El brujo del cuervo, Ngũgĩ wa Thiong'o


"A pesar de ciertas contradicciones en los detalles, todos coincideron en que, apenas el soberano puso un pie en la catedral, las paredes temblaron como por efecto de un terremoto. Las cruces de las paredes, las ropa de la gente, los papeles fueron presa de una agitación, como si se debatieran por huir. Y cuando el obipos Inefable Kanogori apoyó en el altar una Biblia pequeña que tenía en las manos, el altar se sacudió y la Biblia fue a parar al suelo. En lugar de recogerla, el obispo desapareció en una antesala y, antes de que todos dejaran de preguntarse qué lo habría hecho abandonar el sagrado libro y a sus fieles, reapareció llevando una enorme Biblia en la mano derecha y una cruz inmensa en la izquierda y extendió las manos hacia el soberano. El obispo movía los labios como si estuviera recitando un ensalmo, pero nadie alcanzó a oír sus palabras, por lo que ninguno pudo repetirlas más tarde" El brujo del cuervo.

Esta es, sin ningún tipo de dudas, la lectura del año, no solo por el impacto que ha causado en mi persona, si no también por su extensión.  Los libros que sobrepasan las trescientas páginas pueden causar un tipo de recelo a alguien que no este atrapado por el mal del amor por la lectura, pero incluso a estos puede no interesarles, por el tiempo que puede llevar su lectura. Pero muchas veces, un libro extenso, puede ser de los más gratificante. Recuerdo cuando leí la primera novela de Charles Dickens, Los papeles póstumos del club Pickwick, las aventuras de un cuarteto de caballeros, con reminiscencias quijotescas, por la campiña inglesa, salpicadas del fino humor de su autor, aún alejado del estilo que le haría inmortal. Fueron tantos días de lectura que llegue a generar una especie de vínculo con los personajes, cogiendoles cariño. Y llegado el final de la historia me dejó un gran vacío. Pues esto mismo me ha pasado con el libro a reseñar. Una historia, que en un principio parecía una cosa, pero acabó siendo otra, más divertida. Como bien dice el dicho "fui en busca de cobre y encontré oro". Sin más que decir, os presento: El brujo del cuervo de Ngũgĩ wa Thiong'o.

La República Libre de Aburīria esta sometida a la férrea voluntad del soberano, dictador que gobierna de forma absoluta. Rodeado por una serie de aduladores, que pelean entre sí para ganarse el favor del dictador, estos cumplen sin vacilación su voluntad, llegando a idear una construcción que elevará su megalomanía a cotas inimaginables, elevar el edificio más alto de la historia, capaz de llegar a la morada de Dios: El Camino al Cielo. La población, sometida y sojuzgada al poder dictatorial, tendrá que apañarselas para hacer caer el régimen. Un grupo de personajes de lo más variopinto, serán los protagonistas de esta historia, con la figura central del Brujo del cuervo.

La novela podría ser perfectamente incluida en ese subgénero conocido como Novela de dictador, dónde la trama se centra en un país, algunas veces ficticio, gobernado por un régimen dictatorial. Los principales ejemplos: Yo, el Supremo de Augusto Roa Bastos, Tirano Banderas de Valle-Inclán, El Señor Presidente de Miguel Ángel Asturias o La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa. 

He de decir que yo iba con las expectativas de encontrar una especie de novela seria, dónde se tratara el mal que sufrieron y siguen sufriendo, algunos países de África, la lacra de gobiernos autoritarios. Pero lo que acabé encontrando fue una opereta disparatada, llena de situaciones que rozan el realismo mágico, dónde abundan personajes esperpénticos. El humor desborda acidez, deformando las situaciones, dando un cariz surrealista. Un inmenso mosaico de personajes que por momentos parecen salidos de una mala pesadilla en media de la siesta. 

Kamītī, el protagonista será quién haga tambalear los cimientos de la dictadura, pero de la manera más estrafalaria. Tras un suceso extraño, tendrá que transformarse en "el brujo del cuervo". Gracias a esto conocerá a Nyawīra, una mujer que le ayudará en su nuevo papel como el sanador del cuerpo y el alma. Entre los dos comenzará una relación de amor tan bella, como intensa, sobrepasando todo tipo de obstáculos. Kamītī es el personaje en el cual recae toda la acción de la novela. Por una parte es una especie de héroe trágico, el cual debe aceptar su destino, a pesar de las dudas que le surgen a lo largo de la historia. Por otro lado esta Nyawīra, quien es el complemento y opuesto al mismo tiempo. Ella es una mujer envuelta en un halo de misterio, del cual se puede desprender una fortaleza de espirítu y un tremendo sentido de la justicia. Entre los dos se cernirá toda la maquinaria del poder autoritario.

Enfrente de esta pareja, que podríamos denominar como los "buenos", están las "fuerzas del mal". Los adeptos del gobierno, bajo el amparo del soberano, mostraran sus peores facetas para alcanzar sus aspiraciones personales. Dentro del gabinete ministerial que controla Aburiria, destacan un trío de ministros, que se convirtieron, literalmente, en los ojos, los oídos y la voz del soberano. Sikiokuu, Machokali y Big Ben Mambo. Los tres representan en todo su esplendor, el pelotismo y la adulación más patética, arrastrada y servil del mundo. Estas moscas chupopteras se aprovechan de revolotear entre el hedor putrefacto del soberano y, como esos pequeños peces que se pegan a las aletas de los tiburones, se alimentan de las sobras del dictador. Con sus exageradas operaciones estéticas, las cuales le agrandaron las orejas, los ojos y la lengua respectivamente, sirven para mostrar hasta que punto llegan estos desagradables personajes ávidos de poder. Los momentos más hilarantes serán en las constantes peleas entre Machokali y Sikiokuu, para ver quien se llevan el favor del soberano, ante la gran empresa del país, "El Camino del cielo". 

Otros dos personajes, que pueden representar la avaricia en su máximo esplendor, serían el empresario Tajarika y el intrigante Kaniūrū. Tajarika se erige como una suerte de protagonista secundario, pues lo vamos acompañando en su divertida y accidentada historia para llenar sus bolsillos. Por otro lado Kaniūrū, un ser lleno de rencor y odio solo responderá con mentiras y adulaciones para alcanzar sus metas.

Arigaigai Gathere, más conocido como A.G. un policía estrafalario, que cuenta la historia desde su perspectiva a un público oyente, salpicará la narración con sus ocurrencias y su inamovible coletilla en suajili ¡Cierto! Haki ya mungu. Y por ultimo estaría Vinjinia, la sufrida mujer de Tajarika y la tierna y devota pareja de ancianos Maritha y Mariko.

Pero por encima de todos, se eleva la ominosa y terrible sombre del soberano. Un hombre trasformado por su infalible poder, que le concierne un cariz casi divino, del cual no sabemos si quiera su nombre. Arquetipo de la figura del dictador africano, sanguinario, déspota, corrupto y con complejo de Dios, que vive de las alabanzas serviles de sus ministros, que le agrada la constante lucha por su aprecio, siempre y cuando no superen en su corrupción y que destruirá sin piedad a quién ose desafiar su poder. Bien podrían ser reflejo suyo Idi Amin Dada, Mobuto Sese Seko, Jean Bedel Bokassa, Teodoro Obiang o Robert Mugawe entre otros.

El brujo del cuervo es una novela monumental de un escritor enorme. Thiong´o es una de las grandes voces de la literatura universal. Este es mi segundo acercamiento a la literatura africana. La primera fue Todo se desmorona del fallecido Chinua Achebe, otra de las grandes voces literarias de África. Del cual hablé en una entrada del blog. La enorme tela de araña tejida por Thiong´o va llevándonos a una historia que va volviéndose más y más atrapante y más y más divertida. La Tragicomedia sustenta el relato, mostrando las terribles consecuencias de una terrible dictadura, pero mostrando el afán de libertad del pueblo y sus luchas constantes con el régimen. La mezcla entre las tradiciones ancestrales y las nuevas creencias venidas de Europa, en concreto el cristianismo, conviven en Aburiria. El autor relata como es el cruel destino de África, pasando del sangrado y expolio constante por parte de los colonizadores europeos, logrando una ansiada libertad que es atenazada por crueles dictadores que continúan devastando sus países y masacrando a sus pueblos.

Como digo esta es la lectura del año, me ha dejado una profunda huella de satisfacción. Una sátira destenillante, donde se muestra lo ruin, deagradable y avaricioso, aderezada con unos pasajes dignos del mejor realismo mágico, donde la realidad se deforma hasta límites maravillos. El brujo del cuervo es una novela monumental, grandiosa y divertida, una parábola mágica sobre la historia de África, donde se puede ver lo mejor y lo peor del ser humano, de hasta donde pueden llegar los sentimientos de libertad y que por mucho que lo intenten, los sátrapas y los despostas nunca podrán menoscabar la ferrea voluntad del pueblo. Totalmente recomendada ¡Cierto! Haki ya mungu.


Ngũgĩ wa Thiong'o (1938-)

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