Tito Andrónico. Tragedias de William Shakespeare


La literatura universal se sostiene sobre cuatro pilares fundamentales. Homero, padre de toda la literatura occidental, Dante, el poeta que con sus versos logró abrirnos las puertas del más allá, Cervantes, el hombre que puso a cabalgar la novela sobre un noble rocín y Shakespeare, quien puso sobre las tablas el gran teatro del mundo. 

La obra de William Shakespeare es una representación literaria de la condición humana. Nadie consiguió plasmar con total fidelidad el verdadero ser de los seres racionales que caminan por el mundo. Para el Bardo el mundo es su escenario, los hombres sus personajes y como el gran dramaturgo que es, concibe el gran drama que es la propia existencia. Lo que hace que su obra sea universal y atemporal son sus temas: el amor, la pasión, los celos, la risa, la tristeza, la ambición, el peso de la conciencia, el pasar del tiempo, la futilidad del destino y la única verdad que es la muerte, son los tropos o leitmotivs que mueven los argumentos de sus obras. El drama y la tragedia, como en la vida misma, se dan la mano entre sus obras. La profundidad de sus personajes alcanzó cotas elevadísimas. Ya no son personajes planos o acartonados, son criaturas de carne y hueso que sufren y padecen, ríen y lloran, aman y odian. Su psicología es profunda. Son cuerpos traslucidos por las cuales podemos ver a través suyo todo lo que los conforman. Sus héroes no son caballeros de brillantes armaduras, están llenos de dudas y toman decisiones inmorales y sus villanos no son seres diabólicos de almas negras, son seres que sufren, arrastrados por sus bajos instintos hacia destinos horribles. Y las mujeres, las mejores creaciones del Bardo, no son seres de luz, amadas esposas y silentes personajes, son mujeres que tienen que soportar sobre sus hombres el destino que les ha tocado vivir. La inmortalidad de Shakespeare es producto del dolor de Hamlet, los celos de Otelo o los amores de Romeo y Julieta.

La editorial Penguin Clásicos nos ha regalado en varias ediciones su obra completa traducida. Esta reseña es la primera de una serie, en las que hablaré sobre el segundo volumen el cual corresponde sobre las Tragedias. Cuando las haya leído todas, haré un comentario sobre lo que las obras trágicas shakesperianas representan. Ladies and gentleman (que Shakespeare perdone esta ofensa a su noble idioma), comenzamos este viaje con Tito Andrónico. La obra será desgranada para la reseña, aviso de SPOILERS. 


Tito: Si hubiera razón para estos sufrimientos,

yo podría poner límites a mi pena. 

Cuando el cielo llora ¿no se inunda la tierra?

Si los vientos braman, ¿no eloquecen el mar

y amenaza el firmamento con su rostro inflamado?

¿Y tú tendrías una razón para esos gemidos?

Yo soy el alar. ¡Escucha los suspiros de Lavinia!

Ella es el firmamento que llora, yo soy la tierra;

entonces mi mar debe moverse con sus suspiros;

entonces mi tierra, debe con el diluvio

de su continuo llanto inundarse y ahogarse;

pues mis entrañas no pueden guardar esos lamentos,

y como un ebrio debo vomitarlos.

Dájeme entonces, que los perdedores tienen libertad

de aliviar sus tripas con lengua amarga.     Tito Andrónico.

Escrita en 1593, se cree que en colaboración con George Peele, y estrenada en 1594. Fue un auténtico éxito en su época. En esta primera tragedia del Bardo se ve su faceta más sangrienta, oscura y violenta, mostrando unas escenas puramente gore, donde la sangre toma un lugar principal en el escenario. Aquí se ve por vez primera el germen de lo que se considera una tragedia shakespiriana: personajes que se ven arrastrados por los azares de un sádico y caprichoso destino, los más bajos instintos salen a flote movidos por las pasiones de los personajes, seres que se mueven en las sombras y maquinan y manipulan a su antojo, y la espada de Damocles, que pende impertérrita sobre sus cabezas, aguardando el golpe fatal.

La historia es la siguiente: Tito Andrónico, flamante general romano, retorna triunfante por aplastar a los Godos en la guerra. Con él vienen sus cuatro hijos supervivientes, Lucio, Quinto, Marcio y Mucio. Como gesto de victoria, Tito sacrifica al hijo de la derrotada reina goda Tamora, que por azares sera la esposa del emperador romano Saturnino.  Este acto de soberbia será el desencadenante de la tragedia, la sangre, con sangre se paga. Tamora, con su nuevo estatus de emperatriz, influenciada por el oscuro e intrigante Aaron su sirviente, irá envenenando el oído del emperador y llevará a desprestigiar al otrora gran vencedor. Dos de los hijos de de Tito morirán, y vendrá la escena más cruda de la obra. Ordenado por Tamora, Lavinia, la hija de Tito, será violada, ultrajada y mutilada, al serle amputadas manos y lengua para evitar que diga quién fue responsable de terrible acto. Tito, llevado por un dolor atroz se cercena una mano en señal de castigo por la afrenta y Lucio su último hijo será desterrado jurando venganza. Lavinia consigue decir quienes fueron los culpables de su desgracia y Tito prepara su venganza. Tito finge una locura por la cual se aprovecha y engaña a los hijos de Tamora, a los cuales degolla. Tras esto, Tito invita a Tamora a un banquete, en el cual les sirve un pastel, el cuál esta hecho con los restos de sus hijos, y después de esto la mata. Tito, para devolver la honra a su hija la mata también. Saturnino se entera de lo que le ha pasado a su esposa y mata a Tito. Su hijo Lucio venga a su padre matando al emperador y enterrando vivo al sirviente de Tamora por sus maldades. Tras esto Lucio es coronado nuevo emperador. Cae el telón.

Esta es, a grosso modo el resumen de la obra, pero en si es mucho más compleja. Las intrigas, traiciones y mutilaciones están tan bien hiladas que dejan si aliento. Shakespeare mueve la acción en un torbellino imparable, que va arrastrando todo a su paso en un crescendo magistral. La obra es cruda, sangrienta, pero tan bien maquinada que nada queda fuera de lugar. Los personajes sufren constantemente, no hay lugar para el sosiego, cuando no hay sangre hay maquinaciones que solo traen sufrimiento. 

Tito Andrónico es el pilar de la obra. El soporta toda la carga trágica y su evolución es más que palpable. Es el tópico del triunfador caído en desgracia, pero que a pesar de las adversidades se sobrepone y juega bien sus cartas para obtener venganza, lo cual, aunque los actos de sus enemigos sean detestables, también lo son los suyos, pues eleva a la enésima potencia su venganza, superando las atrocidades de los hijos de Tamora. Eso es, en mi opinión, lo más resaltable de la obra, que la venganza solo trae el mal y que hace que te vuelvas igual o peor que quién te hizo el mal. Porque tan execrable es mutilar y violar, como dar de comer los cadáveres de sus hijos. 

Tamora es el arquetipo de mujer malvada, orgullosa, que solo contempla el odio y el resentimiento para aquellos que le trajeron el mal. Es capaz de utilizar a sus hijos con tal de alcanzar la satisfacción de ver a su enemigo humillado, con esta terrible frase: "vénguense pues, si aman a su madre,/o en adelante resígnense a no llamarse hijos míos". Pero tras ella se encuentra Aaron, su esclavo y amante moro. Aaron es el perfecto personaje shakespiriano de un villano. Intrigante, manipulador, malvado y cruel, es quién maneja los hilos en las sombras. Movido por una lujuria hacia su reina y una ambición extrema sera capaz de idear los más viles y crueles actos, mostrando su personalidad en este oscura frase: "aunque he hecho mil cosas espantosas/con tanto gusto como quien mata una mosca,/nada sin embargo me aflige tan sinceramente/como no poder hacer diez mil más. 

 Lavinia es la gran víctima de la obra. La que canaliza los odios y las intrigas de los personajes. Terrible tuvo que ser para aquellos espectadores isabelinos en La Rosa, que vieron horrorizados aparecer en escena aquella criatura mutilada, destruida y ultrajada. Pero, al igual que su padre, se sabrá sobreponer y con una escena bellísima en la cual con la ayuda de un bastón, se descubrirá los causantes de tanto mal.

Tito Andrónico es una de la tragedias menores de Shakespeare, más perturbadora, inquietante y potente de su obra. Una obra que se baña en sangre mostrando los oscuros propósitos de la venganza. Aquí comienza la obra inmortal del más inmortal de los autores, empieza el reguero de sangre. De aquí solo puede ir hacia arriba. 


William Shakespeare (1564-1616)

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