El agujero. Historia de un asesino, Beatriz de Vicente

"Sus gritos desesperados llamaron la atención del cazador. Pronto la mano del amo agarraba a la díscola presa por el pelo y la dirigía de nuevo hacia la oscuridad arrastrándola escaleras abajo.
De nuevo en el agujero. Las reforzadas ataduras cortaban su riego sanguíneo por la fiereza con que la apresaban. Le hacían sangrar. Más dolor". El agujero. Historia de un asesino.



Otra entrada más en este recorrido por nuestra crónica negra más reciente. Esta vez lo hacemos con una de las historias más oscuras, rocambolescas y fascinantes. Un macabro suceso que costo la vida de dos inocentes mujeres que perecieron a manos de un ser único y horrorosamente interesante. Damas y caballeros, prepárense para conocer el caso del llamado "Falso monje Shaolin". Esto es: El agujero. Historia de un asesino, de Beatriz de Vicente.

Año 2013, Bilbao, País Vasco, España. Una mujer camina tranquilamente por la calle cuando de pronto ve surgir de un sótano una imagen espeluznante. Una mujer completamente ensangrentada, pidiendo auxilio. Es tal el horror que desprende aquella figura, que la mujer que observa se queda paralizada. Pero no acaba ahí la pesadilla. Como salida del mismo infierno, una mano de hombre la agarra por el pelo y vuelve a arrastrarla a la guarida del monstruo. Así empieza un caso de los más extraños, inquietantes y, porque no decirlo, fascinantes de nuestra crónica negra. La mujer, ya repuesta, llamá a la Ertzaintza, la policía autonómica vasca. Y lo que encuentran en aquel "agujero" les dejará horrorizados. La mujer que intentó huir está completamente destrozada, amoratada y ensangrentada, pero con un hilo de vida. Y el responsable de aquello es un hombrecito calvo, de perilla y que les aguarda en posición de defensa marcial. Tras un bochornoso arresto, se lo llevan y trasladan a la mujer al hospital. Por desgracia la mujer, de origen africano acabó falleciendo. El detenido se enfrentaba a la muerte de una mujer, pero lo más inquietante del caso era que no sería la única.

El detenido fue Juan Carlos Aguilar, un maestro de artes marciales, dueño del local donde fue detenido que era un centro de enseñanza de meditación y artes marciales llamado "Templo budista Océano de la tranquilidad". Este hombre había pasado parte de su vida viajando por el mundo para formarse como guerrero y llegó a estar en el famoso Templo Shaolin, donde, según su testimonio, alcanzó el rango de monje, llegando a ser el primer "Monje Shaolin Occidental". Pero, como descubrieron los investigadores todo no era más que una falsa apariencia, una máscara de grandeza que ocultaba un ser acomplejado, sádico y perturbado. 

En aquella guarida del lobo se encontró unas bolsas de basura, donde habían unos restos de lo que parecía una persona. En otros lugares también se encontraron partes diseccionadas y en su casa unas prótesis mamarias. Esto daba indicios inquietantes de que la mujer fallecida no era la primera que caía en manos del "falso monje". Pero la cosa no quedaba ahí. En su ordenador se encontraron cientos de fotos y videos horribles. En ellas se visionaba a ese depravado, golpeando los senos de una mujer, cosa que le fascinaba sobre manera, fornicaciones perturbadas y fotos donde se le veía defecar sobre los cuerpos de mujeres. Una joya de persona. En algunas se le veía con una mujer sin identificar en la que parecía que estuviera muerta, mientras hacía lo que sus sádicos deseos le indicaban. 

Beatriz de Vicente, que al igual que Manuel Marlasca y otros autores de la colección, son personajes mediáticos que participan en programas televisivos donde hablan y muestran sus conocimientos sobre criminología y ciencia forense, esto los hace los mejores expertos de estos temas y son los más indicados para hablar y desarrollar sobre ellos. A lo largo del libro, de Vicente nos dan una clase magistral de derecho, criminología y ciencia forense. Va desgranando el caso desde el punto de vista de un investigador, un forense, un psiquiatra y un periodista de sucesos. A diferencia de los otros libros, los que he leído, y aún faltan por leer, este salta en el tiempo y no cuenta los hechos de forma cronológica, si no que va mostrando lo indicado en el momento indicado. Habla de la personalidad de Aguilar, oculta tras su "alter ego" el maestro Huang C. Aguilar, poseedor de poderes ancestrales e inabarcables. Nos relata como se perfila a un criminal, desde cero, partiendo de lo investigado y lo que suelta el criminal. 

También le da voz a las mujeres que, inexplicablemente, se sintieron atraídas por aquel hombrecito envuelto en un aura de misticismo y fuerza. Sangrante es la forma en la que las trataba sobre todo a la que se considera su novia. Como esa mujer fue reducida a una simple muñeca hinchable, siempre dispuesta para satisfacer los oscuros y perturbados gustos de su amo. 

Huang C. Aguilar se paseo por las televisiones como el primer monje shaolin de occidente. Se presentó en los programas del escritor Javier Sierra o en Redes del eminente, sabio y mejor persona Eduard Punset. Siempre se presentaba igual. Con cabeza rapada, mirada serena y ataviado con túnicas orientales. Hablando con voz pausada, engolada, con un falso tono de sapiencia ancestral, disertaba sobre el poder de la meditación, como el cuerpo esta capacitado para alcanzar todo su potencial a base de años y años de entrenamiento, tanto físico y mental. Como la experiencia en el Templo Shaolin de China, paso por todas las fases del antiguo y noble arte de la lucha Shaolin. Muchos videos en Youtube muestran las palabras del maestro. Pero todo no era más que una fachada de cartón.

El verdadero Juan Carlos Aguilar era un ser lleno de complejos, con un temperamento agresivo y volcánico, capaz de saltar a la más mínima. En su escuela fueron muchos los testimonios que dicen como denigraba a sus alumnos, con sus aires de superioridad. Pero lo más oscuro de su personalidad era que tras la imagen de maestro sereno y contemplativo, se ocultaba un ser depravado, con un gusto por torturar y someter a las mujeres que caían en sus garras. Las dos víctimas confirmadas fueron sometidas a una larga sesión de tortura. Fueron atadas y golpeadas hasta la inconsciencia, Violadas, humilladas sistemáticamente. Semejante monstruo las tuvo en un infierno de dolor y sufrimiento durante horas agónicamente interminables. Después, con la otra mujer encontrada, fue diseccionada de forma impecable, todo sea dicho. Con una frialdad fue desollando a la pobre mujer, despegando la piel de los mismo huesos. Tan solo se pudieron encontrar unos pocos restos de ella, porque algunos fueron tirados a la basura o la Ría de Bilbao.

El caso del "Falso Monje Shaolin" puso en alerta a toda la policía, ante la posibilidad de tener un posible asesino en serie. Aguilar no negó los hechos, diciendo que era culpable de las dos muertes de las mujeres, pero nunca reveló que hubieran otras víctimas. Los investigadores temieron que hubieran más víctimas dado el modus operandi del asesino. Se encontraron con un cazador en potencia. Salía de caza en la zona donde abundan las prostitutas callejeras, víctimas potenciales de estos desalmados, por su vulnerabilidad doble, su trabajo y sus nacionalidades, la mayoría son de origen extranjero. Vigilaba los lugares en su coche, y cuando encontraba alguna que encajará en sus gustos, se les acercaba y mediante su magnetismo manipulador, las engatusaba y las emborrachaba hasta que eran maleables en sus manos. Después las llevaba a su madriguera y allí ocurrirá el festín de la bestia.

Solo se pudieron acreditar dos muertes a manos de Juan Carlos Aguilar. Que hubieran otras, nunca se sabrá, pero que se atrapó a un potencial asesino en serie no cabían dudas. La cantidad de pruebas gráficas en su contra fueron irrefutables. Un ser lleno de perversidades, capaz de llegar a extremos oscuros para satisfacer su apetito de sangre y dolor ajeno. Luego estaba su faceta mediática, que fue cayendo ante las falsedades en las que se envolvió. Jamás fue alumno del Templo Shaolin, y apenas pasaba de un experto acróbata. Un ser siniestro, sádico y malvado, ese era en realidad Juan Carlos Aguilar, "el falso monje Shaolin".

El 30 de abril de 2015, Juan Carlos Aguilar fue condenado a 38 años de cárcel por el asesinato de dos mujeres. Actualmente cumple condena en la prisión de Mansillas de las Mulas, León.

El libro El agujero. Historia de un asesino de Beatriz de Vicente es una muestra más de lo magnifica, bien documentada y mejor escrita, que es la colección de Sinficción. La autora nos regala un manual de criminología fascinante y el relato de una investigación única sobre un espécimen único de nuestra crónica negra. De verdad, me faltan palabras para definir esta colección. Después del "asesino de la baraja", "el pederasta de Ciudad Lineal", "el descuartizador de Pioz" y ahora el "falso monje Shoalin", son lecturas amenas y entretenidas. Maravilla, morbosa maravilla.

Las siguientes líneas corresponden al interrogatorio durante del juicio, por parte del fiscal a Aguilar:

F.: ¿Una vez dentro del gimnasio la ató usted los brazos y las muñecas y la agredió hasta matarla?

J.C.: Sí. Así es.

F.: ¿Le puso las manos por detrás para atarla?

J.C.: No me acuerdo

F.: ¿Para atarla utilizó cuerdas o bridas?

J.C.: Sí.

F.: ¿La agredió usted con puñetazos y patadas?

J.C.: Reconozco los hechos.

F.: ¿La golpeó en la cara y el cuerpo?

J.C.: Sí

F.: Ese día y en los días posteriores, ¿diseccionó usted el cuerpo, es decir, lo cortó y guardó partes del cuerpo y el resto se deshizó de él?

J.C.: Sí. 


Beatriz de Vicente (1968-)

 
 Huang C. Aguilar, maestro Shaolin


 Juan Carlos Aguilar, "el falso monje Shaolin" (1965-)

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