Romeo y Julieta.Tragedias de William Shakespeare


El amor es la más noble de las emociones humanas. Y el autor que nos brindó la historia de amor más grande de la literatura es sin duda William Shakespeare. Tras la primera tragedia recogida por Penguin clásicos, Tito Andrónico, la siguiente gran tragedia del Bardo Inmortal es sin duda una de sus más aclamadas y brillantes. La eterna historia de un amor trágico surgido del odio, con una de las muertes más recordadas de la literatura. Con muchísimo gusto os presento: Romeo y Julieta de William Shakespeare.


"Julieta Oh, Romeo, Romeo, ¿por qué eres 

 Romeo? 

Niega a tus padres, rechaza tu nombre; o, si 

no quieres, júrame tu amor

y yo renunciaré a ser Capuleto.

Romeo (Aparte) ¿Sigo escuchando, o debo 

responderle?

Julieta Mi enemigo no es otro que tú nombre;

tú eres tú mismo, ¿qué importa el Montesco?

¿Qué es ser Montesco? No es mano, no pie,

ni brazo, ni facción, ni parte alguna

que pertenezca a un hombre. ¡Sé otro nombre!

¿Qué vale un nombre? Lo que llaman rosa, 

con otro nombre olería igual.

Y si Romeo no se llamase así, ¿no sería la 

misma su excelencia sin ese nombre? 

Renuncia a tu nombre, que no forma parte de

ti, y, a cambio, tómame a mí.

Romeo Te tomo la palabra: llámame "Amor", 

bautízame de nuevo; no volveré jamás a ser 

Romeo.

Julieta ¿Quién eres tú, que, oculto por la 

noche, perturbas mi secreto?

Romeo Con un nombre yo no sabía decirte 

quién soy.

Mi nombre, oh adorada, me es odioso porque 

es el mismo de tus enemigos. Escritos en un 

papel, lo rompería.

Julieta Aún no he oído cien palabras tuyas y 

ya conozco el eco de tu voz. 

¿No eres Romeo y, además, Montesco?

Romeo No, hermosa dama, si eso te disgusta".

Romeo y Julieta.

Considero que como la historia es archiconocida y el final de sus protagonistas es icónico, no hago ningún spoiler, pues quien no sepa como termina está obra inmortal o es porque es un ignorante redomado o porque ha vivido en una galaxia muy muy lejana. Dicho esto, procedo a hablar de la obra.

En la bella ciudad de Verona, Italia, viven dos familias un odio y una rencilla enconada. Los Montesco y los Capuleto avivan sus rencores en enfrentamientos callejeros. La obra empieza con unas estocadas entre varios miembros de las familias, que son sofocadas por el Príncipe de Verona, quien impone el castigo si  vuelven las peleas, advirtiendo a los patriarcas de las dos familias que las hostilidades deben terminar. 

Romeo, el joven primogénito de los Montesco confiesa a sus amigos que anida en su corazón un amor tan grande que le consume la mente y el alma. Su primo Benvolio y su amigo Mercucio intentan animarle y deciden colarse en la fiesta de los Capuleto enmascarados. Durante la fiesta Romeo entabla conversación con Julieta, la joven primogénita de los Capuleto. Entre los dos ocultan un amor prohibido a ojos de sus familias cosa que los atormenta. 

Julieta siente una profunda tristeza al saber que sus padres planean casarla con el conde Paris, cosa que lamentaba su fiel nodriza. La misma noche de la fiesta, Julieta llora sus penas en su balcón, lamentando que su amor lleve el apellido de su infortunio. Sus lamentos llegan a oídos de Romeo que la espía en las sombras, entristecido por su destino y extasiado al contemplar a su gran amor. Decidido sube al balcón y entre los dos se da uno de los diálogos teatrales más conocidos del Bardo. Los enamorados se prometen amor eterno, saltando la barrera del odio de sus familias. Romeo abandona el balcón prometiendo más encuentros furtivos.

Teobaldo, primo de Julieta encuentra a Romeo y los suyos en la calle y los reta a un duelo. El joven intenta por todos los medios templar los ánimos pero acaban muriendo en la pelea Teobaldo y Mercucio. Romeo es acusado de ser el instigador y es desterrado por el Príncipe. Los dos amantes se casan en secreto gracias a la complicidad de Fray Lorenzo y Romeo sale al exilio. 

El padre de Julieta adelanta la boda al jueves siguiente, cosa que hace que Julieta desespere. Con la ayuda del fraile conciben el plan de que ella tomará un brebaje que le inducirá un coma dando la sensación de estar muerta, y cuando la coloquen en el mausoleo para enterrar por la noche Romeo la despertara y huirán juntos. Pero, como es costumbre en las tragedias del Bardo el destino tiene otros planes. 

Julieta toma la pócima y sus familiares la lloran por muerta. La carta que el fraile iba a mandar a Romeo nunca llega, y éste se entera de la "muerte" de su amada por su sirviente. Dolido vuelve a la cripta para llorarla llevando consigo un veneno comprado a un boticario pobre. En la cripta encuentra a Paris llevando flores a Julieta. Creyendo que Romeo es un ladrón de tumbas se enzarzan en un duelo. Romeo mata al conde, y destrozado ante el cuerpo de su amor ingiere el veneno muriendo en el acto. Julieta despierta del coma y encuentra a su amado muerto y tomando una daga se da muerte al no poder soportar la falta de su todo. Los familiares de ambos amantes muertos se reconcilian ante sus cadáveres, como respuesta ante tal demostración de amor imperecedero. Cae el telón.

Romeo y Julieta es universal porque habla de un sentimiento que todos en algún momento hemos experimentado, en mayor o menor medida. Es atemporal porque la trágica historia de un amor abocado al fracaso es capaz de despertar emociones siglos después de su primera representación en las tablas isabelinas. Es un clásico porque los eternos y desdichados enamorados han permeado tanto en la cultura popular como el  arquetipo de amor trágico pero inquebrantable. 

Puede que visto con ojos modernos el tremendismo de la resolución que toman los amantes, prefiriendo la muerte a la vida sin el otro, resulte un poco extremista y exagerado, es algo tan efectivo, tan hipnótico e incluso tan apabullante que hará soltar alguna lágrima al corazón más duro. 

El destino trágico y cruel sobrevuela sobre la paraje como un buitre de enorme alas negras, al acecho y aguardando la oportunidad de caer sobre ellos. Todo les sale mal, parece que no están destinados a estar juntos. Pero por encima de la fatalidad y el odio entre Montescos y Capuletos, triunfa el amor, un amor desventurado por el mortal final de Romeo y Julieta, pero es un amor tan intenso que es capaz de no perecer ante el helado abrazo. 

No queda más que rendirse ante la grandeza de la obra de Shakespeare y aplaudir ante tamaña obra maestra de la literatura universal.


William Shakespeare (1564-1616)

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