Los jefes/Los cachorros, Mario Vargas Llosa

Salimos. Hasta el borde de los escalones que vinculaba el Colegio San Miguel con la plaza Marino se extendía una multitud inmóvil y anhelante. Nuestros compañeros habían invadido los pequeños jardines y la fuente; esteban silenciosos y angustiados. Extrañamente, entre la mancha clara y estática parecían blancos, diminutos rectángulos que nadie pisaba. Las cabezas parecían iguales, uniformes, como en la formación para el desfile. Atravesamos la plaza. Nadie nos interrogó; se hacían a un lado, dejándonos paso y apretaban los labios. Hasta que pisamos la avenida, se mantuvieron en su lugar. Luego, siguiendo una consigna que nadie había impartido, caminaron tras de nosotros, al paso sin compás, como para ir a clases. 
El pavimento hervía, parecía espejo que el sol iba disolviendo. "¿Será verdad?", pensé. Una noche calurosa y desierta me lo habían contado, en esta misma avenida, y no lo creí. Pero los periódicos decían que el sol, en algunos apartados lugares, volvía locos a los hombres y a veces los mataba. 
"Los jefes".


Con el choque, la noche que nos envolvía se pobló de rugidos desgarradores y profundos que brotaban como chispas de los combatientes. No supimos entonces, no sabremos ya cuánto tiempo estuvieron abrazados en ese poliedro convulsivo, pero, aunque sin distinguir quién era quién, sin saber de qué brazo partían esos golpes, qué garganta profería esos rugidos que se sucedían como ecos, vimos muchas veces, en el aire, temblando hacia el cielo, o en medio de la sombra, abajo, a los costados, las hojas desnudas de las navajas, veloces, limonadas, ocultarse y aparecer, hundirse o vibrar en la noche, como en un espectáculo de magia. 
"El desafío".




El pasado 13 de abril tuvimos la triste noticia del fallecimiento de Mario Vargas Llosa. Con su muerte se va el último eslabón de una cadena de escritores que revolucionaron la literatura durante los años 60 y 70. Nombres que son parte de la historia gracias a sus manejos extraordinarios del lenguaje y la forma, renovando la forma de narrar para siempre. El boom latinoamericano formado por titanes como Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez  y Vargas Llosa. 

Pero no solo fue parte de este selecto grupo de literatos, si no que la gran característica de la obra del premio Nobel hispano peruano es sin duda su herencia directa con la novela del siglo XIX. Vargas Llosa es el último novelista clásico, que mejor supo aunar en sus historias las técnicas más vanguardistas y experimentales, y a la vez la gran tradición de la novela decimonónica, digno sucesor de sus maestros Gustave Flaubert y Víctor Hugo. No por ello uno de los últimos galardones que obtuvo a su maravillosa carrera fue ser nombrado miembro de la Academia Francesa de la Lengua. 

Pues como homenaje para uno de mis autores favoritos, que hacia bastante tiempo que no me acercaba a su obra, después de leer ese delicioso ensayito/correspondencia Cartas a un joven novelista , donde nos regala una mini clase magistral del noble arte de novelar, vuelvo a sumergirme en su obra precisamente con la que lo empezó todo. Una obrita pequeña que, como una granada, causó una tremenda explosión colocándolo como un incipiente gran escritor y que acabó siendo un tótem impredecible de la historia de la literatura. Allá donde estés maestro, aquie está mi humilde homenaje, con su muchísimo gusto os presento: Los jefes/Los cachorros de don Mario Vargas Llosa.

Los jefes.

El joven Vargas Llosa cursaba un posgrado en la universidad Complutense de Madrid gracias a una beca de su país. Fue allí donde decidió presentarse a un concurso literario de cuentos, el Leopoldo Alas, reuniendo cinco pequeñas historias que había estado escribiendo en su Perú natal. El librito ganó el primer premio y fue publicado también por una editorial barcelonesa. En Perú causó una gran sorpresa al ver las dotes literarias de en ese momento un joven periodista desconocido y aspirante a dramaturgo. Con esas pequeñas historias dio el pistoletazo de salida a una carrera brillante de uno de los mejores literatos del siglo XX. 

Los cuentos que conforman el libro son los siguientes: 

Los jefes.

En un colegio de Piura se respira un ambiente tenso. Los alumnos de 5° año pretenden impedir las clases si los profesores no obedecen a sus exigencias: que les den las fechas de los horarios de los exámenes finales. La negativa de los alumnos que quieren entrar a no seguir la huelga y la batalla que se da entre los principales jefes de los de 5°, el protagonista sin nombre y Lu, líderes de los "coyotes", serán las claves de este primer cuento. En el vemos el ambiente estudiantil, con esa explosiva testosterona contestataria contra la autoridad del colegio, son la semilla que servirán de base para la que será la primera novela del futuro premio Nobel, La ciudad y los perros.

El desafío.

Julián se reune en un bar junto a un grupo de amigos. Allí se entera que otro amigo, Justo va a retarse en un duelo con un tipo de mala calaña conocido como el Cojo. Esa noche en un lugar conocido como La Balsa, llegan Justo y sus amigos, y el Cojo y los suyos. Entre ellos se encuentra Leonidas, un anciano que aconseja a Justo antes del duelo. Javier narra con una crudeza la pelea a navajazos entre los dos, resaltando las cuchilladas endiabladas que bailan en una danza sangrienta, la cual acabara en tragedia.

El hermano menor.

Dos hombres cabalgan por la sierra peruana. Parecen buscar algo o a alguien. Son dos hermanos, David el mayor, el cual se ha formado junto a sus hermanos Camilo y Leonor en la hacienda familiar, y Juan, el menor, quién no esta acostumbrado a la rudeza del campo por su educación urbanita. Cuando llegan a una catarata encuentran al indio fugado de la hacienda que buscaban y lo matan. Han vengado a su hermana Leonor de una violación. El cruel acto se graba a fuego en el alma de Juan. Pero, pronto descubriran que no todo era como les habían dicho. Este es uno de los relatos más desgarradores del libro, pues retrata con un realismo crudo y descarnado como era la situación de los indigenas en las haciendas peruanas.

Día de domingo.

Miguel, un joven de Miraflores, esta enamorado de Flora. Juntando todo el valor posible le declara sus sentimientos a la joven. Pero ella le dice que lo pensará, él le pide por favor de ir juntos al cine, pero ella le dice que ha quedado con una amiga. Miguel sospecha que es una escusa para verse con Rubén, un amigo suyo que también le ronda. Para evitar que el encuentro se de, Miguel encuentra a Rubén en un bar junto a su grupos de amigos, los cuales forman "los Pajarracos". Miguel convida a sus amigos ha beber y a comer, pero Rubén dice que se tiene que marchar. Miguel aduce que o a todos o a ninguno, y reta a Rubén a un duelo de beber cerveza. El rival amoroso herido en su orgullo acepta y entre los dos cogen una buena cogorza. Entre los dos van subiendo el tono hasta que Miguel reta a ir a nadar hacia una zona muy profunda de la playa. Entre los dos se pondran a prueba nadando en un día de mucho frío por el amor de Flora. Un relato de amistad y rivalidad que se aparta del tono violento de sus preedecesores. 

Un visitante.

Doña Merceditas recibe una visita inesperada en su tumba, que es como se denomina a las posadas en Perú. Allí llega un negro al que llama Jamaiquino. Entre los dos se da una conversación tensa, pues el visitante no para de preguntar por Numa, hijo de la dueña el cual se encuentra en paradero desconocido. La llegada del visitante no ha sido una casualidad, pues varios hombres aguardan hacia donde ira esta visita. En este relato aparecerá un personaje que protagonizará futuras novelas del novelista hispanoperuano, el joven sargento Lituma.

El abuelo.

Don Eulogio es un anciano digamos, extravagante. Parece que esta alejado de su familia gracias a sus gracietas y extravagancias. Pero el viejo tiene un plan, y nadie lo parara. Escondido en el jardín de su casa, con una calavera en la mano y una vela, no descansará hasta propinarle un tremendo susto a su nieto como venganza. Aquí Vargas Llosa se aleja de toda crudeza y de toda violencia y narra una historia con tintes comico/grotescos con un vejete con ganas de traumatizar a su nieto.

Vargas Llosa dijo que en este libro se encuentra un microcosmos de lo que luego sería su obra, con la violencia como motor de las tramas, la fuerza de la sangre lleva a los protagonistas de los relatos a recorrer el filo de un precipicio muy angosto peligrando una caída mortal. 

Los cachorros.

Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los deportes preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr olas, a zambullirnos desde el segundo trampolín de Terrazas, y era traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles, voraces. Ese año cuando Cuéllar entró al Colegio Champagnat.


En este relato vemos al Vargas Llosa más experimental, que se aleja de la narración clásica con un estilo rápido y desbordante. Aquí veremos la evolución de un grupito de amigos encabezados por el joven Cuéllar, quien llegará nuevo al colegio Champagnat y pronto tomará amistad con cuatro chavales, Lalo, Chingolo, Maluco y Choto. Entre los cinco vivirán su preadolescencia entre los exámenes y las actividades deportivas. Cuéllar destaca muy bien en estás dos disciplinas, ganándose el respeto de sus compañeros y profesores, hasta que sufre un accidente con el perro guardián del colegio, Judas. Tras sufrir una violenta mordida, se le someterá a una operación por la cual perderá los testículos. A partir de entonces Cuéllar cambiará de actitud, dejando de lado los estudios e intentado ser el mejor el los deportes, como una forma de evitar las bromas por su operación, cosa que no conseguirá pues de ganará el apodo de Pichulita.

Mientras los amigos irán creciendo teniendo novias y preparándose para obtener buenos futuros, Cuéllar irá derivando a una decadencia temeraria, llevándolo a límites peligrosos para demostrar la hombría perdida a dentelladas. 

Un relato delicioso donde Vargas Llosa ya sintetiza los principales temas de su primera novela, La ciudad y los perros. Una sociedad cruel que regurgita con desprecio a aquellos que no encajan en sus encorsetados parámetros. La violencia como respuesta la frustración y las actitudes machistas para demostrar la hombría propia de aquellos tiempos. Y que forma de narrar, tan caótica, como poética, sin guiones de diálogo, todo escrito sin pausa, y lleno de modismos peruanos. Simplemente brillante. 

Mario Vargas Llosa se presentó al mundo literario con un libro muy especial, que puede servir de introducción a su obra, gracias a la mezcla narrativa clásica, una prosa preciosa que prefigura las grandes obras de su autor, ambientes regionales de fuerte temática violenta. Un librito delicioso que nos presento a uno de los mejores literatos de la historia. Don Mario, allá donde esté, que el recuerdo vivo de su obra sirva para darle la inmortalidad que solo alcanzas las grandes plumas. 


Mario Vargas Llosa (1936-2025)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mala letra, Sara Mesa

Danza macabra, Stephen King

Paperbacks from hell, Grady Hendrix