Julio César. Tragedias de William Shakespeare
Julio César es uno de esos personajes históricos cuyas vidas son tan extraordinarias que son semilla fértil para las artes. Un hombre que levantó una fama de gran estratega, brillante soldado, espléndido escritor y magnífico gobernante, coronando su existencia con una de las muertes más brutales de la historia. Con estas cualidades no es extraño que el Bardo inmortal dedicará una de sus tragedias más relevantes de su magnífico repertorio. Tras reseñar el trágico amor de los amantes de Verona, ahora toca la gran obra que recrea uno de los magnicidios históricos más infames, que se produjo por una supuesta deriva autoritaria de la república romana pero acabó levantando uno de los más grandes imperios de la historia. Con sumo gusto os presento: Julio César de William Shakespeare.
"Antonio Perdóname, tú, sangriento trozo de arcilla,
ruina del hombre más noble
que jamás la historia del tiempo conociera.
¡Ay de las manos que tu sangre augusta derramaron!
Ante ellos ha sido dócil, mas
sobre tus heridas (que, como bocas mudas
de abierto labios rojos convocan
mi voz y mi palabra) hago esta profecía:
sobre la materia humana caerá una maldición.
Debacles internas y una cruel guerra civil
mortificarán a Italia entera.
Tan comunes serán la sangre y el estrago,
y las escenas de muerte tan familiares,
que las madres sonreirán al contempla
los despojos de sus hijos, desmembrados por la guerra,
toda compasión agotada en la barbarie.
para clamar con un grito soberano: "Destrucción".
Y en estos confines campearán las bestias de la guerra,
hasta que el hedor de la infamia se eleve sobre la tierra
como el de la carroña humana que reclama sepultura".
Al igual que con Romeo y Julieta, no considero que hablar larga y profundamente de la trama sea destrozar la experiencia de nadie pues el protagonista de esta comparte mismo destino que los protagonistas de aquella y sería bastante trágico desconocer uno de los principales episodios de la historia. Sin más, viajemos a Roma.
Aires de fiesta de respiran en la Ciudad Eterna. Los ciudadanos decoran las estatuas en honor a la gloria del gran hombre, Julio César, quien ostenta el poder como dictador. A las afueras de un anfiteatro que bulle por la algarabía de los romanos, Bruto joven militar y senador observa con recelo todas esas muestras de fervor para con César. A él se le acerca otro senador Casio quién lo engatusa para que se una a la conspiración para acabar con César. Bruto duda, pero Casca, otro de los conspiradores, cuenta como César a rechazado tres veces, a cada cual más dramática, la corona que le a ofrecido el joven Marco Antonio, y con cada rechazo el pueblo a respondido con enfervorecidas muestras de adulación hacia César. Esto provoca en Bruto un despertar al darse cuenta de que la falsa modestia de César es impostada y oculta una ambición desmedida por coronarse rey de Roma. Decidido y dolido al mismo tiempo se une a la conspiración.
La noche previa está repleta de malos augurios. Los dioses parten los cielos con sus rayos y truenos, mientras los conspiradores ultiman los detalles del tiranicidio. César no hace caso a los nefastos presagios que cargan el ambiente, y hace caso omiso a las palabras de un adivino que le advierte que se cuide de los Idus de marzo y de los ruegos de su esposa, Calpurnia, quien ve avisos de muerte en la noche tormentosa. Los conspiradores dirigidos por Bruto y Casio convencen a César para que acuda al Senado y cuando el dictador entre es apuñalado de forma salvaje por los conspiradores, siendo Bruto el ultimo quien visto por un herido mortalmente César exclama la inmoral frase: "¿Et tu, Brute? ¡Caiga entonces César!". Y muere a los pies de la estatua de quien fuera su más acérrimo enemigo, Pompeyo.
Los magnicidas temen que el asesinato los ciudadanos se revuelvan contra ellos y que Marco Antonio no se una a la causa, por lo que deciden que Bruto calme los ánimos y hable al pueblo dando las razones del por qué de la muerte de César. Marco Antonio aparece en el Senado y con cierto disimulo calma los animos de los conjurados al decirles que se une a la causa, alegrando a Bruto por tener tan poderoso e influyente aliado de su parte y recelando Casio por la estrecha relación entre César y el joven militar. Cuando abandonan el Senado, Marco Antonio llora en soledad el cadaver de su amigo y promete que sus asesinos pagaran por el acabar con el hombre más grande de su tiempo.
Y entonces viene una de las mejores escenas de la obra. Un ejemplo claro y meridiano del poder de manipulacion de los poderosos y lo voluble que es la opinion de la masa. Bruto se presenta ante el pueblo romano alzando sus manos manchadas con la sangre del tirano. El pueblo clama contra los conspiradores, pero Bruto justifica el acto por la deriva autoritaria que César estaba teniendo y por un amor inabarcable hacia Roma. Bruto y el resto de asesinos, según las palabras del senador, han cometido tan execrable acto no movidos por ambicion aguna, si no movidos por salvar Roma de un funesto futuro al albor de una nueva monarquia en la figura de Julio César como soberano absoluto. Tal es el dolor del acto que Bruto ha tenido que matar a un buen amado amigo, pues si su amor hacia César eran grande, aún mayor es su amor por una Roma libre y republicana. El pueblo acepta las razones de Bruto y claman contra el tirano, aplaudiendo su muerte.
Bruto, complacido con el favor del pueblo, introduce a Marco Antonio, quien trae el cadáver de César. Confiado de que Antonio seguirá el discurso de los conspiradores marcha y lo deja solo. Marco Antonio calma al populacho: Amigos, romanos, compatriotas, préstenme oídos. Así empieza uno de los discurso mas demagógicos y populistas de la historia de la literatura. Marco Antonio da la vuelta al discurso de Bruto con una retórica manipuladora escalofriante. Como Bruto dice que César era un hombre ambicioso debe ser verdad, aunque cuando le entregó la corona César la rechazó hasta en tres ocasiones, pero Bruto dice que era ambicioso, y Bruto no debe estar equivocado pues es un hombre honrado. El discurso va dándole la vuelta a los argumentos racionales de Bruto en un ejercicio de manipulación perverso y brillante. Si Bruto creaba una imagen del dictador como un ambicioso, Marco Antonio presenta una imagen de un hombre cuya única fin en su existencia fue su amor por Roma y el pueblo romano, César dedicó hasta su ultimo aliento en el bienestar y el porvenir de una Roma pacificada, prospera, conquistadora. Y elevando la manipulación, Marco Antonio invita al pueblo a contemplar de cerca el maltrecho cuerpo de César. Cada herida, cada puñalada despiertan en los ciudadanos un sentimiento de compasión por el político caído y una rabia vengativa contra aquellos que arrebataron la vida del hombre más noble de Roma. Y para colmo, Antonio lee el testamento de César donde lega al pueblo romano los paseos, las fuentes, las avenidas como plazas públicas para su uso y disfrute, y también setenta y cinco dracmas para cada ciudadano. El discurso emotivo de Marco Antonio surte efecto. Unos segundo antes el pueblo clama contra en tirano caído, ahora vocifera, grita, exclama una cruenta venganza contra los traidores. Bruto, Casio y los conspiradores han pasado de ser héroes a asesinos en décimas de segundo. Brillante.
Una guerra civil se desata en Roma. Dos bandos bien diferenciados, uno encabezado por Bruto y Casio, y el otro por Marco Antonio, el sobrino nieto y heredero de César, Octavio y Lépido, quienes forman un triunvirato, luchan por el gobierno romano. Entre Bruto y Casio surgen roces y en se pelean verbalmente, hasta que calman los nervios y se reconcilian. Por la noche, en su tienda de campaña, Bruto tiene una aparición: el fantasma de César le dice que pronto se verán en Filipo. Un funesto augurio del final. La balanza de la guerra se vuelca hacia el triunvirato. Desesperados, Casio y Brutos se suicidan antes dejarse capturar por Octavio y los suyos. Bruto muere con la convicción de heber obrado según su conciencia y llevar sus ideas por el bien de Roma. Marco Antonio y Octavio terminan la obra dejando ver que entre ellos hay fricciones y que honrarán a Bruto con un funeral acorde a el más noble de todos los romanos.
Julio César es una de las grandes tragedias de Shakespeare. El Bardo hace un homenaje a la Roma inmortal trasladando a las tablas isabelinas uno de los grandes capítulos de la historia. Se cree que la obra refleja la ansiedad que imperaba en Inglaterra bajo el reinado de Isabel I, trasunto de César, una reina fuerte pero desgastada y por el temor a una guerra civil motivada por no tener un sucesor.
Los tres personajes principales, Bruto, Casio y Marco Antonio sostienen la obra, y lo más irónico es quien da título a la obra, Julio César apenas sale tres escenas, siendo la conspiración para matarlo y su muerte los motores de la trama.
Bruto es uno de los típicos personajes de Shakespeare. Un hombre que se debate en una cruel encrucijada. Por un lado está su deber como ciudadano romano comprometido con la república y luchar contra aquellos que atenten contra la libertad, no por ello se enorgullece de descender de aquellos que acabaron con los Tarquinos en la monarquía y plantaron la semilla de la república. Pero para ello debe traicionar lo más sagrado, la amistad. Bruto ama como un padre a César, por eso duda en unirse a la conspiración, sus ideales chocan frontalmente contra la figura de un ser querido. Cruel y trágico destino el suyo. ¿Qué debe prevalecer? ¿La amistad o el ideal? Por eso una vez consumado el acto Bruto va a hasta el final con sus actos, suicidándose fiel a su idea de haber luchado por un bien mayor. Su discurso ante el pueblo es sincero y racional.
Casio podría ser el villano de la obra. Shakespeare nos lo muestra como ambicioso, calculador y manipulador. Surge como una sombra que maneja al indeciso Bruto, envenenado su mente para atraerlo a la conspiración. Casio sabe del odio que César le tiene y el amor de Bruto hacia César, por lo que retorcerá ese amor para que Bruto no dude y clave el puñal sobre César convencido de estar haciendo un bien superior.
Marco Antonio es el personaje más potente de la obra. Con una inteligencia astuta es el causante de que el magnicidio acabe revolviendose contra los magnicidas. Marco Antonio es un político nato, conocedor de los instrumentos adecuados para moldear la opinión publica, un director del coro que cambia la canción de odio contra el tirano por otra más estridente y ruidosa, un coro de muerte, sangre y venganza. En Marco Antonio hay duda si lo que lo mueve es la verdadera amistad con el finado César, la responsabilidad por salvaguardar el legado de su amigo o un afán de aprovechamiento por la circunstancia del vacío de poder y aprovechar la ocasión eliminando a los asesinos y alcanzar le liderazgo de Roma. Lo que si bien representa Shakespeare en la pasión incontrolable que alberga el interior de Marco Antonio, que mejor se verán con su idilio con la bella reina del Nilo.
La obra plantea la disyuntiva entre el deber y la amistad, entre un bien superior o un bien intimo. La gran pregunta es: ¿Es lícito asesinar a alguien para evitar la ruina de una nación? ¿Es noble la traición a un ser querido por el bien común? César a pesar de su relevancia es su muerte todo lo que desencadena las sucesivas escenas. Su caracter dentro de la obra es más ser un simbolo que un personaje, su asesinato sera clave para Roma. Si no muere, Roma acabará sucumbiendo a la tiranía de un César proclamado rey. Y sí muere, Roma alcanzara una libertad total y un esplendor republicano donde sus ciudadanos podrán gozar de vivir en paz.
Siempre es gustazo leer un clasico, y si encima es una obra de William Shakespeare y ambientada en la inmortal Roma es mil veces más maravilloso.


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