La verdadera historia de la Panda del Moco, Iñaki Domínguez

 "No cabe duda que la Panda del Moco adquirió un estatus mítico, de leyenda urbana, y guardo al respecto numerosos testimonios. Mucha gente no conocía ni había visto a los verdaderos protagonistas, al referente, digamos. Pero si había oído multitud de historias sobre ellos. Algunas de ellas eran ciertas, otras inventadas, y todas ellas distorsionadas en algún grado al ser mediadas por uno o varios interlocutores. La Panda del Moco había cautivado y fecundado la imaginación colectiva de parte de la juventud madrileña". La verdadera historia de la Panda del Moco.


 
La novena acepción de la RAE dice que Panda es: pandilla que forman algunos para hacer daño. Esto es una definición bastante acertada para estos grupos (más o menos grandes), que se juntan para causar el mayor daño posible, dando palizas, robando o trapicheando. Pero también le viene al pelo la decima acepción que reza: reunión de gente para divertirse. Pues de eso precisamente era la motivación que unió a una serie de personas, que durante las postrimerías de la dictadura y el amanecer de la democracia, unieron fuerzas entre las calles de Madrid, para dos cosas, divertirse y ser los más peligrosos y temidos entre todas las pandillas callejeras madrileñas. Esta es la historia de una Panda que causó terror y fascinación a partes iguales y se convirtieron en leyenda durante años. Esto es: La verdadera historia de la Panda del Moco de Iñaki Domínguez.

Pero antes, contexto. Durante finales de los 70 y principios de los 80, en España empezó a tener un elevado indice de criminalidad. Algo que fue muy bien retratado por ese magnífico subgénero cinematográfico patrio, el cine quinqui. Autores como Eloy de la Iglesia, Jose Antonio de la Loma o Carlos Saura, reflejaron esa realidad social ejerciendo una especie de cinema verité o mejor dicho "cine social", donde se retrataba las vidas al limite de esos jovenes delincuentes, que movidos por la necesidad y la inclusión social, llevaban a cabo sus fechorías, sus adicciones y sus pasiones al ritmo de Los Chicos o Rumba 3. Peliculas fundamentales y recomendables son: Perros callejeros y Yo, el Vaquilla de de la Loma, Navajeros y el Pico de de la Iglesia y Deprisa deprisa de Carlos Saura. 

Pero a aparte de estas bandas, se empezó a importar desde fuera, en concreto de Estados Unidos, el fenómeno de las tribus urbanas. Esta suerte de subcultura aglutinó a los jovenes que se veían atraídos tanto por la estética como por las aficiones y gustos similares entre sus miembros, hizo que encuentren un lugar donde poder canalizar sus inseguridades y poder mostrarse como son, desafiando al poder paterno. Una especie de refugio entre iguales. En España se dieron grupos de Skins (neonazis), punkis, rockers, quinquis, entre otros. Pero de todos estos grupos surgió uno que vino a desafiar el orden establecido desde una posición de privilegio que estaba en peligro. Un grupo, y en especial una Panda, que rompió estereotipos, demostrando su valía a base de palizas y robos. Los Pijos.

El pijo es una forma peyorativa de referirse a la gente de buena posición, adinerada y de "buena familia". Siempre se ha mal visto a las clases pudientes (casi siempre con razón) y en España más. Pues se puede apreciar la altanería y la soberbia con la que dirigen la mirada hacia las clases trabajadoras. Por eso el termino "pijo" es la manera despectiva que se usa sobre todo con los hijos de los ricos. Los niños de papá, siempre bien vestidos, con ropas caras, lujosos coches o motos, y con una independencia total gracias a la cartera o las influencias de papi. Iñaki Domínguez, un experto en la fauna que pululan por las calles, y que para mí a sido un verdadero descubrimiento, ha escrito una serie de libros donde retrata a los macarras patrios. Y aquí, dirige la mirada a hacia los pijos. Y en especial a La Panda del Moco.

De todas las pandillas o bandas que pululaban por las incipientes discotecas madrileñas, hubo una que se impuso a las demás, convirtiéndose es una especie de leyenda urbana de pijos malotes y chungos, ataviados con plumas Pedro Gómez, zapatillas New Balance y en sus flamantes Golf GTI. Desde su guarida en VIPS, allí se dispersaban por la calles más chungas, en busca de gresca y apalizar a cuantas más pandas pudieran. 

La Panda del Moco se forma en los colegios más exclusivos de Madrid, donde los niños de papá se pasaban más tiempo ignorando lo que decían los profesores e intentando fugarse para callejear haciendo pellas. Es aquí donde se empezaron a juntar los principales fundadores de la futura Panda del Moco. Pues miembros hubieron muchos, pero los máximos representantes y cabezas de cartel fueron una triada de pijos únicos e irrepetibles. Conocidos como "el Francés", "el Judío" y "el Italiano", ellos fueron los que fundaron la que sería una de las bandas más conocidas y legendarias del callejero madrileño.

Entre los principales miembros, a parte de los tres fundadores, son dignos de mención Pablo Full, el Garrul y el Comun. Una de las peculiaridades de la banda era que ellos fueron los principales practicantes del Full Contact, un deporte de contacto que mezcla boxeo, karate y taekwondo. El autor hace un paralelismo divertido con la película Karate Kid, la del señor Miyagi (dar cera, pulir cera), presentando a los Mocos como la pandilla rival del protagonista, los Cobra Kai. Los Mocos no se doblegaban ante nadie, daba igual si eran, punkis, quinquis, o skins, el Francés y los suyos reventaban a patadas a cualquiera que los desafiara. 

Los ochenta fueron los años de oro para los pijos. Estos se movían con orgullo con sus ropas caras y sus cochazos, desplegando su nivel adquisitivo con desvergüenza, por los barrios más humildes y hostiles, y de fondo el himno no oficial del orgullo pijo, "Soy Pijo", de Poly C.

El Francés es un personaje digamos, peculiar cuanto menos. Nacido en Francia, de hay el apodo, cuyo nombre real es Loic Veillard, en palabras del autor: "es un tipo duro, además de excéntrico, alguien que contribuyó a crear y engrandecer el mito de los Mocos, sobre todo en sus orígenes". Amigo constante de la gresca y la pendencia, solo sabe moverse entre la delgada fina línea que separa entre la legalidad y la cárcel. Pues este fue el desenlace final de una banda de leyenda, acabando convertidos, no todos, pero sobre todo el Francés, en futuros delincuentes relacionados con robos y tráfico de drogas.

Loic Veillard, "el Francés", en su juventud.


La verdadera historia de la Panda del Moco es una de las sorpresas del año. Pues como mis mejores lecturas, lo descubrí por casualidad en mi búsqueda librera y al instante supe que tenía que leerlo. Una historia divertida y alucinante, dónde los protagonistas alzan la voz propia e inundan el libro con sus propios testimonios, además de testigos de aquella loca época, con la jerga de calle dando autenticidad a la historia. Iñaki Domínguez es el antropólogo de la calle, conoce el fenómeno "macarra" mejor que nadie. Con este libro he desterrado el prejuicio de los pijos, finos y delicados y he descubierto que como me confíe me saltan los dientes de una patada. Una lectura amena, divertida e impresionante de una época que fue, única e irrepetible y la historia de un grupo macarra y pijo que rozó la leyenda a base de palizas. Brutal. Magnífico. 


Iñaki Domínguez (1981-)

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