El amante bilingüe, Juan Marsé

"Pero en vez de meterse en casa tomó el ascensor y bajó hasta la planta baja, dirigiéndose a la cafetería del edificio. Se instaló en la barra y pidió un vino, y luego otro y luego dos más. Estuvo allí hasta que cerraron el bar, solo, probando suerte en una máquina tragaperras que emitía una música fantasmagórica, una tonadilla artificiosa y sideral. Se sintió inesperadamente reconfortado, conformado a la propia falacia y al artificio electrónico y musical que manejaba, mientras una mano invisible palmeaba amistosamente su espalda, animándole: Si te conviertes en otro sin dejar de ser tú, ya nunca te sentirás solo".
El amante bilingüe.




Juan Marsé no tiene libro malo, y lo digo cuando apenas he leído toda la producción del Premio Cervantes. Frente a sus grandes novelas como Últimas tardes con Teresa, Si te dicen que caí o Un día volveré (mi novela favorita del novelista catalán), están otras obras que pueden parecer menores, sobre todo por su extensión, pero no dejan de formar parte de una de las obras más extraordinarias y únicas de nuestra narrativa. Obras de tal calidad como La muchacha de las bragas de oroRonda del Guinardó y sus magníficos relatos cortos recogidos en la antología Colección particular, demuestran porque fue galardonado con el máximo galardón de la noble lengua del Manco de Lepanto. 

Pues de una de esas "novelas menores" vengo a hablar. Una historia que desprende la particular mala leche del autor, al atizar la idiosincrasia catalana con una ácida sátira sobre la identidad y la búsqueda de uno mismo. Con muchísimo gusto, y siguiendo la tradición de emparejar a Mishima con Marsé o presento: El amante bilingüe de Juan Marsé.

Joan Marés descubre a su mujer, Norma Valentí poniéndole los cuernos con otro hombre en su misma cama. En una escena patética encuentra a un limpiabotas andaluz desnudo que acaba de satisfacer los apetitos carnales de la esposa catalana de Marés. Destrozado nuestro protagonista acepta separarse de ella y de pronto cae una espiral de tristeza y autocompasión. Marés se convierte en un pordiosero que se gana el sustento tocando el acordeón. Acompañado de su amigo Cuxot, que pinta retratos callejeros, interpreta melodías catalanas del maestro Casals, llevando carteles bilingües en el cuello donde se autodenomina como un charnego en busca de trabajo en Cataluña. Así pasa los días, tocando para silenciar las penas de su amor destrozado, ganado un pequeño pero bastante apañado sueldo para poder vivir, ahogando las penas en el edificio Walden7 donde se consumo el adulterio, última consideración de su ex al dejarle vivir allí, y vuelca sus míseras mentales en cuadernos donde nos cuenta su triste pasado.

Hijo de una cupletista venida a menos y macerada en alcohol y un ilusionista disfrazada de chino del cual se avergüenza, pasa su infancia y juventud entre las fiestas de su madre y sus viejos amigos de farándula y las correrías con sus amigos como el  encantador charnego de Faneca. 

Como buen hijo de artistas, Marés pone a prueba un truco que llama "La Araña-que-fuma"  donde gracias a las increíbles contestaciones de su cuerpo mientras fuma hace las gracias de sus amigos. En una de esas llega a las puertas de una mansión donde el dueño lo ve y le ofrece unas pesetas por volver a hacerlo en una pequeña representación clandestina donde una serie de nostálgicos catalanes ensalzan los valores de su nación soñada anulada por el franquismo. La causalidad es que el dueño de aquella casa será su futuro suegro. 

Marés conoció a su mujer cuando se escondió en un local donde un grupo antifranquista preparaba una huelga de hambre. Las barreras de clase no impidieron que entre los dos, cosa que no gusto a los amigos pijos de Norma, los cuales algunos le acusaban de dar un braguetazo al casarse con una de las mujeres más ricas de Cataluña. El matrimonio fue feliz hasta que el gusto por los murcianos de Norma erosionó el amor. 

Marés no puede soportar la existencia son Norma, por lo que la llama de vez en cuando a su trabajo en su oficina de la Generalitat. Norma trabaja en la comisión del Plan de Normalización Lingüística de Cataluña. Marés cambia la voz y su acento por la de un andaluz que pide ayuda para colocar carteles en lengua catalana, solo para poder calmar sus ansias de oír la voz de su amada. 

Un día de carnaval se disfraza como un limpiabotas charnego, de grandes patillas, pelo engominado hacia atrás, bigotito fino, una lentillas verdad en un ojo y un parche en el otro. Valiéndose de su extraordinaria faceta de actor, prepara un personaje con el intentará volver a la vida de su ex Norma. Así surge Faneca. Tomando el nombre de su viejo amigo, este hombre de lengua melosa, ademanes seductores, voz rasposa y fuerte acento andaluz, Marés empezará a vivir un desdoblamiento, no solo físico si no mental, donde la nueva personalidad del charnego irá poco a poco comiéndose al desgraciado de Marés. 

El amante bilingüe es una novela desternillante. Juan Marsé no se casaba con nadie. A pesar de ser uno de los escritores catalanes más importantes, no escribió un solo libro en su segunda lengua, siendo un verdadero orfebre en castellano. Los nacionalismos le repugnaban, al igual que las banderas, por eso siempre fue medio despreciado por los representantes del independentismo catalán. Gracias a su dominio y manejo se alzó con el máximo galardón de las letras hispanas. Pues dado su caracter combativo y contestatario, Marsé retrata la dualidad de la sociedad catalana, con el lio de las dos lenguas, la superioridad de los catalanes que miran con altanería a aquellos que venían de otras provincias, en especial de Andalucía y mi querida tierra de Murcia, razón por la cual a pesar de denominarlos charnegos tambien los llamaban murcianos. 

La dualidad de Marés/Faneca viene dada de la propia vida del novelista. Pues el que fuera el mejor narrador de su generación conocido como Juan Marsé Carbó tomo estos apellidos de sus padres adoptivos. El cronista del recuerdo y la nostalgia nació como Juan Faneca Roca, muriendo su madre al dar a luz y su padre lo dio en adopción. A través de la búsqueda de identidad de su duplicado protagonista Marsé plasma su propia experiencia vital. 

La kafkiana batalla entre Marés y su doble andaluz Faneca es una alegoría de la nostalgia de vivir otra vida. Marés podría ser una especie de don Quijote al desdoblarse en Faneca el cual, como pasaba con el Caballero de la Triste Figura, hace aquellas cosas que es incapaz de hacer si no es tras la imagen del saleroso charnego. Faneca lo vuelve seductor, imbuido de una sensualidad apabullante, con una seguridad que lo vuelve capaz de volver a seducir a Norma. Las escenas donde los dos entablan esquizofrénicas conversaciones son divertidísimas.

Y como es costumbre en la obra del novelista barcelonés, la ciudad condal es la otra protagonista de la novela. La Barcelona de Marsé no es la nuestra, pues es la que habita los viejos recuerdos de un tiempo que se marchito. Los tristes conciertos de acordeón callejeros del desdichado Marés son tocados en el area metropolitana de Barcelona que tanto amo y retrato en sus historias. Incluso el protagonista paso parte de su infancia en el marseniano barrio del Carmelo.

Para finalizar solo puedo decir como al principio que Juan Marsé no tiene un libro malo. En casi doscientas páginas es capaz de contarnos una historia tan entretenida como divertida, donde la búsqueda de la identidad, el doloroso recuerdo de un amor frustrado y el ansía por la lujuria perdida, tejida en un desdoblamiento físico/lingüístico, que no puedes parar de leer. Una "novela menor" de un autor con mayúsculas.


Juan Marsé (1933-2020)

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