Sin noticias de Gurb, Eduardo Mendoza
Hay libros que son únicos en su especie. Libros que deja una huella tan imperecedera que ni el paso del tiempo podrá borrar al igual a la que dejó aquel astronauta con apellido de trompetista sobre la superficie del satélite selenita. Historias que siguen manteniendo vivas las mismas sensaciones que provocaron en el momento de su salida a sus primeros lectores, como años después a los nuevos. Pues uno de esos libros imperecederos cuya relevancia sigue vigente más de treinta años después (los mismos que tiene un servidor) es una historia desternillante de las aventuras de un marciano anónimo en la Barcelona preolímpica, mientras busca a su compañero Gurb. Hacía tiempo que un libro no me hacía reír contando las situaciones más rocambolescas que jamás he leído. Con muchísimo gusto os presento: Sin noticias de Gurb de Eduardo Mendoza. ¡¡AVISO DE POSIBLES SPOILERS!!
En un día indeterminado de la época pre Juegos Olímpicos aterriza en Barcelona una nave espacial. En ella van dos alienígenas, uno (el narrador sin nombre) que parece tener un rango más alto y su compañero subalterno (Gurb). Los cuáles han venido hasta esta tierra nuestra para observar, analizar y registrar el comportamiento humano. Gurb es el primero en salir de la nave, camuflado bajo la explosiva apariencia de la cantante Marta Sanchez. A partir de ahí en los informes del narrador, por los cuales leemos la historia, se repetirá una constante: Sin noticias de Gurb.
Motivado por la desaparición de su compañero el narrador se embarcará en una misión estrafalaria por las calles de la ciudad condal, en la cual se estaba produciendo un radical cambio gracias a su elección como sede olímpica. El narrador ira asumiendo el aspecto de varios personajes singulares para su peregrinación por Barcelona, como el Conde-duque de Olivares, Paquirrín, Gandhi o Alfonso V de León, topándose con varias personas que no se percataran de la presencia de un extraterrestre en la capital catalana.
El narrador ira contemplando el carácter humano primero con una actitud de sorpresa ante las normas y la forma de comportarse de las personas, demostrando una ingenuidad casi infantil ante momentos tan ridículos y patéticos como cuando en apenas unos minutos es desvalijado hasta dejarlo en paños menores a manos de varios raterillos locales, Barcelona siendo sinónimo de atraco en la calle desde tiempos inmemoriales. El narrador acabará con sus huesos interplanetarios varias veces en el calabozo por malentendidos de los cuales saldrá sin saber muy bien como funciona esto de la justicia humana.
De los humanos con quienes más trato tiene en su misión de busqueda será con el señor Joaquín, la señora Mercedes y su vecina. Los primeros son una pareja madura que regentan un pequeño bar, en la cual nuestro anónimo prota va todas las mañanas en busca de información de su extraviado compañero y satisfacer su hambre pantagruélica a base de desayunos consistentes en tortillas de berenjenas y una caña. Porque una de la cualidades que tiene el habituarse a su forma humanoide es un apetito insaciable que lo lleva a meterse entre pecho y espalda ingentes cantidades de comida sobresaliendo una predilección por los churros. Con esta gentil pareja establece una entrañable amistad, lo cual le llevará a regentar en una ocasión el bar mientras la señora Mercedes esta convaleciente en el hospital, lo que traerá una escena desternillante donde pondrá patas arriba el bar en un intento de servir cafes y desayunos a los pobres parroquianos.
Con la vecina, de la cual no conocemos su nombre, el narrador comenzará a sentir un algo, llamalo atracción, llamalo enamoramiento, lo cual lo llevará a desplegar sus dotes de seducción obtenidas por la observación del comportamiento humano, las cuales resultaran completamente nulas y chapuceras. Ella pasará de la simpatía al hartazgo gracias a los inútiles intentos de galanteo de nuestro protagonista.
En cuanto la relación del protagonista extraplanetario con nuestro mundo y nuestras costumbres chocan de forma constante entre su forma de verlo y nuestra forma de comportarnos. El narrador no llega, aunque lo intenta, a entender todo lo que rodea a nuestra idiosincrasia. Como un explorador del siglo XIX que va a observa los usos y costumbres de una tribu perdida del Amazonas, muchas de las cosas que ve lo dejan anonadado. Como todo lo mira desde un prisma cerebral, es incapaz de entender cosas tan básicas como el uso de una bicicleta o el sentido de las farolas. Nuestro sistema de circulación lo dejan descolocado, con el cual intentará diseñar un mejor sistema que proponer al alcalde, pero desistirá ante el fatalista destino humano. Como el dinero es parte esencial de la vida, nuestro protagonista comprará lotería y cambiará los números para obtener mucho dinero, con el cual ira pagando sus comidas y dejando suculentas propinas de cientos de millones de las antiguas pesetas.
La gran virtud de la novela es como representa la condición humana en aquellos tiempos de alegría preolímpica. Barcelona se representa como un escenario de contrastes, como sede los Juego Olímpicos será el epicentro del mundo mientras duren las competiciones deportivas, donde se reunirán los representantes de una gran mayoría de países del mundo. Por lo tanto hay que adecentarla para tan alta ocasión. La ciudad se representa como un caos de obras y remodelaciones, representadas en los momentos en el que protagonista va a varios sitios para visitarlos pero estan cerrados por reformas. Todo se presenta como un carnaval donde los ciudadanos sonríen como bufones repletos de la alegría al ser elegida su ciudad como sede olímpica ante el caos de las obras.
Sin noticias de Gurb es un imprescindible de nuestra literatura, gracias a la gran sátira que presenta de nuestra sociedad. Eduardo Mendoza, reciente ganador del Premio Princesa de Asturias de las Letras, amén del Premio Cervantes, es un maestro del humor, digno heredero del inmortal manco alcalaíno. Con esta novela nos muestra nuestras desgracias sin tapujos, sin vaselina y hasta el fondo. Pero no hay reproche o crispación, la novela desborda una especie de alegría, una visión de nuestro mundo vista a traves de los ojos asombrados de un alienígena, pero que ni censura ni crítica con ferocidad, tan solo la contempla y nos cuenta su perspectiva. El humor es desternillante, las distintas meteduras de pata y malentendidos que cometerá nuestro protagonista y acabarán malamente para él son una mezcla brillante entre las locuras quijotescas y los trompazos al estilo de Mortadelo y Filemón. Una lectura fresca, entretenida, original, que se lee en un suspiro, desopilante hasta el flato que demuestra porque es un clásico atemporal de nuestras letras.
Sin noticias de Gurb.
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