Dinero, Martin Amis

 

"A veces la vida parece una cosa muy conocida. Tiene ese aspecto familiar en la mirada. La vida no es más que venganza, conspiración, sentimientos intensos, arranques de orgullo, fe en uno mismo, fe en la justicia de sus mareas, de sus inundaciones". Dinero.

Quaerenda pecunia primun est/virtus pot nummos. O dicho en cristiano, "busca primero el dinero, la virtud vendrá después", esta frase del poeta romano Horacio parece creada expresamente como mantra para el protagonista de la novela a reseñar, pues su único sentido de vivir es el dinero, todo orbita hacia el dinero. Tanto es así que la novela se llama Dinero y su autor Martin Amis. 

Publicada en Londres en 1984, seguimos la historia narrada en primera persona en un monólogo hilarante del protagonista John Self, un publicista reconvertido en director de cine que tendrá que vérselas para llevar a cabo su primera película. Un sinfín de personajes estrafalarios con nombres igual de estrafalarios deambularan en la vida de Self. Un viaje desenfrenado al mismo corazón del consumismo tan brillante como descorazonador.

John Self es un hijo de su tiempo. La novela fue publicada en los años 80 y todos esos pensamientos y obsesiones son propias de aquella época. Una misoginia que llega a cotas repugnantes abunda en la novela, para el protagonista las mujeres son pura pornografía, una de las tres grandes obsesiones del protagonista, junto al dinero y el alcohol, son polvos rápidos y que pase la siguiente. Pero lo que no podemos hacer es juzgar la novela con los ojos de ahora, si no todo estaría censurado, debemos verlo y entenderlo en el contexto de su época, que estuviera o no equivocado eso no es cuestión de nosotros, tan solo disfrutemos de la historia. Es más yo creo que la intención de Amis era satirizar las personalidades de aquellos tipos podridos de dinero, que solo ven productos de consumo en las demás personas. Una cruda sátira del hombre capitalista. Dicho esto continuemos para bingo. Aviso de posibles (pocos) spoilers. 

La historia trascurre alternativamente entre la Londres natal del protagonista y en Nueva York donde tendrá lugar el rodaje de su opera prima como director. Invitado por un productor cinematográfico a los Estados Unidos, será su fuente inagotable de dinero, el cual Self invertirá en dar rienda suelta a sus fetiches en vez de producir la película. Cantidades ingentes de comida basura, alcohol y tabaco llenarán, la ya de por si, abundante barriga del narrador. Fieldieng Goodney el encantador productor, espoleara a que Self derroche el dinero sin mesura, en prostitutas y pornografía. Pero no todo será desfase, pues John Self tendrá que vérselas con los caprichosos actores que darán vida a su película, los cuales harán la vida imposible al director, con sus infantiles exigencias y sus numerosos problemas emocionales. Y dos mujeres le harán ver la vida de dos formas distintas.

John Self vive por y para el dinero. Todo se resume a las grandes cantidades que es capaz de gastar en una sola noche. Es el capitalismo en su peor manifestación. Consigo dinero y lo gasto al instante, con un simple chasquear de dedos. No importa cuanto derroche, cuanto más mejor, en eso se basa la existencia, el dinero es el Padre de todos, todo lo da, quien lo pose controla el mundo, lo tienes cogido por los huevos. La ubre de la vaca es inagotable y su leche es dulce. Por eso Self no le preocupa su aspecto, el cual es desaliñado y con un sobrepeso peligroso cimentado en una malísima alimentación. Su aspecto esta camuflado de verde, los cientos de dólares le hacen ser poderoso y lo demás no importa. John Self vive ajeno a todo lo que le rodea, en una realidad paralela donde él es tuerto en el país de los ciegos y su parche tiene el símbolo del dólar bañado en oro. Es incapaz de adaptarse al mundo, ese lugar no esta echo para él y él no esta echo para ese lugar. 

Las dos grandes ciudades donde transcurre la narración son personajes más de la novela. Londres y Nueva York ejercen de escenario silencioso de la desaforada vida de Self y transforman al protagonista según donde transite, cambiando radicalmente su personalidad. Londres, lugar de nacimiento de Self, frío y húmedo, con esa lluvia constante que cala los huesos, hacen que Self se vuelva apático y meditabundo. Ese contraste entre los viejos londinenses, bien vestidos, altaneros y elitistas, con los jóvenes punkies, rebeldes y contestatarios. Todo lo contrario con Nueva York, donde el sol es tan brillante como el pin de plata que sujeta un enorme fajo de billetes. La Gran Manzana se presenta radiante, la ciudad de las oportunidades, donde el dinero es la llave que abre todas las puertas. Cada ser que camina por sus calles va a su rollo, sin mirar a la cara de los que se cruzan en su camino. Pero todo es pura fachada, un decorado de cartón que oculta las más deprimente degradación. Burdeles sórdidos, clubs de stripteases miserables y bares oscuros son lugar de encuentro de las almas perdidas que pululan en busca de distracciones que alivien sus anodinas vidas.

Martin Amis hace una radiografía del final de un siglo. Nos relata con mordacidad como el dinero poco a poco se va convirtiendo en la nueva religión del siglo XX, como lo que para unos es poder obtener una calidad de vida aceptable trabajando y ganado un sueldo digno, para otros se vuelve una obsesión malsana para amasar más y más y más. El dinero en si mismo no es solo un mero sustento, es poder, porque el que tiene dinero tiene el poder. John Self representa de forma satírica la figura del hombre capitalista, hecho a si mismo, el cual su único afán es el Dinero. En sin el personaje es una deformación de la realidad, una imagen distorsionada de los prohombres que mueven el dinero. 

En mi opinión personal diré que la novela puede llegar a costar a la primera, es bastante difícil engancharse a ella, pues el principio es algo difuso, pero conforme vamos adentrándonos en el monologo del protagonista, dando a veces la sensación de que es la historia contada por un borracho en una barra de bar, nos va poco a poco atrapando, conviviendo con las idas y venidas, aventuras y desventuras de este moderno Falstaff, tan repugnante como encantador.

Martin Amis (1949-2023)                                                                                          





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