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Mostrando entradas de agosto, 2024

La sombra y otros cuentos, Hans Christian Andersen

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Entonces sintió mucha vergüenza y hundió la cabeza bajo las alas, no sabía por qué; era feliz en demasía, pero no sentía ni pizca de orgullo, porque un buen corazón nunca se vuelve orgullo; pensó de qué manera había sido perseguido y escarnecido y ahora oía a todos decir que era la más espléndida de las aves más hermosas. Y las lilas se inclinaban con sus ramas hasta tocar el agua, y el sol brillaba cálida y gratamente. Entonces ahuecó sus plumas, irguió su esbelto cuello y exultó de gozo en su corazón. —No soñé una felicidad semejante cuando era un patito feo.   "El patito feo".  Y restregó precipitadamente el resto de fósforos que habían en el manojo  —de tal forma no quería perder a la abuela — y los fósforos lucieron tanto que había más luz que en pleno día. La abuela no había sido nunca tan hermosa ni tan alta, levantó a la muchachita en sus brazos y volaron en resplandor y gozo, más y más alto, a donde no había frío, ni hambre ni miedo; estaban con Dios. " La niña

La chica de al lado, Jack Ketchum

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"Pero solo una vez. No volví a huir. Después de aquel día, yo era un adicto y mi droga era el querer saber. El querer saber lo que era posible. El conocer cuán lejos podía llegar aquello. Hasta dónde ellos se atreverían a llegar ". La chica de al lado. Esta puede ser la reseña más dura que voy escribir. Porque la novela que terminé por la noche, destruido y vacío por dentro, ha conseguido lo que ninguna otra ha podido hacer: acojonarme de verdad.  Me gusta mucho el género de terror, no por ello uno de mis autores predilectos es el indiscutido  Rey del terror . Lo que más me fascina del género es como a través del tiempo los miedos han ido evolucionando desde los fantasmas góticos y los castillos malditos, pasando por las pesadillas de  Poe , los monstruos intergalácticos de Lovecraft, hasta llegar a los terrores modernos de  King  y sus sucesores. Todos nos podemos asustar con demonios, vampiros o muñecos diabólicos, pero lo que de verdad pone la piel de gallina y hace que un

El fantasma de la Ópera, Gaston Leroux

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"Lo cierto es que, desde hacía algunos meses, en la Ópera no se hablaba de otra cosa que de ese fantasma de frac negro que se paseaba como una sombra de arriba abajo del edificio, que no dirigía la palabra a nadie, al que nadie se atrevía a hablar, y que, por otro lado se evaporaba tan pronto como era visto sin que pudiera saberse por dónde ni cómo".  El Fantasma de la Ópera. El Fantasma de la ópera es uno de los personajes oscuros y siniestros más reconocibles del panorama del terror. Esa criatura ominosa y oscura que se oculta en los entresuelos de la ópera de París, creando un halo de misterio entre los asistentes y los trabajadores de un ente que se pasea entre bambalinas llevando el terror por donde pasa y dejando un reguero de muerte y tragedia, han catapultado al imaginario colectivo al Fantasma, aupado por el cine y el teatro musical.  Pero todo tiene un origen y el del Fantasma vino por la publicación de una novela que lo volvió universalmente conocido y que os vengo

Cuentos completos 1, Jacob y Wilhelm Grimm

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Rapónchigo era la niña más hermosa bajo el sol. Cuando cumplió doce años, la hechicera la encerró en una torre que estaba en el bosque y no tenía puerta ni escaleras, solamente arriba una pequeña ventana. Cuando la bruja quería entrar, gritaba desde abajo:  —¡Rapónchigo, Rapónchigo, deja caer tus cabellos! Rapónchigo tenía unos caballos muy hermosos, finos como si fueran de oro hilado. Cuando oía la voz de la hechicera, desataba sus trenzas, las enrollaba en un gacho en la ventana y los cabellos le caían cincuenta codos y la hechicera trepaba por ellos. "Rapónchigo". Hacia ya tres días que habían abandonado la casa de su padre. Comenzaron de nuevo a andar, pero cada vez que se adentraban más en la espesura del bosque, y si no recibían pronto ayuda, morirían. Pero al mediodía vieron un hermoso pajarillo, blanco como la nieve, que estaba posado en una rama, contando de forma tan hermosa que se detuvieron y le escucharon. Y cuando terminó, batió sus alas y voló ante ellos; los n

Moby Dick, Herman Melville

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"— ¿Quién te lo ha dicho? —gritó Ahab, y luego, tras de una pausa—: Sí, Starbuck; sí, queridos míos que me rodeáis; fue Moby Dick quien me desarboló; fue Moby Dick quien me puso en este muñón muerto en que ahora estoy. Sí, sí —gritó con un terrible sollozo, ruidoso y animal, como el de un alce herido en el corazón—: ¡sí, sí! ¡fue esa maldita ballena blanca la que me arrasó, la que me dejó hecho un pobre inútil amarrado para siempre jamás! —Luego, agitando los brazos, gritó con desmedidas imprecaciones—: ¡Sí, sí, yo la perseguiré al otro lado del cabo de Buena Esperanza, y del Cabo de Hornos, y del Maelstrom noruego, y de las llamas de la condenación, antes de dejarla escapar! "  Moby Dick. ¿Qué hace que una obra se vuelva clásica? Yo creo que lo que la vuelve clásica es la capacidad de volverse atemporal, de mantener viva su lectura y que cada persona la descubra con la misma pasión que sus predecesores. Italo Calvino dijo que: "los clásicos son esos libros que nos llega

Cuentos completos, Charles Perrault

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É rase una vez una niña de pueblo, la más bonita que se pudo ver jamás; su madre estaba loca con ella, y su abuela más loca todavía. La buena mujer encargó una caperucita roja para ella, que le sentaba tan bien, que por todas partes la llamaban Caperucita Roja. "Caperucita Roja". Érase una vez un hombre que tenía hermosas casas en la ciudad y en el campo, vajilla de oro y plata, muebles tapizados de brocado y carrozas completamente doradas, pero por desgracia, aquel hombre tenía la barba azul: aquello le hacía tan feo y tan horrible, que no había mujer ni joven que no huyera de él. "Barba Azul".  En esta nueva jornada del viaje a la infancia, tras revisar los  cuentos de Andersen , ahora le toca el turno al hombre que dió formula y base a los cuentos de hadas, presentado personajes que ya son parte del imaginario colectivo a través de los siglos, y entregando unas sabias reflexiones y una juiciosas moralejas que han servido de mejor escuela para los niños de varias

La Reina de las Nieves y otros cuentos, Hans Christian Andersen

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—¡Adiós, adiós!  —dijo la golondrina, al marchar volando de nuevo de las tierras cálidas, en largo camino de vuelta a Dinamarca; allí tiene un pequeño nido junto a la ventana donde vive el hombre que cuenta cuentos, con su cuic, cuic, le ha contado a él todo este cuento. "Pulgarcita".  Ninguna estaba tan deseosa como la menor, precisamente la que tenía que esperar más y era tan tranquila y pensativa. Muchas noches permanecía junto a las ventanas abiertas y miraba hacia arriba a través del agua azul oscura, que los peces movían con sus aletas y colas. Podía ver la luna y las estrellas, que brillaban pálidamente, pero a través del agua lucían mucho más grandes que a nuestros ojos; a veces se deslizaba como una nube negra bajo ellas; entonces sabía si era una ballena que nadaba por encima o quizá un barco con multitud de hombres; poco pensaban ellos que una preciosa sirenita se encontraba debajo y alzaba sus manos blancas hacia la quilla. " La sirenita". Me gustan much