Mishima. Biografía, John Nathan

"De todos los pasajes inquietantes que hay en La casa de Kyoko es éste el que produce más desazón. En el joven que es un narcisista porque nunca puede estar seguro de que es real, en el narcisista que descubre en el dolor una dulce prueba de su existencia y que, por tanto, es también un masoquista, en el masoquista que imagina únicamente placer en su dolorosa muerte, y que espera de ella una prueba definitiva de su existencia, Mishima trazó un retrato inconfundible de sí mismo. La semejanza es sorprendente incluso en la confusión de Osamu entre la muerte como teatro y la muerte como realidad: Mishima no era menos actor de lo que pudiera serlo Osamu, y necesitaba también desesperadamente sentirse objeto de "feroz preocupación" en un drama de la existencia que él imaginaba no iba a acabar nunca. La confusión de Osamu entre muerte real y fantasía, el peligroso juego con la muerte verdadera, en el que toda realidad quedaba trasformada en un escenario sobre el que era él quien interpretaba el papel principal, no hay duda de que era un juego que el propio Mishima continuó practicando hasta el mismo momento de su muerte". 
Mishima. Biografía.




El 25 de noviembre de 1970 el escritor japonés Yukio Mishima tomaba como rehén junto a tres miembros de su Sociedad del Escudo al comandante del campamento militar de Ichigaya. Tras mandar que los soldados formarán en el patio bajo la amenaza de matar al comandante, Mishima y uno de sus colaboradores salieron al balcón del campamento. Allí dio un discurso donde denunciaba la decadencia del Japón, el abandono de las tradiciones y que la figura del emperador había sido despojada de toda la divinidad que tenía antes de la guerra. El propósito de su arenga era instarlos a dar un golpe de estado. Sus palabras apenas fueron escuchadas por los soldados, quienes le abuchearon y le gritaron que bajará y se fuera. Viendo que lo que decía caía en saco roto, tras dedicar unas palabras de honor al emperador, Mishima se retiró junto a su pupilo. Una vez dentro, con la ayuda de uno de sus colaboradores, Yukio Mishima cometió seppuku el suicido ritual de los samuráis a los cuarenta y cinco años. Éste era el final de uno de los escritores más grandes, no solo de Japón, si no de la historia de la literatura. 

¿Por qué un hombre que gozaba del éxito tanto en su país como fuera de él, tocado por un talento extraordinario, decidió tener un final tan espectacular como truculento? A esta pregunta intentó dar un respuesta John Nathan, nadando entre las turbulentas aguas vitales de un hombre tan especial como complejo, que albergaba en su interior una dolorosa mezcla de pasión por la belleza y obsesión por una muerte sangrienta. En una biografía magnífica, el que fuera traductor de algunas obras de Mishima y que llegó a conocerlo, poco, pues casi nadie que tuvo el privilegio de pasar por la vida del autor japonés apenas llegaron a descifrar que se escondía tras la máscara, intenta despejar los interrogantes que envolvieron la vida de Yukio Mishima elevándolo al estatus de leyenda. Con muchísimo gusto os presento: Mishima. Biografía de John Nathan.

Toda la vida de Mishima parecía estar destinada al final que decidió dar a su existencia. Nacido en el seno de una familia medianamente humilde. Hijo del matrimonio formado por Azusa, un funcionario del Ministerio de Agricultura y Shizue, Kimitake Hiraoka, que era el nombre real del autor, desde su más temprana niñez estuvo bajo la atenta mirada y férrea tutela de su abuela Natsu. Ella mantuvo con su nieto una estrecha relación hasta el punto de disponer de su presencia a todas horas en su habitación con la escusa de protegerlo. Su abuela le contaba historias de sus nobles  antepasados y le introdujo en el arte japonés del teatro Kabuki. Kimitake creció como un joven pálido, frágil y enfermizo, rodeado de la apatía de su padre, un amor incondicional de su madre y la intensa vigilancia de su abuela. Kimitake solo conoció la libertad al morir Natsu. 

Ya desde bien pequeño dio muestra de una sensibilidad hacia la escritura, componiendo poemas y pequeñas historias que eran leídas por su primera y más fiel lectora, su madre. Hasta su muerte ella era quién leía sus manuscritos antes de ser enviados a sus editores. Si la relación con su abuela era una mezcla de respeto y miedo dado el carácter autoritario y colérico de Natsu, con Shizue su madre era todo lo contrario. Mishima siempre tuvo con su madre una íntima relación pues era en ella donde podía mostrar su faceta literaria sin ningún miedo. Sin embargo con su padre, Azusa, tuvo más una relación más fría, pues su progenitor quería que fuera un funcionario de alto rango y no quería saber nada de la literatura, cosa que consideraba de afeminados. Pero cuando su hijo le mostró con decisión su deseo de ser escritor su padre le dijo: bien, pero procura en convertirte en el mejor escritor de Japón. 

Mishima estudió en un prestigioso colegio donde, siendo un adolescente tímido y retraído por los años de aislamiento en la habitación de su abuela, apenas tuvo muchas amistades. Pero allí empezó a dar sus primeros pasos en el mundillo literario. Publicó algunos poemas y relatos en el periódico del colegio donde llamó la atención por su calidad. 

Llamado a filas durante la Segunda Guerra Mundial no pasó el reconocimiento médico al ser confundido un resfriado con una tuberculosis. Esto le marcaría toda la vida pues ya comenzaba a tener sueños donde mezclaba una muerte honorable por su país con la más sublime de las bellezas. 

Ya adulto, y después de abandonar su trabajo como abogado para dedicarse por completo a la escritura, tras un publicar una novela que paso desapercibida, fue con su segunda novela la que lo consagraría como uno de los más grandes escritores de su tiempo. Confesiones de una máscara (la primera novela que leí y fue amor a primera lectura) fue un éxito rotundo. Publicada ya con el seudónimo de Yukio Mishima, la obra trataba de un joven atormentado que tras una máscara ocultaba su verdadera esencia para poder encajar en la sociedad que lo rechaza. La obra destila una profunda melancolía escrita con un lenguaje de una belleza apabullante. En ella ya se ven los principales tropos de la obra de Mishima, siendo estos la homosexualidad reprimida, el dolor, la belleza ante la muerte y la autodestrucción. 

Mishima pasó a convertirse en un escritor famoso y a codearse con el ambiente literario y cultural de su época. Entre ellos conoció a quien sería su mentor, el prestigioso y futuro premio Nobel Yasunari Kawabata. Con la nueva fama adquirida Mishima dio un cambio radical a la imagen que daba de cara al público. Atrás quedó aquel joven delgaducho y pálido, dando paso a un hombre risueño y simpático, que llamaba la atención por su comportamiento extravagante a ojos del conservador pueblo japonés. También empezó a rendir un culto exagerado a su cuerpo, siguiendo un estricto ejercicio de levantamiento de pesas que no abandono hasta el mismo día de su muerte. Desarrolló un sentimiento de obsesión por mantener un cuerpo escultural muy influenciado por su amor por la cultura griega clásica. Mishima fue un fenómeno cultural en su país, aclamado como escritor y también como personaje mediático, pues también desarrolló facetas como autor teatral y como actor de cine.

La fortuna sonreía a Mishima. Sus primeros libros eran auténticos best sellers. Sed de amor, El color prohibido, El marino que perdió la gracia del mar (mi novela favorita) o El Pabellón de Oro le convirtieron en un hombre rico. Tras cumplir con sus padres y casarse con Yoko Sugiyama con la que tendría dos hijos, se trasladó a una lujosa casa al estilo occidental que mandó construir, donde eran asiduas las fiestas que solía montar para agasajar a invitados extranjeros. 

Pero en lo que más ahonda la biografía es en los dos aspectos que marcaron profundamente la vida de Yukio Mishima: su homosexualidad reprimida y su obsesiva derivación a pensamientos de extrema derecha y ultranacionalistas.

Mishima siempre mantuvo una lucha constante con su orientación sexual. Nacido en una época y en un país donde la homosexualidad estaba muy mal vista, siempre tuvo que ocultar su atracción por los hombres. Como plasmó tan magistralmente en Confesiones de una máscara su despertar sexual apareció ante la contemplación de un cuadro que representaba a San Sebastián en su martirio, siendo una de las representaciones cristianas más repetidas del arte. La imagen del cuerpo escultural del santo, atado a un árbol y siendo asaeteado por varias flechas despertaron sentimientos de lujuria en el joven Kimitake. Aquel cuadro combinaba dos de las grandes pasiones que acompañaron la vida del novelista: la belleza imbuida de muerte, la lujuria impregnada de sangre, el éxtasis provocado por el dolor. El fetiche del hermoso cuerpo destruido lo plasmó en una serie de fotografías donde se retrato a sí mismo en distintos poses de muerte, entre ellas una representando fielmente la muerte del mártir cristiano. 

Tras la humillante derrota y las horribles detonaciones sobre Hiroshima y Nagasaki, el otrora Gran Imperio Japonés acabó supeditado a una tutela vergonzante de las fuerzas de ocupación norteamericanas y varias concesiones deshonrosas como renunciar a tener un ejército propio y aceptar una constitución que desprendía todo halo divino al Emperador, que pasó de ser un dios en la Tierra a ser un simple Jefe del Estado mortal y con un papel más simbólico y representativo. 

Todos estos cambios fueron horadando el espíritu de Mishima hasta llegar a obsesionarle. Las ideas de grupos de extrema derecha que buscaban el retorno de los viejos tiempos antes del armisticio calaron en el novelista. Su discurso fue cada vez más radicalizándose hasta llegar a pensamientos peligrosos como justificar una insurrección militar o actos terroristas. Para intentar crear conciencia sobre lo que consideraba la decadencia del Japón y para intentar devolver el estatus divino del emperador, Mishima creó junto a varios jóvenes comprometidos con su pensamiento un pequeño cuerpo paramilitar llamado Tatenokai "Sociedad del Escudo". En ella fomentaba un importante culto al cuerpo a los jóvenes cadetes en la devoción al emperador y a los valores tradicionales. 

Mishima volcó todo su ideario en la que está considerada como su última gran obra maestra. Compuesta por una tetralogía que llamó El mar de la fertilidad, a lo largo de cuatro novelas (Nieve de primavera. Caballos desbocados. El templo del alba. La corrupción de un ángel) seguimos a un personaje que a lo largo de los años va encontrándose con las reencarnaciones de un amigo suyo y sus intentos de salvarlo de la fatalidad que parece acompañarle. Mishima trabajó en este gran retablo donde retrato su país hasta el día de su muerte, mandando el último manuscrito al editor el mismo día que se suicidó. En la segunda de ellas, Caballos desbocados, es donde más claro pueden leerse la ideología extremista del autor y una descripción gráfica del que sería su canto del cisne sangriento. 

Nadie sospechó lo que planeaba Mishima en su último año de vida. Junto a tres de sus más allegados discípulos de la Sociedad del Escudo planeó un intento de golpe de estado a través de una sublevación militar que suprimiera la constitución. Todo desencadenó en el espectacular y triste final de uno de los novelistas más importantes del siglo XX, en una muerte que siempre deseó, morir al estilo de los legendarios samuráis y dar la vida por un ideal más trascendental que cualquiera placer terrenal. Ese fue el fin de Yukio Mishima, el último samurái. 

Mishima. Biografía es una obra imprescindible para ahondar en la vida y obra de un autor imprescindible. John Nathan conoció a Mishima cuando tradujo la novela El marino que perdió la gracia del mar, título que le dio el traductor. Entre los dos no se forjó una amistad muy estrecha, pues Mishima tenía la costumbre de desechar a las personas cuando ya no le interesaban, pero quedó fascinado por la tremenda aura que desprendía el escritor japonés. Movido por eso y tras su teatral y espectacular final decidió sumergirse en el profundo estanque que fue la vida de Mishima, de aguas mansas y delicadas una vez, turbulentas y agitadas otras. 

Así, poniéndose en contacto con aquellos que lo trataron en vida como sus padres, su viuda y algunos amigos, el autor intenta descifrar la compleja personalidad de Mishima. El novelista japonés fue un auténtico misterio. Kimitake Hiraoka fue un niño delicado, enfermizo, pálido y tímido que de la noche a la mañana paso a ser Yukio Mishima, un autor famoso y respetado, admirado en su país y fuera de él, nominado al Nobel, un hombre de aspecto rudo, musculado, de risa estridente, fetichista de su cuerpo, y ultranacionalista. La máscara que da título a su mejor obra ocultó su verdadera esencia, su auténtica personalidad, su espíritu real. Mishima jamás mostró quien era en realidad, salvo a través de su literatura. Tras sus personajes puede atisbarse partes de su alma y su pensamiento. 

Nathan escribió un verdadero manual para entender que se ocultaba tras uno de los suicidios más impactantes de la literatura. Para los que somos adoradores de la obra del novelista japonés supone un verdadero regalo, pues sirve como complemento para poder llegar a entender, valorar y apreciar aún más una de las literaturas más bellas jamás escritas. Un libro imprescindible para los amantes de Yukio Mishima, pero también como hará las delicias de aquellos que disfruten de historias donde la belleza, la muerte, la poesía y la tragedia se dan la mano. 

Para finalizar me gustaría poner el jisei no ku el poema de despedida que escribió Mishima siguiendo la tradición de los samuráis antes de acabar con su propia vida: 

Una pequeña brisa nocturna sopla, 

diciendo que las flores son las que caen,

ante el mundo y la gente que odia verlas caer.


John Nathan (1940-)

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