El adversario de Emmanuel Carrère

"Pensé que escribir esta historia solo podía ser un crimen o una plegaria" El adversario.

Cuando analice la novela de Javier Cercas El impostor, otra novela me iba rondando por la mente. Incluso en la propia obra de Cercas se mencionaba dicha novela, casualidades el destino. Nada mas terminar El impostor, sabia cual seria mi siguiente lectura y corrí raudo a comprarla. Esa misma tarde empecé a leerla y tengo que decir, sin ningún tipo de reparo, que es la obra que más me ha estremecido de las que he leído en mi vida. Y lo peor es que, al igual que la historia de Enric Marco estaba basada en caso real, con la única diferencia de que el final de esta es mucho más horrible. Acompañadme a conocer la historia de Jean-Claude Romand, protagonista de El adversario.

Emmanuel Carrère ultimo ganador del Premio Princesa de Asturias de las Letras, es un verdadero experto a la hora de mezclar la ficción con la no ficción. Es capaz de trasformar una historia real, con todas las limitaciones que tiene a la hora de no salirse del camino fijado por la realidad, en un relato con regusto literario dando una falsa sensación de que todo lo leído es fruto de la imaginación calenturienta del autor, pero como dice la manida máxima "la realidad supera a la ficción". Y el segundo elemento característico de su obra es la fuente autobiográfica. Carrère se dibuja sin concesiones en sus obras, no hay espejos deformantes que distorsionan la imagen reflejada, si no que son espejos normales, fríos y verdaderos, que muestran todas las realidades de quien se mira, con sus defectos y sus virtudes. No es un mero narrador que cuenta la historia al calor de la hoguera, es participé de ella, es ese corresponsal de guerra que mientras fotografía los horrores seca las lagrimas de sus ojos, soporta el nauseabundo olor de los cadáveres y frena las nauseas. Mientras escribía la biografía del autor de ciencia ficción Philip K. Dick (uno de mis escritores favoritos), ocurrieron los hechos que dieron forma El adversario.

Al igual que con El impostor de Cercas, me veo en la obligación de advertir que voy a tener que caer en spoilers, pero al igual que en la otra reseña digo que es casi imposible no contar la historia con todo lujo de detalles, pues en la novela no hay ficción, si no que es una historia real y lo importante no es la historia en si, si no como Romand un hombre casado y con hijos fue capaz de crear esta historia tan terrible. Dicho esto, comencemos.

El 9 de enero de 1993 Jean Claude Romand médico francés de la OMS, mataba a su mujer y sus dos hijos de 7 y 5 años, después de eso se dirigió a casa de sus padres, comió con ellos y acabo asesinándolos también. Paso la noche con su amante y al día siguiente regresó a su hogar y después de prenderle fuego a su casa, ingirió una serie de pastillas para dormir mientras la casa ardía. Por suerte o por desgracia los bomberos consiguieron salvar a Romand que estuvo varias semanas en coma. Al despertar, medio confuso y desorientado, se enteró que estaba bajo arresto, siendo sospechoso del asesinato de sus familiares. La pregunta era, como un hombre normal, a ojos de sus vecinos y familiares como trabajador, buen padre y fiel marido había cometido aquel horrible crimen. Lo peor fue que no serían las primeras preguntas. Cuando Romand despertó del coma tuvo que enfrentarse a las cuestiones formuladas por los policías y ahí se descubrió que lo que escondía esta macabra acción. Jean Claude Romand había estado durante muchos años haciéndose pasar por medico, título que nunca obtuvo, y como trabajador de la Organización Mundial de la Salud, en Suiza. Todos esos años estuvo subsistiendo estafando dinero a familiares, bajo la premisa de inversiones que nunca llevo a cabo. Romand se aprovecho de la facilidad que tenia de encandilar a las personas más cercanas con su forma de ser. Romand era en apariencia un hombre normal, anodino. Ese tipo de hombre que te cruzas con el por la calle y eres incapaz de recordar su rostro tiempo después. De carácter serio y reservado, apenas alzaba la voz manteniendo un tono neutral. Cualquiera al que se le acercara no tendría ninguna sospecha de que fuera capaz de estafarle. A esto se le suma su falso puesto de investigador de la OMS, que le daba aun mas legitimidad a la hora de engatusar a sus victimas. 

Con forme avanza la narración va dejando un poso de amargura en el estomago de quien lo lee. La historia va degenerando de una simple maraña de mentiras, creadas por un profundo miedo al rechazo por parte del protagonista, que incapaz de soportar que sus familiares, quienes más le había amado y admirado, llegarán a descubrir la patética verdad, que en vez de estar entre tubos de ensayo, investigando la cura del cáncer, se pasaba los días leyendo libros de medicina en la biblioteca de la OMS, hasta acabar finalizando en un terrible asesinato. Todo esta narrado sin ningún tipo de condicionamiento para con el lector, el autor no juzga y no hace que el lector juzgue, simplemente se dedica a narrar la historia tal cual es, sin necesidad de caer en moralismos que harían devaluar el texto, pues como los buenos historiadores, cuenta todo sin tapujos y no se cuestiones los motivos, ni reflexiona sobre los hechos. 

Carrère como es natural en su obra, se vuelve personaje y cuenta, como hiciera Truman Capote con los asesinos de Kansas, y comienza a tener una relación epistolar con su protagonista. Al principio no fue muy cordial, pues Jean Claude recela de hablar con el escritor, pero después acabo tornándose en una buena relación y es aquí donde Carrère toma la voz y pausa la narración para darnos su opinión. Es cierto que, como digo no juzga a su personaje, si no que intenta entender como ese mentiroso compulsivo llego a ese extremo tan macabro. Intentar darle una explicación de como tomo esa decisión, cuales fueron los pensamientos que le pasaban por la cabeza a la hora de formular y llevar acabo los asesinatos.  Y lo más sorprendente es como después de matar a sangre fría a sus familiares, encontró a Dios.

La novela es un hielo que recorre la espalda erizando la piel a su paso. Todos albergamos una cierta curiosidad morbosa que nos lleva a zambullirnos en las historias mas truculentas y escalofriantes. El mal siempre nos fascina y cuanto mas macabro mejor. Y la novela cumple con su cometido.

Jean Claude Romand fue condenado a cadena perpetua con cumplimiento de 22 años en 1996 por el asesinato de su mujer Florence, sus dos hijos Caroline y Antoine, sus padres Aimé y Anne Marie. El 28 de junio de 2019 fue puesto en libertad y se refugio en una abadía, quizá buscando la redención de Dios.

Emmanuel Carrére (1957-)


El asesino y sus víctimas

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