El crimen del cine Oriente, Javier Tomeo

"Se estaba haciendo tarde y ninguno de los dos tenía ganas de dormir. La verdad es que hay noches en que los hombres y las mujeres, más que dormir, lo que necesitan es estar tumbados boca arriba, uno junto al otro, contemplado el mismo trozo de cielo. En aquel cuarto no había cielo, sólo un techo con la pintura desconchada y una bombilla colgando del cordón, pero para el caso era lo mismo porque lo que más importa en esos momentos es que el hombre y la mujer miren en la misma dirección y dejen que sus pensamientos vayan por donde quieran". El crimen del cine Oriente.



Javier Tomeo era algo único. Un hombre que albergaba una literatura que no se había visto, ni creo que se vea en mucho tiempo. Una mente con un mundo interior donde lo real y lo irreal se dan la mano en unas novelas cortas y en unos cuentos aún más cortos, con frases cortas y ligeras, repletas de personajes solitarios, que viven sus existencias como pueden. 

Hace tiempo leí una de sus novelas más conocidas, La mirada de la muñeca hinchable, donde un hombre solitario mantiene conversaciones con su amante inanimada de plástico, sin esperar que esta le conteste. Recuerdo que me dejó la impresión de no haber leído algo igual, una historia tan extraña como tierna al mismo tiempo. Después de mucho tiempo sin leerlo, aprovechando una compra de libros de segunda mano me encontré con un libro suyo y decidí llevármelo. En un día y medio lo he devorado. Y como con tan poco se puede hacer mucho. Os presento: El crimen del cine Oriente de Javier Tomeo.

Esta novela tuvo su origen sin pensarla, como suelen ser las mejores. Pedro Costa Musté, el afamado director de cine y productor televisivo conocido por crear esa maravilla que es La huella del crimen, una serie antológica donde en cada episodio se narraba de forma magistral, algunos de los crímenes mas famosos de la historia criminal española, interpretada por los más grandes actores como Fernando Guillén, Terele Pávez, Sancho Gracia y Carmen Maura entre otros. 

Costa atraído por el macabro crimen del cine Oriente, un suceso real, contacto con Tomeo para escribir un guión cinematográfico, pero el escritor quedó tan fascinado por el caso que tenía que novelarlo. Así surgió una novela sobre las ganas de alcanzar un mínimo de estabilidad en la vida, pero siempre está pone una y otra la zancadilla que acaba tirándolo todo por los suelos. Costa dirigió la película con el gran Pepe Rubianes y la desagradable Anabel Alonso. 

Pero, ¿de qué trata la historia? Pues todo empieza cuando María, una prostituta que huye de la casa donde trabaja, harta de los malos tratos de su chulo, entra a refugiarse de la lluvia en el cine Oriente.  Allí conocerá a Juan el encargado del cine. Éste le dice que aquello no es un hotel y que no puede quedarse, pero ella le convence para quedarse y al final los dos acaban yéndose a la casa de Juan, encima del cine.

Es entonces cuando entre los dos comenzará una relación cuanto menos, rara. María verá en Juan una especie de tabla de salvación en la cual se agarra para intentar sacar su vida a flote. Ella intentará por medio de cocinar y adecentar un poco la casa, que los malos hábitos de Juan se vayan acabando y se enderece un poco sus vidas.

Los dos personajes principales son los típicos de Tomeo. Dos seres rotos, supervivientes que hacen que cada día no sea el último. María, que también es la narradora, vive la vida día a día. Con la acogida por parte Juan decide abandonar su trabajo de prostituta y ser una mujer decente. Con un álbum fotográfico, María rememora a sus padres y a una hermana que no conoció porque murió antes de nacer ella, y con esos pequeños momentos nostálgicos intenta calmar las pequeñas inquietudes que le produce Juan. Porque Juan es un auténtico personaje. Mentiroso, borracho, pícaro, cojitranco e impotente. Tiene la costumbre de acechar a las parejas que aprovechan la oscuridad de la sala para magrearse y sorprenderlos in fraganti. Mientras ella no para de intentar crear un ambiente saludable entre los dos y vivir una idílica relación de pareja, Juan no para de torpedear todo por sus malos hábitos, sus desprecios constantes y una condescendencia asquerosa. 

La frustración de María va in crescendo con cada desplante de Juan. Cuando María empieza a descubrir sus mentiras y empieza a ver que las dos mil pesetas que le prestó no las volverá a recuperar, todo alcanzará un máximo de tensión y acabará explotando trágicamente.

Otros personajes que pululan por este barrio decadente serán Rosalía la taquillera, el proyeccionista con cara de funeral, el carnicero que se come con los ojos a María, una vieja que le echará las cartas y un portero de una fábrica que mirará con anhelo a María cada vez que se asoma al balcón. 

El otro gran protagonista es el cine. En unos tiempos negros de férrea dictadura, mucha gente encontraban en las salas de cine un lugar donde escapar de sus duras existencias y dejar volar las fantasías con las historias del celuloide. También eran lugares donde los amantes se daban caricias y besos furtivos, incluso algunas mujeres realizaban juegos de muñeca con algunos desesperados por una cuantas pesetas.

El crimen del cine Oriente es una novelita deliciosa. Es Tomeo narrando, a través de la voz sincera y brava de María, una extraña historia de amor con un sangriento final. Una historia de seres que buscan salir del pozo, respirar un poco de aire fresco, pero la vida nunca es buena con los pobres desgraciados. María nos cuenta su historia como si se sentará en un escenario ante un público dispuesto a escucharla, o ante los guardias que la interrogan. María se abre en canal, se desgarra, cuenta sus anhelos, sus miedos, sus frustraciones. Con unas frases cortas, una lengua de la calle, la novela se lee de un tirón. Javier Tomeo hace entrañable lo sórdido y lo mundano. Una muy buena lectura de un escritor enorme y único.


Javier Tomeo (1932-2013)

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