El Celador de Olot, Matías Crowder

"Los ancianos lo ven recorrer los pasillos con paso decidido. Como un predador. Sentado en la salita de los celadores, a un lado de la sala Confort, donde sereúnen los residentes de peor estado de salud, los observa. Suele llevárselos a la salita, como llaman al pequeño cuarto contiguo del segundo piso; nadie sabe qué hace con ello allí. Luego, empujando la silla de ruedas, o acompañando un andador, se pierde con los ancianos por los pasillos. Sus compañeros hablan de la mala suerte de Joan: la gran mayoría de las bajas se dan en su turno, los días de fiesta, cuando él está de guardia. Joan Vila Dilmé parece atraer el luto al geriátrico". El celador de Olot



La más oscura y cruel realidad vuelve a golpearnos en forma de esplendida experiencia literaria, donde un caso totalmente abominable, en que la más absoluta vulnerabilidad fue destruida por parte de aquel, que en teoría, era su protector. Uno de los casos de asesino en serie más tristes y terroríficos de nuestra crónica negra. Como dije en el primer libro que abrió esta hilera de reseñas de la colección de Sinficcion, leídas sin seguir el orden de publicación, en España no ha habido, gracias a Dios, numerosos casos de asesinos seriales, pero los pocos que han surgido, han sacudido de forma brutal nuestra sociedad, espantando nuestra tranquilidad ante tamaños actos de brutalidad. En el caso a reseñar, surge la siniestra sombra de uno de los tipos de asesinos en serie más malvados y crueles: "los ángeles de la muerte". Seres perturbados que confunde la compasión con el asesinato, pues en su mente enferma creen que lo que hacen es un acto de la más alta misericordia, por liberar del sufrimiento a sus víctimas. Pero lo que se esconde es un apetito voraz de muerte y un complejo exagerado de Dios, en el cual ellos son los dueños de esas indefensas vidas, pueden decir cuando se termina. Sin más preámbulos, damas y caballeros, esto es: El celador de Olot de Matías Crowder.

Año 2010, el municipio de Olot se encontraba de pronto con que, en la residencia La Caritat, una serie de ancianos habían encontrado la muerte de forma extraña. Los Mossos d´Esquadra empezaron a relacionar que un total de once ancianos murieron, lo que en un principio parecían muertes naturales debido a las edades avanzadas, todas tenían un patrón común, en sus cuerpos se encontraron grandes cantidades de medicamentos que no les estaban recetados. Y alguno tenía productos químicos. Todo esto surgió ante la horrible y agónica muerte de una señora, a la que le habían hecho ingerir un producto cáustico, provocándole una muerte espantosa al quemar sus entrañas. Pero, ¿por qué esos ancianos? Pues algo les unía, aparte de sus muertes. Todos habían fallecido durante el turno de un celador. Y en todos estuvo presente y los "acompañó" durante sus agonías. No había dudas, no era muertes casuales. Joan Vila Dilmé, era el principal y único sospechoso.

Joan Vila, el infame protagonista de esta historia es un hombre extraño, marcado por una serie de trastornos mentales, que fueron poco a poco, en palabras del autor, perdiendo, engullendo, en un bosque profundo y oscuro, del que es imposible salir. Vila nació en un pequeño pueblo de La Garrocha, hijo de padres trabajadores. Más propenso a juntarse con las niñas que con los niños, peinándolas y gozando del noble arte del chismorreo, pasa su infancia. Joan es homosexual, cosa no bien vista es aquellos años. Sufre el desprecio y la incomprensión de su entorno. En la edad adulta marcha en busca de un sentido a su vida. Pasa por varios empleos, y van dando tumbos. El alcohol se volverá un imprescindible en su vida. De pronto descubre que siente una especie de alma altruista, llevado por una compasión hacia los más débiles. Así tomará estudios de auxiliar de enfermería y entró a trabajar como celador en La Caritat, en Olot.

Olot parece estar marcado por la fatalidad. Como si los astros se hubieran confabulado para que la desgracia campe a sus anchas. Los casos más mediáticos y terribles se han producido en las calles del municipio. El secuestro de la farmacéutica María Angels Feliu, 492 días de calvario en la que fue retenida por un grupo que buscaba un chantaje monetario, siendo la persona que más tiempo paso secuestrada no por terroristas en España. Pere Puig Puntí asesino a cuatro personas en el año 2010, a punta de escopeta. Y luego estaría el Celador de Olot, el mayor asesino en serie del siglo XXI español.

Vila entró a trabajar en la residencia en 2009. Allí se ganó el afecto y el cariño tanto de los compañeros como de los ancianos. Su comportamiento era correcto, buen trato con los ancianos y complicidad con los trabajadores. Pero aún así seguía siendo un ser extraño, que ocultaba sus perversiones y su alcoholismo. Poco a poco iba surgiendo otro Joan, uno que manejaba unos pensamientos oscuros, donde despreciaba a los ancianos, mirándolos con superioridad. Y ese otro yo malvado emponzoñaba su mente con una obsesión que sería fatal. La muerte se convirtió en el primer pensamiento y el último en sus días. Y no tendría que esperar a que llegará, el sería su heraldo y su ejecutor.

Entre los meses que duraron los años 2009 y 2010, fue acechando a sus posibles víctimas. Siempre se fijaba en los más dependientes, los más indefensos, aquellos que eran más accesibles para un celador. Once ancianos, nueve mujeres y dos hombres, de edades comprendidas entre los ochenta y los noventa, sucumbieron en las garras de este ángel de la muerte, que los envenenaba con dosis mortales. Los tres últimos fueron presas de un sadismo exacerbado, en el cual no solo se valía de los fármacos, si no que los sometía en un tormento atroz al hacerles ingerir productos químicos abrasivos. Cuando los policías encontraron las pruebas que lo incriminaban, confesó sin miramientos. Dijo que todo lo hacía por misericordia hacia los ancianos, para aliviar sus sufrimientos y hacerlos llegar antes a la paz y el descanso. Un verdadero monstruo carente de empatía, que gozaba con el padecer de sus víctimas, con un severo complejo de Dios. El año 2013, un jurado popular lo encontró culpable del asesinato de once ancianos y fue sentenciado a 127 años de cárcel. Actualmente cumple condena en la prisión de Puig de les Basses en Figueres, Girona.

Matías Crowder teje un relato macabro, intenso, escrito con un estilo literario que por momentos parece que todo lo narrado no es fruto de la realidad, si no que nacida de la mente del escritor. De hecho, algunos momentos del relato si son inventados, imaginados por el autor, cosa que no quita la veracidad y el realismo de lo contado, si no que, ayuda a poder entrar en la psique demente de este perturbado psicópata asesino. Vemos como su personalidad fragmentada controla sus movimientos. Dos caras de una misma moneda, dentro de una mente trastornada, acomplejada y sádica. Joan Vila es un caso complejo a la hora de estudio, pero también es atrayente, por como alguien es capaz de fantasear y gozar con el sufrimiento ajeno, creyendo que sus actos están envueltos en un halo de caridad, al poner fin al dolor y el tormento de esos pobres ancianitos. El autor nos pone en frente al hombre y al monstruo, con todas sus caras. Pero lo que también hace del libro una grata lectura, es que se da nombre y apellidos de las víctimas, que no solo son unos simples nombres, si no que se les rinde un sincero homenaje al presentarnos sus vidas, sus padecimientos, como fue su recorrido vital hasta, por desgracia, tomarse con quién ellos creían que era su cuidador, pero en realidad era su verdugo. Esas personas no volverán, pero aquellos que lean el libro podrán conocerlos. 

El celador de Olot es el que más se acerca a leer una novela de terror. El autor escribe con maestría la tensión de contemplar como el monstruo acecha a sus víctimas, y se puede llegar a sentir el horror de verse indefenso ante sus garras. Es el más cortito de la colección, lo que hace que se lea de un tirón, dado lo adictivo que es. Aquí termina, de momento, la colección de Sinficción, un autentico pasaje del terror, donde nos adentramos en los casos más abyectos, oscuros, crueles y malvados de nuestra crónica negra más actual. El mal parece que esta lejano, ausente, pero esta en donde menos se espera. Y estos libros nos enseñan que cualquiera puede ser tanto víctima, como verdugo. Espero con ansías el siguiente volumen. 


—¿Robaba a los ancianos?

—Nunca les quité un céntimo a ninguno.

—¿Los tocaba? Me han dicho que los tocaba mucho, que los acariciaba. ¿Abusaba sexualmente de ellos?

—¡No, no, por favor! Solo quería llevarlos a la plenitud, aliviarlos de sus males.

Vila, interrogado por los Mossos d´Esquadra. 


Matías Crowder (1979-)



Joan Vila Dilmé, "el celador de Olot" (1965-)

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