Las cosas que perdimos en el fuego, Mariana Enríquez
Empieza el año fuerte con una de las mejores escritoras actuales. Mariana Enríquez ha creado una obra única, personal, un mundo donde lo fantasmagórico, lo extraño, lo sobrenatural se dan la mano y caminan en una Argentina tan real como la vida misma. De ella leí hace tiempo su primer libro de cuentos: Los peligros de fumar en la cama y fue amor a primera vista. Esa mezcla de lo cotidiano con lo espantoso, unos personajes rotos, perdidos, que de pronto sus realidades se ven dadas la vuelta, trastocadas, por un elemento discordante, horrible. Vi a una autora con un mundo retorcido y extraño tan atractivo que se me quedó grabado. Y tras largo tiempo ahora he vuelto a leerla con su segunda antología de cuentos. Y vaya cuentos. Con mucho gusto os presento la primera reseña del año con: Cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez.
Como en su anterior libro, doce cuentos componen este maravilloso paseo por lo oscuro y lo hórrido. Ahora los repasaré por encima sin ningún tipo de spoiler.
El chico sucio. En uno de los barrios más pobres vive nuestra protagonista. Será entre las calles desoladas donde conocerá a un niño hijo de una madre drogadicta. Ella lo llamará "chico sucio", por obvias razones. Un oscuro cuento sobre el desamparo.
La Hostería. Dos chicas se cuelan de noche en una hostería. Las dos conocen la terrible historia que se oculta tras sus muros, recuerdos funestos del pasado de la historia argentina, memorias de dolor, injusticia y sangre que les sorprenderán en esa travesura.
Los años intoxicados. Durante los años de apagones eléctricos, tres chicas vivirán su amistad entre drogas, viajes alucinados y oscuridad.
La casa de Adela. Dos hermanos y su amiga Adela viven obsesionados con una casa abandonada. Sueñan con qué se esconderá tras la puerta, qué secretos se encuentran entre sus viejos y destartalados muros. Un día decidirán entrar y las consecuencias serán terribles.
Pablito clavó un clavito: una evocación del Petiso Orejudo. Un guía turístico realiza un paseo por los sitios donde se han producido crímenes terribles perpetrados por asesinos viles. Uno de los más atractivos son los que hizo Cayetano Santos Godino, "el Petiso Orejudo", un niño asesino de niños.
Tela de araña. Un matrimonio con altibajos viajan hasta la vecina Paraguay durante la dictadura de Stroessner junto a la hermana de ella. A partir de aquí se verá una oscura metáfora sobre el desamor y el autoestima.
Fin de curso. Una estudiante tiene a todas sus compañeras asustadas. Por una extraña razón tiene la manía de arrancarse las uñas y mechones de cabello. Una de sus compañeras intentará ayudarla.
Nada de carne sobre nosotras. Una chica encuentra una calavera en la calle. Se la llevará a su casa y comenzará a ponerle peluca y maquillarla. Una extraña relación de establecerá entre ellas y dará fruto una inquietante obsesión.
El patio del vecino. Una mujer acaba de mudarse a un nuevo piso junto a su marido. Con una terraza donde tendrá como vista el patio de su vecino. Una visión hará que la protagonista se obsesione con que el vecino oculta algo. Está fábula inquietante sobre el trauma y el sentido de culpa ha logrado asustarme de verdad, culpa mía que lo leí antes de dormir.
Bajo el agua negra. Una fiscal se ha centrado en investigar el asesinato de dos chicos por parte de policías y arrojados a un río contaminado por los restos de los mataderos de cerdos. Se plantará en el abandonado y pobre barrio donde fluye ese pestilente río donde vivirá una experiencia estremecedora. Un cuento aterrador con reminiscencias lovecraftianas.
Verde rojo anaranjado. Una chica tiene una relación de amistad por internet con un chico que a decidido encerrarse en su habitación.
Las cosas que perdimos en el fuego. Una extraña tendencia se está dando entre los hombre argentinos: están quemando con alcohol a sus mujeres. Esto desatará una respuesta terrible. Varias mujeres, entre ellas las supervivientes de los ataques, se unirán e incitarán a otra a quemarse en las llamadas Hogueras. Ahora nos quemamos nosotras, el lema de las Mujeres Ardientes.
Las cosas que perdimos en el fuego es una confirmación de que Mariana Enríquez es un portento como autora. La auténtica reina del terror. Una de las grandes cualidades de los cuentos de la autora argentina es como mezcla géneros tan dispares como el detectivesco, el realismo sucio o la crónica, llevándolos a un retorcimiento oscuro y espantoso. Argentina se vuelve un oscuro país de las maravillas, donde todo lo real se vuelve siniestro. Los personajes que pululan por sus relatos son seres quebrados por un dolor insoportable, trastocados a una locura irremediable que los hace girar en un vórtice de caos imparable.
Que manera de empezar el año, con un autora terrorífica, con ese estilo tan suyo, mezclando modismos argentinos tan saleros con una literatura de primer nivel, un mundo imaginario tenebroso y unas historias terribles pero adictivas. Que maravilla de primer libro del año.
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