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Mostrando entradas de julio, 2025

Los 200 primeros casos de Mortadelo y Filemón, Francisco Ibáñez

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Todo tiene un origen, un principio. Antes de pasar a formar parte del imaginario colectivo, todo personaje, ya sea literario, comiquero o cinematográfico, tiene una primera aparición que lo coloca en el mundo, provocando un cataclismo imparable y dejando una estela que eleva a esos personajes a la inmortalidad. Cuando a Francisco Ibáñez le ofrecieron crear su propia serie en Bruguera jamás pensó que esos dos personajes parodia de Sherlock y Watson iban a convertirse en los personajes más queridos, reconocidos y longevos de la historieta española, elevando a su autor a un pedestal como maestro del humor y autor respetado por varias generaciones. La historia del tebeo español no volvió a ser la misma, cuando un larguirucho calvo y de larga nariz coronda con unas gafas, ataviado con una levita de funerario y un bajito con pajarita y dos solitarios pelos sobre su cabeza, echaron a andar sobre las paginas de Pulgarcito viviendo desopilantes aventuras, repletas de trompazos, enredos, confusi...

Francisco Ibáñez, el hombre que me enseñó a leer.

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Francisco Ibáñez, el mago del humor. Esto fue escrito al poco tiempo de morir Francisco Ibáñez en 2023. Antes de quemarme las dioptrías con los libros, hay una pasión que me vuelve loco. Y son los tebeos de Mortadelo y Filemón del maestro Francisco Ibáñez. Desde que tengo uso de razón, dos cosas hicieron mi infancia muy, pero que muy feliz. Por un lado las películas de Disney y por otro los tebeos. Mi madre y mi tía me los compraban cada vez que yo veía uno en algún kiosco. Con el pasar de los años he logrado tener una colección bastante completa de todas las aventuras de los peores agentes secretos del mundo. Más de doscientos tebeos, que tienen el cambio de pesetas a euros, y su subida de precios, claro, como testigo del imparable paso del tiempo. Tardes leyendo sus divertidas historietas son de mis mejores recuerdos, aderezados por el dulzón olor de la tinta que desprendían. Si a Proust se le abría la memoria con el olor del café y el sabor de una magdalena, en mi caso lo hace el ol...

Donde más duela, Ana Mendoza

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"Lo próximo que sabría de ella sería al verla en el periódico enterándose de todo lo que aquella mujer había hecho. Recordaba conversaciones donde ella le decía que por nada del mundo quería perder a su marido, pero que necesitaba comprobar si le estaba siendo infiel y que quería darle una lección. Ahí se dio cuenta de que Paqui había perdido los papeles totalmente y no había podido gestionar todo aquello de forma adecuada. El colmo para ella había sido el hecho de tener que soportar acudir a un intercambio de parejas, propuesto por su marido; la ofensa había llegado al extremo. Paqui no le había dado una lección a su marido, sino que había destruido toda una vida, toda una familia, y ahora estaba siendo investigada por un doble asesinato: el de sus propios hijos". Donde más duela. De todos los crímenes que recoge la maravillosa y mi favorita colección Sinficción, los más terribles y abominables, aunque cuando todos lo son, son lo que involucran a niños. Casos tran crueles co...

Las otras niñas, Santiago Díaz

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"Él asiente y sus hijos salen de la habitación. Antes de entrar en el baño, se detiene frente al espejo y observa su reflejo en silencio. Ha perdido bastante pelo y ha ganado kilos, pero sigue siendo un hombre atractivo. Acaricia con la yema de los dedos la cicatriz de uno de sus brazos y recuerda que lo que había debajo de esos horribles pliegues de piel no era sino la representación de la muerte". Las otras niñas. ¿Qué pasaría si de uno de los criminales más buscados, un monstruo sin escrúpulos y escurridizo, culpable de uno de los crímenes más infames de la historia criminal española, aparezca de pronto una huella suya en suelo español muchos años después de estar en busca y captura? Pues sobre esta premisa levanta Santiago Díaz una novela adictiva que te atrapa desde las primeras palabras. Una secuela magnífica que pone a la brillante y obsesiva inspectora Indira Ramos y su equipo en el caso más complicado de su carrera, dar caza al mayor monstruo de la historia española....

Rojo amanecer en Lepanto, Luis Zueco

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"Aquel amanecer lo recordaré toda mi vida. Entre un silencio espeso más de cien mil hombres vimos el amanecer más rojo de nuestras vidas. Los que estábamos allí nunca podríamos olvidarlo, sabíamos que ese día que nacía sería el último que viéramos muchos de nosotros. Dios, nuestro señor, parecía también saberlo, por eso nos obsequio con el amanecer más hermoso que mis ojos hubieran visto nunca. El sol tiñó todo el Mediterráneo de un rojo sangre, como queriéndonos mostrar lo que horas más tarde nos esperaba. Nuestro sacrificio iba a servir para honrar a Dios y salvar la cristiandad". Rojo amanecer en Lepanto. En la amplia y magistral historia de España hay una infinidad de nombres cuya gloria y fama engrandecieron una nación cuyo imperio no se ponía el sol. Uno de estos personajes extraordinarios fue alguien que nació como hijo de un rey pero nunca fue aceptado como tal, pero gracias a una personalidad arrolladora, un afán de gloria en la batalla y una defensa férrea por su fe...

Muerte en el Nilo, Agatha Christie

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"El detective se frotó la nariz y habló con voz triste: —Ocurre algo a bordo de este barco que me inquieta más de lo que me gustaría. Race lo miró inquisitivamente. —Imagíneselo —dijo Poirot—. Una persona, a quien llamaremos A, ha ofendido gravemente a otra, B. La persona B ansía vengarse y hace objeto a las otra de sus amenazas. —¿Están A y B a bordo? Poirot asistió. —Precisamente. —Y B, supongo en mujer. —Exacto. Race encendió un cigarrillo. —Yo no me preocuparía. Las personas que dicen a todo el mundo lo que van a hacer generalmente no lo hacen. —Y, en particular, ése es el caso de las mujeres. Sí, es verdad. —¿Algo más? —Sí, algo más. Ayer la persona A escapó de milagro de la muerte. Un tipo de muerte que bien podríamos denominar como accidente casual. —¿Maquinado por B? —No, ésa es precisamente la cuestión. B, probablemente no ha tenido nada que ver. —Entonces fue un accidente. —Así lo supongo yo también, pero no me gustan esa clase de accidentes. —¿Está seguro de que B no se...

El subastador, Joan Samson

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"Las ruedas estaban en la leñera. John y Gore tomaron dos cada uno y las llevaron hasta la camioneta. Mim pasó corriendo por su lado riéndose, en pos de la última rueda, que hacía rodar por el césped como si hubiera sido un aro. Gore abrió la puerta trasera de la camioneta y metió dentro las ruedas una tras otra. —Gracias —dijo, y dio una palmadita afectuosa a la rueda que estaba encima del montón—. Apuesto a qué vamos a sacar diez dólares por todo esto cuando ese nuevo subastador ponga manos a la obra.  Mim y Hildie miraron dentro de la camioneta. Vieron una caja llena de platos desconchados, una mesa de trabajo de madera de pino muy agrietada y un sillón de gran tamaño al que se le salía relleno de uno de los reposabrazos. —¿Por qué se lleva nuestras ruedas?— preguntó Hildie mientras el vehículo se alejaba  —Porque un subastador las va a vender —respondió John. —¿Y por qué? John frunció el ceño y se encogió de hombros. —A cambio de dinero, cariño —le respondí Mim—. Pero eso ...