Los 200 primeros casos de Mortadelo y Filemón, Francisco Ibáñez


Todo tiene un origen, un principio. Antes de pasar a formar parte del imaginario colectivo, todo personaje, ya sea literario, comiquero o cinematográfico, tiene una primera aparición que lo coloca en el mundo, provocando un cataclismo imparable y dejando una estela que eleva a esos personajes a la inmortalidad. Cuando a Francisco Ibáñez le ofrecieron crear su propia serie en Bruguera jamás pensó que esos dos personajes parodia de Sherlock y Watson iban a convertirse en los personajes más queridos, reconocidos y longevos de la historieta española, elevando a su autor a un pedestal como maestro del humor y autor respetado por varias generaciones. La historia del tebeo español no volvió a ser la misma, cuando un larguirucho calvo y de larga nariz coronda con unas gafas, ataviado con una levita de funerario y un bajito con pajarita y dos solitarios pelos sobre su cabeza, echaron a andar sobre las paginas de Pulgarcito viviendo desopilantes aventuras, repletas de trompazos, enredos, confusiones y persecuciones. En este homenaje al segundo año del fallecimiento de Ibáñez Ediciones B ha recuperado en una edición de lujo maravillosa, las primeras 200 historietas protagonizadas por los detectives más ineptos de la historias del cómic patrio. Con muchísimo gusto os presento: Los 200 primeros casos de Mortadelo y Filemón. 1958-1961 de Francisco Ibáñez. 

Se puede decir que Ibáñez cayó de pie en la editorial Bruguera. Cuando la editorial perdió a los llamados "Cinco Grandes", es decir a los mejores historietistas de la casa que eran Cifré, Conti, Escobar, Peñarroya y Eugenio Giner, autores de grandes series como El reporter Tribulete, Carioco, Carpanta, Gordito Relleno y El inspector Dan de la patrulla volante. Estos autores fundaron su propia editorial para poder disfrutar de los derechos y las regalías por su trabajo cosa que en Bruguera no pasaba pues ellos no eran dueños de sus personajes si no que lo era la editorial. Paco Roca gran autor de cómic cuenta está historia en un cómic delicioso que recomiendo encarecidamente. 

Volviendo a Ibáñez, tras trabajar en varias revistas decidió probar suerte en Bruguera que está falta de talentos. Junto a su amigo Raf, futuro padre de Sir Tim O'Theo, probaron suerte. Y fueron admitidos junto a otros autores como Segura, Nadal, Enrich y Martz Schmidt, entre otros. 

Con su nuevo trabajo en Bruguera Ibáñez dejo su trabajo en el banco y se dedicó en cuerpo y alma a lo que más le gustaba: dibujar. Al principio dibujaba chistes cortos y fue ganando nombre en la editorial por su versatilidad, su gran capacidad de trabajo y un fino sentido del humor. Tras mucho trabajar en pequeñas obras, Rafael González, el implacable editor jefe le encargó su primera serie en la revista Pulgarcito. Ibáñez diseñó a una pareja de detectives chapuceros en una parodia de Sherlock Holmes y el doctor Watson. El nombre de cree que se lo dio el propio González. Así en el número 1.394 de Pulgarcito del 20 de enero de 1958 nacía: Mortadelo y Filemón, agencia de información.

La primera historieta de Mortadelo y Filemón.

Desde la primera historia el autor ya establece las características que los convertirán en los personajes más queridos de la editorial. Los dos detectives regentan una pequeña agencia de información, muchos años antes de saltar a la agencia de la TIA. Filemón es el jefe, gruñón y autoritario, que siempre sufre las meteduras de pata de Mortadelo su ayudante, despistado y vago. Las historias suelen empezar con que los dos caminando por la calle en busca de algún caso y por haber oído una conversación les lleva a una investigación que siempre termina en destatre por algún equivocó o malentendido, que lleva a los dos detectives a recibir algún mamporro y huyendo en la siempre divertida persecución final. Mortadelo se ayuda de sus mil y un disfraces, que al principio guardaba en su bombín, para la investigación, disfrazándose de cosas tan locas como una gallina, un policía o un cohete. En un principio Mortadelo avisaba en una viñeta de que se iba a disfrazar, sacándolo de su bombín y en la siguiente ya lo llevaba puesto. Esto cambió con el tiempo.

Mortadelo haciendo lo que más le gusta: disfrazarse.

El diseño de los personajes difiera bastante de los que conocemos ahora. Mortadelo al principio llevaba un bombín donde guarda sus disfraces y un paraguas. Y Filemón al principio llevaba una gabardina al estilo Sherlock, que cambió a una chaqueta y un sombrero, con una pipa siempre en la boca. Mortadelo también tenía un estrabismo que le daba una apariencia de despistado que se le curo con el tiempo. En su único el dibujo de Ibáñez era más más rectilíneo cosas que cambió cuando en la editorial se impuso el estilo del gran Manuel Vázquez, padre de Anacleto, agente secreto y Las hermana Gilda entre otros. A partir de entonces los personajes se volvieron más dinámicos con movimientos exagerados rozando el surrealismo. Los sombreros y los accesorios desaparecieron formando ya la imagen clásica de Mortadelo con su levita negra y su cuello blanco cubriendo su cuello y Filemón con sus dos pelos sobre la cabeza, su chaqueta roja (que al tiempo se quitaría) camisa blanca y pajarita. 

Evolución de los diseños.

La estructura de las historias tiene tres elementos característicos. A los dos agentes les surge un caso, o porque un cliente va a su oficina para solicitar sus servicios como investigadores o porque oyen un rumor callejero o leen una noticia en el periódico. Filemón suele mandar a un molesto Mortadelo ha realizar los trabajos más pesados, donde suele utilizar sus innumerables disfraces, surge algo que propicia el malentendido terminando en alguna escabechina, muchas veces propiciadas por las meteduras de pata de Mortadelo, y la historia suele terminar con una persecución ya sea con Filemón persiguiendo a Mortadelo disfrazado, los dos huyendo de una posible paliza o la más divertida que es verlos escondidos en los lugares más recónditos del mundo rezando para que no los encuentren, con la clásica página de periódico narrando la catástrofe perpetrada por este par de merluzos. 

Las clásicas huidas finales. 

Con el tiempo Ibáñez también añadía historias más cotidianas donde normalmente Filemón mandaba a Mortadelo a un recado, tras la queja de tirano y negrero por parte de Mortadelo, con el consiguiente desastre que siempre le explotaba al pobre Filemón. 

Ibáñez ya daba muestras de su talento para la sucesión de gags, con su humor desternillante lleno de mamporros, guantazos, trompazos, palizas, coscorrones, explosiones y caídas. Y la clásica recuperación milagrosa de una viñeta a otra. Ibáñez era un maestro de la comedia de enredos, creando situaciones divertidísimas donde los errores, malentendidos, equívocos y confusiones eran el motor de la historia. Otra nota que sería tan reconocible son los típicos insultos bruguerianos, cosecha del editor González. Merluzo, cabestro, berzotas, alcornoque, burro, animal, etc, etc... 

Los 200 casos de Mortadelo y Filemón es como bien dicen en el prólogo Antoni Guiral, gran estudioso del mundo del tebeo, y Jordi Canyissà, gran experto en la obra de Ibáñez, es un acto de justicia para la obra del mejor y más aclamado historietista de nuestra historia. Pues aunque se habían publicado recopilaciones de las historietas cortas, nunca se había visto un recorrido cronológico, donde poder ver la evolución de Ibáñez. Mortadelo y Filemón sobrevivieron a muchos otros personajes de Bruguera, alcanzado una fama que sigue vigente hoy en día, albergando a varias generaciones, pasando de bisabuelos a abuelos, de padres a hijos, hasta los bisnietos. Sobre todo gracias a las extraordinarias aventuras largas que protagonizaron ya en las filas de la TIA. Pero fue aquí, con estos primeros casos donde se forjó la leyenda, de unos personajes tan queridos como admirado fue su autor, un hombre que ayudó a fomentar la lectura desde temprana edad, gracias a su genio. 

Tras dos años desde que tristemente abandonó este mundo se siente uno muy feliz por ver que la obra de Francisco Ibáñez sigue más viva que nunca. Gracias eternas maestro por las risas. 



Francisco Ibáñez (1936-2023)

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