Cara de pan, Sara Mesa
Cuando un libro te durá unos tres días, es porque te ha atrapado tanto que has sido incapaz de dejarlo hasta leer cada una de las palabras que lo conforman. Pues eso es lo que me ha pasado con el libro a reseñar. Una novelita que te atrapa, te zarandea, te conmueve y te asombra. Sin más preámbulos: Cara de Pan de Sara Mesa.
Un escenario: un parque. Dos personajes: Casi y el Viejo. Los dos son personajes totalmente opuestos. Ella es una chica adolescente que falta a clase y él un cincuentón sin oficio ni beneficio. Los dos parecen buscar algo. Algo que les consuele, que les alivie, les reconforte. Ella huye de una existencia insoportable en el instituto. Suele gustarle la soledad y allí tiene que ser más extrovertida y los cambios en su cuerpo le han ganado un mote que no entiende y desprecia al mismo tiempo: "cara de pan". Por otro lado, el Viejo busca saciar su amor por las aves, va al parque y los observa.
Los dos se encuentran por casualidad. Al principio salen los prejuicios, pero después, poco a poco se irán dando cuenta de lo mucho que se necesitan el uno al otro. Ella verá en el Viejo ser entrañable, que adora los pájaros y a Nina Simone a partes iguales. Y él tendrá en Casi alguien con quién hablar, alguien que le comprende y lo estima.
Sara Mesa teje una historia inquietantemente tierna, un cuento retorcidamente dulce. O amargo, según se mire. Porque está es una historia de falsas apariencias, de cosas que no lo son. La relación de Casi y el Viejo pueden hacer enarcar una ceja, incluso repeler, sembrar dudas, cosa que hará desencadenar los acontecimientos de la obra. Pero en el fondo no es más que el encuentro de dos personas que no encajan, no entienden, pero de pronto encuentran a otro ser igual, que les hace más soportable la vida.
Casi es eso, una casi adolescente. Producto típico de esa edad fronteriza entre la despreocupación de la infancia y la inmediatez de la adultez. Acomplejada con su aspecto, busca el refugio en la soledad, en el rechazo a los demás. Al principio ve en el Viejo a un ser estrafalario, un friki de los pájaros. Pero de pronto crece en ella una comprensión hacia a aquel hombre bien vestido, educado y lo verá como una vía de escape. A pesar de vivir en una familia que la quiere, es incapaz de verlo todo con pesimismo.
Por otro lado el Viejo es un ser, digamos, peculiar. Los dos amores de su vida (las aves y Nina Simone) rozan la obsesión. Él ve en Casi una igual, una voz que le contesta y alguien que le presta atención. Es un niño grande, que es incapaz de relacionarse con los de su estatura y Casi comprende como se siente. Pero a diferencia de esta, él no maldice su suerte, al contrario. Cada día es un día más para ver a sus queridas aves e idolatrar a la Alta sacerdotisa del Soul.
De fondo está el parque donde los dos se encuentran. Un parque municipal como el que hay en cualquier ciudad, pero que a través de las letras de la autora se vuelve un refugio mágico, un lugar de sanación, una tabla de salvación.
Cara de pan es una novela inolvidable. Un clásico instantáneo. Un relato que te cala hasta los huesos. Cómo un libro de apenas 136 páginas es capaz de trasmitir tantas cosas es maravilloso. Sara Mesa es capaz de darlo todo sin necesidad de alargar la historia en demasía. Es conciso, certero, al grano. Brillante. En mi caso era incapaz de dejar de leer. Quería más y más. Cada frase, cada párrafo. Cómo dije en la reseña de Mala letra, Sara Mesa escribe que da gusto. Es sin duda una autora a la que voy a seguir bastante a menudo Sin duda está es una de las lecturas del año. Y eso que acaba de empezar.
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