos I trajo polémica. Conociendo la forma tan peculiar del pintor, tardando varios años en realizarla, el cuadro no deja de ser extraordinario. Mostrando al emérito en el centro mientras sostiene sus manos en las espaldas de Doña Sofía la reina emérita, y su hija la infanta Elena, a los lados de sitúan la infanta Cristina a la izquierda y Felipe VI entonces Príncipe de Asturias a la derecha. Las imágenes los muestra de forma realista y muy humana.
La familia de Juan Carlos I por Antonio López.


La familia del Prado es una pequeña joya dentro de la obra del enorme autor jiennense. Las vidas de los reyes españoles contada con desparpajo y gracia pero siempre ciñéndose a la  historia de forma rigurosa. Anécdotas reales o regias, mejor dicho, salpican el libro. Vemos las intimidades de los reyes y reinas con mucho humor. Las infidelidades de los reyes eran costumbre, sobre todo en los Austrias que trajeron los consecuentes bastardos, como don Juan de Austria hijo Felipe II y Juan José de Austria de Felipe IV. Reinas consortes algunas muy ambiciosas, otras betas y algunas excesivamente fogosas. Un libro que se lee con una sonrisa en los labios por el tono desenfadado, alejado de todo academicismo, pues la historia con Eslava Galán es amena, divertida y muy instruida. 


Juan Eslava Galán (1948-)

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