Las dos torres, J. R. R. Tolkien

 "Las huestes de Isengard aullaron, yendo de un lado a otro, pasando de un miedo a otro. Nuevamente sonó el cuerno de la torre. Y la compañía del rey se lanzó a la carga a través del foso de la Empalizada. Y desde las colinas bajaba, saltando, Erkenbrand, señor del Folde Oeste. Y también bajaba Sombragrís, brincando como un ciervo que corretea sin miedo por las montañas. Allá estaba el Caballero Blanco, y el terror de esta aparición enloqueció al enemigo. Los salvajes montañeses caían de bruces. Los orcos se tambaleaban y gritaban y arrojaban al suelo las espadas y las lanzas. Huían como un humo negro arrastrado por un vendaval. Pasaron, gimiendo, bajo la acechante sombra de los árboles; y de esa sombra ninguno volvió a salir". Las dos torres.



Vuelven las aventuras de Frodo, el portador del Anillo, que lo dejamos al final de la primera novela de la trilogía. Esta continuación del relato de los acontecimientos de la Guerra del Anillo, nos llevará a lugares fascinantes y oscuros al mismo tiempo. Sin más preámbulos, esto es Las dos torres. Aviso de posibles spoilers, se recomienda discreción en la lectura. 

Tras lo acontecido al final de La comunidad, la Compañía se ha disuelto. Tras unos acontecimientos trágicos algunos miembros han encontrado la muerte y esto hace que, quién sabe si inspirados por el afán de completar la misión, se forman dos grupos que buscan cada uno la manera de alcanzar un buen puerto. Por un lado se marchan Frodo y Sam, dispuestos a destruir el anillo y por otro Aragorn, Legolas y Gimli, quienes se embarcan en la misión de salvar a Merry y Pippin, capturados por los orcos. Y estos a su vez se las verán para escapar del cautiverio.

Estas tres líneas argumentales son el armazón de la historia y se mantendrá hasta el final. Ya en el final de la primera novela, Tolkien nos muestra una buena dosis de su don para narrar la tensión, la acción y la premura. Y es aquí, donde por fin vemos los grandes acontecimientos que sacudieron la Tierra Media, los momentos que hicieron peligrar a nuestros protagonistas y las enormes escenas de batalla que convierten El señor de los anillos como la obra cumbre de la fantasía épica. 

Por un lado tenemos las aventuras del trío de amigos que buscan sin descanso a los dos hobbits. Aragorn, Legolas y Gimli seguirán el horrendo rastro de los orcos que se llevaron Merry y Pippin, desesperados por el destino de sus pequeños amigos. Tras días angustiosos encuentran un rastro que les lleva al bosque de Fangorn. Allí se encontraran con la aparicio de Gandalf, trasformado en el nuevo Mago Blanco. Dejemos que disfruten el reencuentro y centrémonos en los  hobbits.

Los buenos de Merry y Pippin consiguen huir de sus captores y se internan en el bosque. Allí se encontraran con una de las criaturas más fascinantes, sorprendentes y maravillosas de toda la mitología tolkeniana: Bárbol, el Ent, el Pastor de árboles. Estas criaturas de aspecto arbóreo con rasgos humanos, son los encargados de cuidar de los árboles de la Tierra Media. De lenguaje milenario, los Ents necesitan tiempo para articular una frase, incluso para decir una palabra, dando una quietud y sosiego a la hora de comunicarse. Esto hace que las conversaciones, si se les puede llamar así, entre los Pastores de árboles sean eternas y largas, dadas la poca celeridad que les caracteriza. Dada su longevidad y su nula actividad, esto hace que puedan pasar años y años entre palabra y palabra. Los Ents viven apaciblemente rodeados del silencio y la tranquilidad de los bosques, vigilando el bienestar de sus amados árboles. Pero en su corazones hay un profundo pesar, igual de viejo que ellos mismos. Pues solo hay Ents-hombres, y la desaparición de sus compañeras femeninas, las Ents-mujeres, los deja en un estado de nostalgia y melancolía por la ausencia de ellas. Siempre albergan la esperanza de que algún día estas retornarán y podrán volver a llenar de alegría sus vetustos corazones. 

 
Bárbol, el Pastor de árboles

                                                           

Pero el tiempo de la paz ha terminado y los Ents tienen que tomar una decisión y acabar con la destrucción de su apreciado bosque, de manos por parte del malvado mago Saruman, antiguo aliado de Gandalf, reconvertido en la mano derecha del Señor Oscuro. Y para ello, convencidos por los hobbits, Bárbol encabezará la Marcha de los Ents, hacia la batalla contra el señor de Isengard.

Siguiendo con los tres amigos y el aparecido, deciden ir al reino de Rohan, para tomar la colaboración del rey Theoden, Señor de la Marca. Allí lo encontraran marchito y envejecido, siendo influenciado por Grima, Lengua de Serpiente, un sibilino consejero que encierra a el rey en una cáscara frágil y ajada. Gracias a la influencia de Gandalf, el rey vuelve a la vida y decide llevar a su gente al Abismo de Helm para evitar una matanza. En uno de los pasajes más emocionantes y brillantes de la novela, los Rohirrin, capitaneados por Gandalf a lomos de Sombragrís, tendrá lugar la primera gran batalla de la Guerra del Anillo.

Volviendo a Frodo y Sam, esto seguirán camino hacia Mordor, pero serán guiados por el ser que menos se esperaban: Gollum. Esta horrible criatura, de aspecto horroroso, pálido y demacrado, les llevará hacia su destino, pero que oculta una aviesas intenciones. Gollum antaño fue un hobbit llamado Smeagol, quién tuvo la desgracia de encontrar el Anillo. Atraído por él, asesino a su amigo para quedarse con su preciado tessssoooroo. Y ahí empieza su calvario, cómo el objeto maldito fue consumiendo poco a poco su cuerpo y su alma, transformándolo en una criatura horrible y malvada. Apartado de todos, se encerró en unas profundas cavernas, para poder adorar a su tesoro, en la oscuridad. Hasta que Bilbo se lo tropezó y le robo el anillo. Desde entonces Gollum repitio hasta el hartazgo las palabras "comarca" y "Bolsón", y no descansaría hasta volver a tener entre sus nudosos y terribles dedos su tesoro. 

 
Gollum

                                                                     

Las dos torres continua de manera magistral los acontecimientos de la Guerra del Anillo. Tolkien aquí nos muestra su capacidad para retratar las batallas que sacuden la Tierra Media. Como buen veterano de la Primera Guerra Mundial, nadie como él supo lo que es el ambiente que se vive durante una guerra. Esa perturbadora quietud que se respira momentos antes de una batalla, el fragor de está, donde muchas veces el instinto de supervivencia prevalece antes de que el cumplir las órdenes. El luchar codo con codo a tus compañeros, trasformados en amigos. Y aquí todo se encuentra en las batallas descritas en la novela. Tolkien narra con majestuosidad la carga de los Rohirrim, como el fulgor blanco de Gandalf los guía y les infunden un valor extremado. También son solemnes la Marcha de los Ents, al motrarnos como cuando no queda más remedio, una buena defensa en un buen ataque. Y también vamos viendo como la influencia maligna del Anillo va mermando el animo de Frodo, consumiendo sus energías y tentándole para caer en sus garras.

Esta segunda lectura ha sido para mí una gran satisfacción. He podido sentir la ansiedad de Aragorn por encontrar a los hobbits, he sido trasportado a bosque de Fangorn, he sentido el regocijo por la vuelta de Gandalf, la sospecha de las intenciones de Gollum y el frenesí de la carga de los Rohirrim. Tolkien se ha mostrado como un extraordinario narrador, siendo en la primera un contador de cuentos y en esta un cronista de guerra fantástico. Maravilloso, con ganas de culminar la trilogía del Anillo. 


  
John Ronald Reuel Tolkien (1892-1973)

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