Trilogía sucia de la Habana, Pedro Juan Gutiérrez

Y me fui. Ella no se imagina que dejó una estela de poemas tristísimos y un rastro de dolor y lágrimas. Igual que en los boleros. No lo sabe. Y nunca lo va a saber, porque no le voy a dar ese gusto. Ahora llueve mucho. Y hay ráfagas de viento. Estos días no me gustan. Me dan más hambre aún. "Días de ciclón".

Nos sentamos un buen rato a escuchar el mar. Ella lo olía. Yo no. Tal vez mi olfato ya está acostumbrado. A mí me gusta escuchar el mar en el Malecón, tarde, en el silencio de la noche. Nos besamos y nos despedimos. Salí caminando, cargado con la bolsa, hacia mi casa. Despacio. Me sentía bien. Y seguí caminando lentamente, sin mirar atrás. "Yo claustrofóbico".

Cuba esta en boca de todos por las últimas noticias que nos llegan de la isla. Yo no voy a entrar en cuestiones políticas que no me incumben y de las cuales no soy experto, por eso me reservo de dar una opinión que nadie me ha pedido. Voy a centrarme en exclusiva a lo narrado en el libro y si en algún momento comento alguna cuestión controvertida, será solamente para dar contesto, Y para los que quieran tener un testimonio fidedigno de la realidad cubana, recomiendo la lectura del magnífico libro Antes que anochezca del igualmente magnífico escritor cubano Reinaldo Arenas. Y después visionéis la adaptación del libro dirigida por Julian Schnabel con un enorme Javier Bardem. Dicho lo cual acompañadme a un tour al corazón más sucio de la Habana de la mano del Bukowski cubano Pedro Juan Gutiérrez. Esto es, la Trilogía sucia de la Habana.

El realismo sucio, es una corriente literaria surgida en los Estados Unidos. Se centra en una prosa concisa y dura, un minimalismo elevado a la enésima potencia donde prima una visión del mundo deprimente y todos los personajes son anodinos y normales con experiencias igual de anodinas. En su mayoría los autores recurren a elementos autobiográficos donde relatan sus propias vivencias a través de personajes ficticios que enmascaran sus personalidades. Nombres como John Fante, Charles Bukowski o Raymond Carver, engrosan la lista de los grandes exponentes del género. Un digno representante latinoamericano es Pedro Juan Gutiérrez, el cual es verdadero heredero de Bukowski.

Los tres libros que conforman la Trilogía sucia son: Anclado en tierra de nadie, Sabor a mí y Nada que hacer. Una sucesión de relatos cortos, en su mayoría protagonizados por el alter ego del autor Pedro Juan, donde se narran las aventuras cotidianas en su día a día, intentando subsistir en una Habana fría y deprimente. La mayoría de los relatos, que leídos de forma conjunta dan la sensación de una novela fragmentada, son narrados en una primera persona directa y cruda, sin ninguna floritura. Pedro Juan nos habla de su vida de forma sincera, con toda la mísera, podredumbre y rabia posible, bañado por un humor acido y cruel, que es al final lo único que nos queda, cuando todo se tuerce lo mejor es reírse.

Pedro Juan es un pícaro moderno, un sobreviviente. Cada movimiento que hace es para poder obtener un poco de respiro y poder saborear un poco la vida que tan dura se la hace. Cada día es una nueva oportunidad o una nueva estrepitosa caída. Es un funambulista que camina por un delgado hilo, soportando los golpes de los vendavales que intentan lanzarlo al vacío. Pero, como decía antes, Pedro Juan no pierde la sonrisa, afronta las bofetadas estoicamente, siempre con el típico humor caribeño. Pedro Juan también nos habla de los hombres y mujeres que como él, dedican su vida a eso, vivirla como buenamente pueden. Hombres abatidos, mujeres que usan su cuerpo para vivir, seres vencidos y derrotados que exprimen al máximo la precaria vida que les ha tocado vivir. Vidas las cuales les han arrebatado la posibilidad de pensar si quiera en el futuro, pues todo se resume al presente, y si piensa en el mañana, será para pensar que les deparara el día siguiente. Pero vuelvo a insistir, a pesar de todo, son felices, sonríen a la vida. 

Pedro Juan tiene tres pasiones que le distraen de su vida: la música, la bebida y las mujeres. La bebida, en especial el ron, escasa y a veces destilada de forma clandestina, es el estimulante que le hace poder olvidar su existencia. Una buena cogorza y mañana será otra día. Y los boleros, melancólicos y anhelantes, envuelven la Habana con sus melodías sensuales con sus letras llenas de romance y tristeza. Hacen que los cuerpos se encuentren, en las intimidades de las casas, en busca de calor, de una caricia y un beso. El sexo en los relatos de Pedro Juan es duro, salvaje. No se anda con reparos a la hora de narrar los encuentros en toda su sordidez posible. Masturbaciones, felaciones, sexo anal, cunnilingus, tríos y eyaculaciones abunda con un lenguaje soez y en extremo realista. Pedro Juan es un animal sexual, todo su cuerpo despide aroma de sexo y las mujeres le desean y él a ellas. Vive apasionados noviazgos que duran lo que dura una marea. Son tormentosos, vaivenes de amor, sexo y locura.

La otra gran protagonista de los relatos es la ciudad de la Habana. La vieja capital cubana es la muda espectadora de las desventuras de Pedro Juan, santa madre y custodia de sus pobres habitantes. Añeja, vetusta y marginal, desprende un romanticismo atrayente. Edificios decrépitos, de fachadas despintadas, calles adoquinadas donde deambulan coches de la edad soviética, inmortales como la ciudad y el Malecón, el paseo precioso cara al mar, donde Pedro Juan, acompañado de un cigarrillo en los labios, contempla reflexivo las olas en su hipnótico baile eterno. Siempre me han gustado los libros que transcurren en ciudades del mundo, que las hacen escenarios y protagonistas de sus historias. Sentir que caminas por sus calles junto a los personajes, contemplar sus edificios a través de las descripciones, es una autentica maravilla. Pues una buena y barata forma de viajar es leer un libro.

He de comentar que Pedro Juan Gutiérrez a penas cae en reflexiones políticas. En sus cuentos no aparecen discursos tanto a favor como en contra. El mejor que nadie sabe cual es la situación de su país y nosotros no somos quién para cuestionarla. El se limita a narrar su propia experiencia vital, los acontecimientos que le han ocurrido a él y también a narra lo que ve a su alrededor. Lo que menos quiere es lanzarnos un panfleto demagógico, lleno de ideología innecesaria. El propio autor vive unos periodos en España y otras en Cuba, por lo que su amplitud de miras es más abierta al poder experimentar las dos caras de la moneda. 

Los relatos que conforman la Trilogía sucia de la Habana son cortos y muy amenos. Algunos se extiende a tres o cinco paginas y otros solo una, lo que hace su lectura muy sencilla. Son como historias que fueran contadas por el propio Pedro Juan en la terraza donde vive, mientras tomamos ron. Sus frases son cortas, directas. Es bastante parecido al estilo de Bukowski, los dos destilan ese aire de acida melancolía y utilizan un tono poético. Os recomiendo encarecidamente la lectura de este libro, pues estamos ante un grandísimo escritor, un hombre que refleja su propia realidad con toda la suciedad de la cual esta recubierta y su lectura se hace amena e incluso divertida. 

Pedro Juan Gutiérrez (1950-)                                                                                                       



 


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