El crimen de los Galindos. Toda la verdad, Juan Mateo Fernández de Córdova
Estamos ante uno de los casos más enigmáticos, crueles y misteriosos de la crónica negra española. Un crimen que, cuarenta y siete años después, sigue despertando interés, terror y preguntas hoy en día. Una incógnita que sigue sin despejar las dudas de quién o quienes fueron capaces de cometer semejante carnicería y cuales fueron los motivos para arrebatar tanta vida de la forma más inhumana y salvaje posible. Un caso que desde el principio estuvo repleto de fallos garrafales por parte de las autoridades que sirvieron a los culpables a salir impunes. Un nombre que quedará manchado para siempre a sangre y fuego en los anales de la historia criminal española, por su crueldad y su misterio. Y ahora, tras tanto tiempo lleno de dudas, se alza una voz muy cercana a los protagonistas, para intentar dar algo de luz ante uno de los crímenes más atroces. Damas y caballeros esto es: El crimen de los Galindos. Toda la verdad por Juan Mateo Fernández de Córdova.
22 de julio de 1975, del cortijo Los Galindos, en el pueblo sevillano de Paradas, una sofocante tarde donde se alcanzan los 49 grados, los jornaleros que vuelven de trabajar los olivos de la finca se percatan de que desde el cortijo se ve una columna de humo. Allí se encuentran el cortijo abandonado y sin rastro de Manuel Zapata, el capataz. Corren hasta donde esta el fuego. Buscando al capataz, encuentran su casa cerrada con un candado y un reguero de sangre. Horrorizados, decide acudir al cuartel de la Guarda Civil. Allí el cabo Raúl Fernández llama a los bomberos y acude al cortijo con su compañero. Viendo el candado en la puerta, decide volarlo con su arma reglamentaria y al abrirla, sale despavorida Tundra, la perra de Zapata profiriendo alaridos. Tras el susto, los guardias entran y siguen el rastro de sangre que les lleva hasta un dormitorio donde yace el cuerpo sin vida de Juana Martín Macías de 53 años, con el rostro totalmente destrozado a golpes, desfigurado en una espantosa máscara de goma. Tras este atroz hallazgo, los guardias se percatan de otro rastro sanguíneo que les lleva hasta el cadáver de Ramón Parrilla tractorista de 40 años, acribillado a balazos de escopeta y oculto en un montón de paja. Cuando el fuego es sofocado, se descubren entre los restos dos cuerpos calcinados. Se deduce que son Asunción Peralta y José González, matrimonio de 34 y 27 años respectivamente.
Los civiles descubren una escopeta en un SEAT 600 propiedad de Zapata, quien al estar desaparecido se convierte en el principal sospechoso. La primera hipótesis fue que, producto de las altas temperaturas, Zapata, enajenado ha asesinado a golpes a su mujer, luego a Parrilla y al matrimonio, quemando los cuerpos y produciendo un incendio. Por lo tanto se produce a la búsqueda y captura del capataz. A los tres días, y hallado por Tundra la perra, se encuentra el cadáver de Manuel Zapata de 59 años a unos metros dentro de la finca de forma inexplicable, pues había sido revisada a conciencia por las autoridades. Este sería el primero de los misterios que envolvieron este caso. El forense dictaminó que, Manuel Zapata fue el primero en morir en aquel horrible y abrasador día.
Tras esto, la prensa, empezó a idear una serie de hipótesis, a cada cual más rocambolesca. Unas decían que había sido un grupo de Legionarios que habían llevado droga a la finca, otras que había sido una mafia, también de la droga. Pero la que más fuerza tomo fue inculpar a José González como autor material de los asesinatos. Un lío amoroso entre ellos desencadeno toda esa orgía de sangre.
La Guardia Civil ayudó, de manera inconsciente, a que muchas de las pruebas se perdieran aquel día. Se permitió que mucha gente anduviera alrededor de los cadáveres y dentro del perímetro del crimen, y para colmo se ordenó limpiar la sangre para que la prensa tomará las imágenes y no fueran chocantes. También se permitió que Gonzalo Fernández de Córdova y Topete, marqués de Grañina y esposo de la dueña del cortijo María de las Mercedes Delgado Duran, pasará la noche allí en compañía de Antonio Gutiérrez su administrador. Algo inentendible que alguien pernocte en el lugar de un crimen.
Ahora Juan Mateo Fernández de Córdova, el hijo del marqués, decide alzar la voz y narrar los hechos e intentar desentrañar la serie de preguntas que rodean el caso y apuntar a los posibles culpables. En su libro habla desde su propia experiencia, como vivió desde dentro aquel terrible suceso y como le afecto. Como conocido de los fallecidos, siente la necesidad de limpiar las reputaciones de los que fueron convertidos de víctimas en verdugos y difamados por la prensa de la peor manera. Él sabía perfectamente como eran aquellas personas, honradas, trabajadoras y buenas, y no las mentiras que dijo la prensa de ellos, cimentando un odio y rencor entre las familias. El autor dispara (valga el mal chiste), contra aquellos que deshonraron la memoria de los fallecidos, y ataca sin piedad a periodistas, como los del El caso, el periódico sobre crónica negra más famoso de España. Tildándolos de carroñeros, mentirosos y difamadores, siendo comprensible su rencor dada la cercanía con las víctimas. Tampoco se guarda calificativos con Alfonso Grosso, novelista que quedo finalista del Premio Planeta con una novela basada en el caso, llamada Los invitados donde cimenta la teoría de que una mafia extranjera de la droga estuvo detrás del caso.
No diré cual es la razón, siempre en base al testimonio del autor, que desencadenó los asesinatos. Pues prefiero que seas vosotros quienes descubráis el motivo. Bien es cierto que no hay pruebas que den la razón al autor, pues muchas de sus teorías pueden estar argumentadas por una especie de inquina hacia los principales sospechosos, pero es verdad que su teoría es la menos descabellada de todas, siendo incluso plausible, pero hay que cogerla con pinzas, pues es eso, una teoría.
El libro se lee de forma amena, pues el autor escribe correctamente. Se dan una cantidad de datos que sirven para tener una perspectiva, no solo del caso, si no de los actores, tanto principales como secundarios, que participaron en aquella terrible tragedia, la situación político-social de la época, con el dictador a las puertas de la muerte y una España que estaba apunto de despertar tras muchos años de letargo franquista. El libro es muy recomendable, sobre todo para aquellos interesados con la crónica negra, entre los que me incluyo. Uno de los pasajes que más me han impresionado es cuando narra, desde su teoría, como se desarrollaron los crueles asesinatos. Están tan bien narrados que se puede notar hasta el terrible calor de aquel hórrido día en Los Galindos. El autor confía en escribir otro libro, esta vez con el o los asesinos ya confirmados totalmente, a lo cual allí estaré yo para leerlo.
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