A sangre fría, Truman Capote

"Pero de pronto, en las primera horas de aquella mañana de noviembre, domingo, ciertos ruidos extraños interfirieron en los sonidos nocturnos normales de Holcomb: en la histeria lastimera de los coyotes, en el chasquido seco de las raudas plantas rozadoras, en el gemido que se aleja velozmente del silbato de las locomotoras. Ni un alma del dormido Holcomb los oyó entonces: cuatro disparos de escopeta que se acabaron-de incluirlos a todos-seis vidas humanas. Pero luego la gente del pueblo, hasta entonces tan poco temerosos unos de otros como para que raras veces se molestarán en cerrar con llave la puerta de su casa, se vio a sí misma recréandodolos en su fantasía una y otra vez; aquellos sombríos estampados desencadenaron unos fogonazos de desconfianza a cuyo fulgor muchos viejos vecinos empezaron a verse unos a otros de un modo extraño y como extraños" A sangre fría.



Truman Capote es, sin ningún tipo de dudas, uno de los mejores escritores del siglo XX. Un autor sagaz, con una prosa fina, glamurosa y tierna, capaz de encontrar literatura en una fiesta de la jet set de Hollywood, un pueblo sureño o una celebración navideña. Y sobre todo esto es uno de mis escritores favoritos. 

Quedé prendado al leer su primera novela Otras voces, otros ámbitos. Una novela semi autobiográfica escrito con un estilo triste y poético donde narra la búsqueda de identidad de un niño en un lugar del sur de los Estados Unidos. En ella aparecerá trasmutada en personaje la que sería su gran amiga y eterna confidente Harper Lee, la autora de Matar a un ruiseñor. Y como me pasa con los otros miembros de mi panteón literario particular, quedé con ansias de más. Y libro a libro fue aumentando el amor por el autor de Nueva Orleans. Pero me propuse una cosa, dejaría su magnum opus para más adelante, cuando tuviera un bagaje sobre su obra. Y, por fin la he leído. Y es, sin llegar a la exageración, una experiencia inolvidable, impresionante e única. Las expectativas con las que iba fueron derruidas por un libro potente y desgarrador, un ejercicio pleno de literatura. Damas y caballeros, sin más dilación, esto es A sangre fría.  

Antes de hablar de la novela hay que hablar de todo que rodeó el proceso de la escritura del libro. Capote era un autor de éxito, conocido por sus comentarios agudos y certeros, habitante habitual de la noche y gran amenazador de las fiestas de la Jet set. Un animal social que nadaba con facilidad en aguas llenas de pirañas de falsas sonrisas. Hasta que un día leyó un artículo que narraba un crimen atroz y sin sentido. Atraído por esa historia decidió escribir sobre ese caso. Y ni corto ni perezoso se plantó en el lugar del crimen, acompañado por su inseparable Harper Lee. Y, como era habitual en él no pasó desapercibido. Aquel hombrecito, de maneras afeminadas y voz aflautada, se tomó la tarea de ganarse la confianza de todos los relacionados con el caso. Y cuando digo todos digo todos. Los conocidos de las víctimas, los investigadores y los criminales fueron diseccionados por la mirada lucida de Capote. Tanto llegó que acabó teniendo una gran afinidad con los asesinos. Trascurridos los acontecimientos, Capote, en la Costa Brava, acabó el libro. Y fue un rotundo éxito, elevando aún más la fama de sus autor. Pero todo tiene su precio. La experiencia vivida acabó mermando la salud de Truman, acrecentando sus adicciones y llevándolo a una autodestrucción que acabó con su vida prematuramente a los cincuenta y nueve años. Hay una película esplendida que narra esta historia, con una soberbia interpretación de Philip Seymour Hoffman como el autor, llamada Capote.

Una vez contado los pormenores de la escritura de libro, es momento de hablar sobre la novela misma. POR MOTIVOS APARENTES, ABUNDARÁN LOS SPOILERS.

15 de noviembre de 1959, en el pueblo de Holcomb, Kansas, cuatro miembros de la familia Cuttler, Herbert, su esposa Bonnie y sus hijos Kenyon y Nancy, fueron brutalmente asesinados en su hogar. La comunidad se vio alterada por un crimen atroz y sin sentido, a una familia próspera, miembros activos de la sociedad y devotos cristianos. ¿Quién o quiénes fueron capaces de sesgar las vidas inocentes de los Cuttler? ¿Qué motiva a alguien matar de esa forma tan despiadada? La primera parte del libro, llamada Los últimos que los vieron con vida, Capote narra los últimos momentos con vida de la familia Cuttler. Muchos de los testimonios de vecinos y amigos son sacadas de las conversaciones tenidas por autor con ellos. 

Herbert y Bonnie Cuttler y sus hijos Nancy y Kenyon.


La segunda parte, Personas sin identificar se centra en el arduo trabajo de los investigadores, encabezado por  Alvin Dewey, agente especial de la Oficina de Investigación de Kansas o KBI según sus siglas en inglés. Capote da papel de protagonista secundario al principal investigador, que se enfrentaba ante un reto extraordinario. Porque no se trataba de un caso normal, no había móvil que motivará el triste fin de los Cuttler, no había muchas pruebas que señalarán a los posibles sospechosos. Tampoco los había testigos que pudieran dar alguna información que les sirviera de algo. Nada, era un rompecabezas irresoluble, un laberinto intrincado, un enigma sin respuesta. Pero, como llovido del cielo o mejor dicho, salido de una celda de una prisión, llegó una información que daría daría un vuelco al caso.

Alvin Dewey, agente especial del KBI.


La respuesta cuenta como fue el descubrimiento de un testimonio que sería clave para la captura de los culpables. En la prisión de Kansas un preso contó que había trabajado tiempo atrás en la granja de los Cuttler. Un preso empezó a interrogar de forma obsesiva sobre si era muy rico su anterior patrón y sobretodo si poseía una caja fuerte. Esta manía por saber esas cosas dejaron extrañado al preso, que al leer el periódico sumo dos y dos y llegó a la conclusión de que aquel antiguo compañero y su amigo, ahora libres eran los sospechosos. Contó lo sucedido y enseguida se formalizó la búsqueda y captura de Richard Hickock y Perry Smith. Capote nos relata las peripecias de este par de delincuentes. Cómo huyeron a México donde volvieron aún más pobres de lo que se fueron, la larga retahíla de fraudes que fueron perpetrando y las veces que pensaron en robar  y matar a los conductores que les recogían por el camino. Capote ahonda en la psicología de estos dos desalmados, ladrones de medio pelo que fueron capaces de tamaño crimen. Hick es una especie de cerebro, altanero, de lengua viva, pero que no deja de ser un bocazas. Y Perry es el más complejo. Un hombre cuya vida estuvo salpicada por la desgracia. Con una madre alcohólica y un padre con la cabeza llena de ínfulas, pasó toda su existencia sobreviviendo como mejor pudo. 
Los dos fueron detenidos en Las Vegas y trasladados a Kansas para ser juzgados. En viaje, Perry, en uno de los momentos más desgarradores del libro, relata cómo fue el asesinato de la familia, con unos detalles duros y crudos, contados sin expresión alguna, que cortan el aliento.

Perry Smith y Richard Hickock 

El rincón es la última parte del libro. Toma el nombre de como llamaban los presos a la horca. Aquí se cuenta los pormenores del juicio. Cómo fueron cambiando las confesiones, los intentos fallidos por declararse locos y las actuaciones de la defensa y la fiscalía. Al final, el jurado los encontró culpables y fueron condenados a la pena capital. Estuvieron varios años esperaron a la soga en el corredor de la muerte, dónde coincidieron con un hombre que asesinó a toda su familia y con dos hombres que asesinaron a siete personas en un viaje de horror. Al fin, tras la larga espera, fueron ajusticiados mediante la horca el 14 de abril de 1965. Y así da fin está trepidante, dura y magnífica novela.

A sangre fría es una novela clave del siglo XX. Un libro que aparenta ser ficción, por la forma en la que está narrado, pero todo es por desgracia testimonio de la vida real. Esa cruel vida que se ceba con los inocentes. Porque los Cuttler no eran millonarios, no tenían dinero a raudales, porque Hickock y Smith se llevaron menos de cincuenta dólares de allí. Capote es un narrador omnisciente, todo lo ve y todo lo sabe, y también omnipresente al estar tanto en el lugar del crimen como en la huida de los asesinos. El lenguaje es directo, sin fisuras, salpicado por breves momentos de lirismo, sobretodo en las descripciones. Capote no se priva a la hora de enumerarlos, una minuciosa extrema. Como el propio autor denominó esta es una novela de no ficción, inaugurando un género que traslada al género narrativo los acontecimientos más escabrosos de la realidad. 

A sangre fría me ha atrapado como hacía tiempo que no lo hacía un libro. Bien es cierto que puede no enganchar al principio, por lo profusión de detalles, que pueden parecer innecesarios, pero conforme el relato va desarrollandosé, poco a poco, a fuego lento, aumenta la intensidad y el enganche. Capote ahorra detalles escabrosos, dejándoselos a los protagonistas, una novela que remueve por dentro, por la cruda realidad que la envuelve, una historia que por desgracia no es nueva, pues la maldad humana sigue imperando. Truman Capote acabó pagando un alto precio por este proyecto, alejándolo de todo su ambiente, consumiendo su espíritu y condenándolo a un infierno de adicciones, pero de todo aquel calvario salió un libro extraordinario, único, inmortal. 


Truman Capote (1924-1984)

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