A sangre fría, Truman Capote
Truman Capote es, sin ningún tipo de dudas, uno de los mejores escritores del siglo XX. Un autor sagaz, con una prosa fina, glamurosa y tierna, capaz de encontrar literatura en una fiesta de la jet set de Hollywood, un pueblo sureño o una celebración navideña. Y sobre todo esto es uno de mis escritores favoritos.
Quedé prendado al leer su primera novela Otras voces, otros ámbitos. Una novela semi autobiográfica escrito con un estilo triste y poético donde narra la búsqueda de identidad de un niño en un lugar del sur de los Estados Unidos. En ella aparecerá trasmutada en personaje la que sería su gran amiga y eterna confidente Harper Lee, la autora de Matar a un ruiseñor. Y como me pasa con los otros miembros de mi panteón literario particular, quedé con ansias de más. Y libro a libro fue aumentando el amor por el autor de Nueva Orleans. Pero me propuse una cosa, dejaría su magnum opus para más adelante, cuando tuviera un bagaje sobre su obra. Y, por fin la he leído. Y es, sin llegar a la exageración, una experiencia inolvidable, impresionante e única. Las expectativas con las que iba fueron derruidas por un libro potente y desgarrador, un ejercicio pleno de literatura. Damas y caballeros, sin más dilación, esto es A sangre fría.
Antes de hablar de la novela hay que hablar de todo que rodeó el proceso de la escritura del libro. Capote era un autor de éxito, conocido por sus comentarios agudos y certeros, habitante habitual de la noche y gran amenazador de las fiestas de la Jet set. Un animal social que nadaba con facilidad en aguas llenas de pirañas de falsas sonrisas. Hasta que un día leyó un artículo que narraba un crimen atroz y sin sentido. Atraído por esa historia decidió escribir sobre ese caso. Y ni corto ni perezoso se plantó en el lugar del crimen, acompañado por su inseparable Harper Lee. Y, como era habitual en él no pasó desapercibido. Aquel hombrecito, de maneras afeminadas y voz aflautada, se tomó la tarea de ganarse la confianza de todos los relacionados con el caso. Y cuando digo todos digo todos. Los conocidos de las víctimas, los investigadores y los criminales fueron diseccionados por la mirada lucida de Capote. Tanto llegó que acabó teniendo una gran afinidad con los asesinos. Trascurridos los acontecimientos, Capote, en la Costa Brava, acabó el libro. Y fue un rotundo éxito, elevando aún más la fama de sus autor. Pero todo tiene su precio. La experiencia vivida acabó mermando la salud de Truman, acrecentando sus adicciones y llevándolo a una autodestrucción que acabó con su vida prematuramente a los cincuenta y nueve años. Hay una película esplendida que narra esta historia, con una soberbia interpretación de Philip Seymour Hoffman como el autor, llamada Capote.
Una vez contado los pormenores de la escritura de libro, es momento de hablar sobre la novela misma. POR MOTIVOS APARENTES, ABUNDARÁN LOS SPOILERS.
15 de noviembre de 1959, en el pueblo de Holcomb, Kansas, cuatro miembros de la familia Cuttler, Herbert, su esposa Bonnie y sus hijos Kenyon y Nancy, fueron brutalmente asesinados en su hogar. La comunidad se vio alterada por un crimen atroz y sin sentido, a una familia próspera, miembros activos de la sociedad y devotos cristianos. ¿Quién o quiénes fueron capaces de sesgar las vidas inocentes de los Cuttler? ¿Qué motiva a alguien matar de esa forma tan despiadada? La primera parte del libro, llamada Los últimos que los vieron con vida, Capote narra los últimos momentos con vida de la familia Cuttler. Muchos de los testimonios de vecinos y amigos son sacadas de las conversaciones tenidas por autor con ellos.
El rincón es la última parte del libro. Toma el nombre de como llamaban los presos a la horca. Aquí se cuenta los pormenores del juicio. Cómo fueron cambiando las confesiones, los intentos fallidos por declararse locos y las actuaciones de la defensa y la fiscalía. Al final, el jurado los encontró culpables y fueron condenados a la pena capital. Estuvieron varios años esperaron a la soga en el corredor de la muerte, dónde coincidieron con un hombre que asesinó a toda su familia y con dos hombres que asesinaron a siete personas en un viaje de horror. Al fin, tras la larga espera, fueron ajusticiados mediante la horca el 14 de abril de 1965. Y así da fin está trepidante, dura y magnífica novela.
A sangre fría es una novela clave del siglo XX. Un libro que aparenta ser ficción, por la forma en la que está narrado, pero todo es por desgracia testimonio de la vida real. Esa cruel vida que se ceba con los inocentes. Porque los Cuttler no eran millonarios, no tenían dinero a raudales, porque Hickock y Smith se llevaron menos de cincuenta dólares de allí. Capote es un narrador omnisciente, todo lo ve y todo lo sabe, y también omnipresente al estar tanto en el lugar del crimen como en la huida de los asesinos. El lenguaje es directo, sin fisuras, salpicado por breves momentos de lirismo, sobretodo en las descripciones. Capote no se priva a la hora de enumerarlos, una minuciosa extrema. Como el propio autor denominó esta es una novela de no ficción, inaugurando un género que traslada al género narrativo los acontecimientos más escabrosos de la realidad.
A sangre fría me ha atrapado como hacía tiempo que no lo hacía un libro. Bien es cierto que puede no enganchar al principio, por lo profusión de detalles, que pueden parecer innecesarios, pero conforme el relato va desarrollandosé, poco a poco, a fuego lento, aumenta la intensidad y el enganche. Capote ahorra detalles escabrosos, dejándoselos a los protagonistas, una novela que remueve por dentro, por la cruda realidad que la envuelve, una historia que por desgracia no es nueva, pues la maldad humana sigue imperando. Truman Capote acabó pagando un alto precio por este proyecto, alejándolo de todo su ambiente, consumiendo su espíritu y condenándolo a un infierno de adicciones, pero de todo aquel calvario salió un libro extraordinario, único, inmortal.
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