La hermandad del mal, Cruz Morcillo

"Bruno les da una llave para entrar en el sótano. Miguel Ángel, el brigada, y sus compañeros Pedro y Enric ya la conocen. Alguien de la comitiva puede que sueñe alguna noche con esa puerta metálica de color rojo que se abre sin esfuerzo. Huele a putrefacción" La hermandad del mal.

La colección Sinficción nos vuelve a ofrecer un nuevo caso de nuestra crónica negra reciente. En este caso, uno de los más espeluznantes y tristes, por primera vez los motivos que desencadenan la tragedia no están movidos por el odio, el dinero, los celos o la simple, llana y cruel maldad. No, aquí aparece un ente que causa pavor a quién lo escucha, resultado de una serie de prejuicios que muchas veces tiene mejor acogida en nuestro cerebro y no la propia explicación del por qué. Aquí nos encontramos con que tanto el asesino, como las asesinadas, no son más que víctimas de una circunstancia irrevocable, una enfermedad que arrincona a quién la padece y causa un temor ignorante a quién la oye y estar en el peor lugar en el peor momento. Sin más preámbulos, esto es: La hermandad del mal de Cruz Morcillo.

2015, un avión procedente de Argentina aterriza en España. De el baja Eduardo Gioiosa, viaja de su Buenos Aires natal para denunciar la desaparición de su hermana, Adriana. Esta lleva afincada en Madrid varios años, ganándose la vida honradamente, ahorrando cada céntimo que gana en el Burger King del centro comercial de Majadahonda, para volver a Argentina y dar una buena vejez a sus padres. Eduardo lleva varios días sin saber de ella, tan solo una serie de mensajes extraños y mal escritos que denotan que, quién los ha escrito no es su hermana. La Guardia Civil empieza a tirar del hilo que lleve hasta el paradero de Adriana, y este les lleva a un chalé de la misma población madrileña. El dueño del chalé es Bruno Hernández Vega, un sujeto que en seguida enciende las alertas de los agentes. La inspección de aquella fría y dejada casa será un recuerdo imborrable en los Guardias Civiles que se adentraron. Los objetos que, colocados de manera aleatoria y caótica, denotan el reino de un hombre desordenado. Los agentes encuentran que allí se ha limpiado de forma obsesiva y se han pintando las paredes. Pero unas pequeñas y acusadores manchitas color escarlata, salpican el suelo. Aumentan las alarmas. Los agentes siguen el rastro de estas salpicaduras hasta un elemento que se volverá clave para el caso. Una picadora de carne industrial. Los agentes detienen a Bruno como sospechoso de la desaparición de Adriana. Pronto se verán en una insólita investigación donde una enfermedad mental será el astro rey donde giren los hechos.

La Guardia Civil descubre que Adriana estaba viviendo en aquel chalé en calidad de inquilina. La propietaria verdadera del chalé es la tía materna de Bruno, Liria, quién también se encuentra en paradero desconocido. Dos mujeres desaparecidas y una picadora de carne, el caso cada vez se vuelve más macabro. Bruno tiene en su haber una serie de ingresos hospitalarios en el hala psiquiátrica. Padece una esquizofrenia paranoide cuyo tratamiento no sigue y causa los brotes que le llevan al ingreso.  Ahora será tarea de los investigadores resolver si los crímenes fueron cometidos durante uno de estos brotes. Bruno se comporta de forma distinta cuando se deja llevar por la enfermedad y cuando se medica, siempre ayudado por Angélica su novia, la única, junto a su padre, ayuda y aliada que tiene.

La esquizofrenia de Bruno se cimenta en un concepto que consume todo su ser. Dos palabras, que serán lo que llene su vida: ER. Todo gira sobre la er. Bruno repite constante palabras que lleven estas dos palabras. Todas ellas tienen algo en común, forman parte de La Hermandad. Este "ente" fantasmagórico fruto de la mente fraccionada y enferma de Bruno, es su razón de existir. Él es miembro de ella y trabaja para el Ministerio del Interior, todo con er. 

Los investigadores empezaban a comprobar que la desaparición de las dos mujeres estaba más que relacionada con Bruno. Pero lo más sorprendente fue descubrir que, a pesar de su esquizofrenia, Bruno fue capaz de crear pruebas y coartadas para desvincularse del crimen. Esos extraños y mal redactados mensajes no fueron escritos por Adriana. Las pruebas demostraban que Bruno tuvo la suficiente lucidez para saber que lo que había cometido era algo grave y puso todo el empeño para no incriminarse. El loco está loco, pero tonto no es. Estaba claro que el asesinó a su tía y su inquilina, pero jamás dió una explicación al por qué lo hizo.

Las pruebas eran contundentes, y a pesar de contar con la defensa del mediático abogado de espeso bigote Marcos García-Montes, la justicia determinó qué, a pesar de la evidente y palpable enfermedad mental de Bruno, que lo convertía en un peligro para él y para los demás, también era capaz de discernir y poder razonar para realizar ciertos movimientos para desembarazarse de las pruebas que lo puedan incriminar. El 23 de octubre de 2017 Bruno Hernández Vega fue condenado a 27 años de prisión por el asesinato de su tía Liria Hernández Hernández y Adriana Gioiosa Nassini. Actualmente cumple condena en la prisión de Navalcarnero - Madrid IV, Madrid.

La hermandad del mal puede ser de los mejores de la colección. Cruz Morcillo narra centrándose en los principales protagonistas. Ahonda en la mente dañada y compleja de Bruno, en como esta enfermedad aísla y puede condicionar a aquellos que la padecen, si no tienen el apoyo necesario. Esto se ve en la familia de Bruno, en particular su padre. Cómo esa familia miró para otro lado ante la desaparición de su hermana, dejándose llevar por las falsas palabras de Bruno, que les decía que se había marchado. Todo lo que salía de su boca era aceptado sin cuestiones. El padre de Bruno hoy día se arrepiente de no haber tenido más control sobre su hijo, por no ver como la enfermedad iba poco a poco llevándolo a un lado oscuro, del cual le costará mucho salir. También se centra en Angélica, nombre falso por su puesto. Un personaje trágico que se vio envuelta en esta historia de horror y locura. Ella trajo a Bruno un amor tan verdadero y tan sano, que solo la er era capaz de nublar. La autora trató con ellos dos y supo darles el papel de víctimas, porque lo son al fin y al cabo, de esta enfermedad que si no se lleva puede traer consecuencias nefastas.

También se da un alegato del estigma que se tiene sobre la esquizofrenia. Los esquizofrénicos no son asesino ni peligrosos. Son personas cuya mente esta dañada, que tienen que soportar como la realidad que les rodea se vuelve distorsionada y amenazante para ellos. Pero, que si esta bien tratada, puede dar como resultado una vida normal, sana y perfectamente funcional. El problema con Bruno, y otros casos que se mencionan, es que cuando el tratamiento se deja de lado y el entorno, muchas veces llevado por un desconocimiento, no hace lo necesario para ayudar a quien lo sufre, suele acabar de muy malas maneras  Cruz Morcillo tuvo contacto con Bruno, para poder experimentar de cerca la imagen del llamado "Descuartizador de Majadahonda". Ver en primera persona como afecta la esquizofrenia a una persona. La entrevista se mueve en los parámetros de su mente. Por momentos es coherente y en otras vuelve a su mundo. No habla del crimen, es un tema descartado, apartado, borrado. Y sobre todo, como un mantra inamovible, La Hermandad y la er. 

El estilo de Cruz Morcillo es directo, conciso, narrado en presente, transportandonos al momento de la acción. Somos testigos del pasmo de los investigadores ante el horror de aquella picadora, instrumento macabro de sangre. Como se desvivieron por intentar descifrar la mente de Bruno, para desbaratar sus intentos de crear pruebas falsas. También se muestra la desesperación de la familia de Adriana, en la persona de Eduardo su hermano, como este hombre tuvo que tragarse horas interminables de avión para encontrarla y se topó con una horrible realidad.

Este libro es de los más tristes y descorazonadores de la colección. Bien es cierto que los demás lo son, porque la muerte de un ser humano a manos de otro es triste, pero la mayoría fueron cometidos por seres crueles, malignos y sádicos, cuyos motivos estaban movidos por la obsesión sexual, los celos, el odio o la maldad. Aquí no, aquí se erigió la sombra tétrica de la locura, por la cual todos los implicados son igualmente víctimas. Una vez más bravo, una lectura maravillosa.


—Fiscal: ¿Usted mató a su tía?

—Bruno: No.

—Fiscal: ¿Troceó su cuerpo?

—Bruno: No, yo no he hecho nada ilegal. No he cometido ningún delito. Lo único que sé esque estoy fuertemente medicado y...

—Fiscal: Sí, diga, diga termine...

—Bruno: Y que me interesa la "er".

—Fiscal: ¿Perdón? ¿La "y"  y la "r"?

—Bruno: No, la "e" y la "r".

—Fiscal: ¿Le interesa?

—Bruno: Sí.


Cruz Morcillo (1973-)


Bruno Hernández Vega, "el descuartizador de Majadahonda" (1984-)

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