Los cautivos y otros relatos del Oeste, Elmore Leonard

Eugene se levantó de la mesa con aíre vacilante, echando hacia atrás su silla; sonreía mientras se iba metiendo puñados de billetes en los bolsillos del pantalón. En dos horas había ganado hasta el último centavo de dinero de Deke y Rich Miller. Ellos se quedaron sentados, mirándole hoscamente, pensado en lo estúpido que era intentar recuperar todas tus perdidas en un par de manos. Eugene tomó otro trago de la botella, enjugó la boca y se quedó mirándoles, pero solo sonrió.
—¡Sonny! —llamó al mexicano apoyado junto a la ventana—. Tu turno para el desplume.
El mexicano meneó la cabeza.
—No podría hacer frente a esa suerte.
—¡Ven aquí!
Sonny Álvarez volvió a menear la cabeza y sonrió. Harlan le miró fijamente, frunciendo el ceño.
—¿Vas a jugar?
—¿Por qué te iba a dar mi dinero?
—Si no vienes iré a por tí.
El mexicano no sonrió ahora y la habitación quedó en silencio. Rich Miller empezó a levantarse, pero Deke se le adelantó.
—Gene, siéntate ya —dijo Deke con voz tensa.
Eugene pisó el rectángulo de sol que formaba en el suelo el hueco de la puerta. Estaba a punto de salir de él cuando, en medio del silencio, se oyó el estampido del rifle y el silbido de la bala. Eugene se llevó las manos a la cara y cayó al suelo sin un gemido.
 "Dinero de sangre".


—¿Qué han hecho con Hank? —dijo Brennan.
Los ojos apagados de Frank Usher posaron en Brennan.
—¿Quién es ese?
—El encargado de la posta.
Chink sonrió y meneo su revólver hacia otro lado de la casa principal.
—Está ahí en el pozo.
—¿Responde eso a su pregunta? —dijo Usher.
—¿Y dónde está su chico?
—Está con él —dijo Usher —. ¿Algo más?
Brennan meneó lentamente la cabeza.
—Con eso basta.
"Los cautivos".



Antes de que directores de la talla de John Ford, Howard Hawks, Antohny Mann, John Sturges, Sergio Leone, Clint Eastwood o Quentin Tarantino crearán grandes películas del género wéstern o como lo llamamos por estos lares películas de vaqueros, las aventuras fronterizas de sheriffs, cuatreros, forajidos, indios, pioneros, llenas de tiros, asaltos, diligencias, cargas de caballería, con las grandes llanuras desérticas americanas de fondo, eran producidas por escritores que hacían las delicias de millones de lectores con sus historias. Aquí en España se dio el boom del género de vaqueros con novelitas de bolsillo, escritas por grandes nombres como Marcial laFuente Estefanía o José Mallorquín creador del Coyote. 

Pues uno de los grandes nombres del género es Elmore Leonard, un autor con mayúsculas cuyas historias de género negro han servido como guiones de muchas películas. Pero empezó su carrera con el wéstern donde escribió algunas de las mejores obras del género. Gracias a la magnífica editorial Valdemar, conocida por ser referente en el terror, también tiene una colección dedicada a los vaqueros denominada acertadamente "Frontera" donde están rescatando clásicos del género, tanto en novela como en narrativa corta. Pues sobre uno de esos clásicos vamos a viajar a lo profundo del Salvaje Oeste, un lugar árido y peligroso, donde la vida vale lo mismo que una bolsa llena de dinero. Con mucho gusto os presento: Los cautivos y otros relatos del Oeste de Elmore Leonard.

Quince relatos componen la antología con historias que van desde forajidos que se atrincheran para salvarse y escapar con el botín (Dinero de sangre); un bandido mexicano que ve de cerca la aspereza de la cuerda en el cuello, solo quiere dejar las cosas antes de colgar como un chorizo (Un santo con revólver); el secuestro de una joven adinerada para sacar una buena tajada llevada por un par de desalmados (Los cautivos); la mala experiencia de un pobre desgraciado que tiene que compartir celda con un verdadero demonio, capaz de todo por escapar (Entre rejas); las consecuencias que causaban el rapto por parte de los indios en un niño (El chico) o una mujer (La mujer tonto) o el racismo que sufre un soldado negro que regresa de la guerra de Cuba, tras jugarse el pellejo tiene que aguantar el desprecio y el deshonor por el color de su piel ("¡Hurra por el capitán Early!").

Los cautivos es un libro extraordinario. Leonard escribe de forma sencilla, escueta, pero con una seriedad asombrosa. Sus historias son rugosas, secas, cortantes, como el hostil escenario donde se mueven sus personajes. Las bastas y desérticas tierras fronterizas de Arizona y Nuevo México, con sus inmensos desiertos, grandes planicies, montañas afiladas por años de erosión no son un lugar donde uno llegue y prospere de forma pacífica. La vida has de ganártela con el sudor de frente, el dolor de los músculos reventados y la seguridad del revolver en la cintura.

A los pocos personajes honrados que hay, pocos muy pocos, la adversidad se presenta en forma de despiadados forajidos y salvajes indios. Cuando un viaje en diligencia se convierte una misión suicida, se puede comprobar lo duro del Oeste. 

Cada relato leído era como ver un corto o un capítulo de una serie. Leonard, como buen conocedor del mundo del cine, maneja de forma extraordinaria el tempo, pausado y tenso como un largo mediodía en el desierto. En apenas diez páginas arma una historia donde amor, venganza, traición, un tiroteo, una persecución, una fuga o un robo, ocurren dejándote enganchado en la lectura. Los diálogos son pocos pero certeros, como los tiros que se pegan. 

La violencia es cruda pero sin caer en el morbo o lo escabroso. El héroe se encuentra acorralado en un rancho destartalado mientras fuera lo acorralan los villanos. Cualquier ruido pone los nervios tensos como cuerda de guitarra, pero el pulso del héroe no falla, un descuido de un desalmado, pum, y cae muerto. Brutal, soberbio, extraordinario. 

Los personajes que pueblan los relatos son la fauna típica del western: exploradores con vista de lince, conductores de diligencias, rancheros desalmados, domadores de caballos, mujeres y niños secuestrados por los indios, mexicanos que pasan la frontera, damas que guardan la honra, prostitutas, vaqueros y despiadados bandidos y brutales indios. Destaca sobre ellos Bobby Váldez quién protagonizaría una novela. 

Un libro magnífico no solo para los amantes del género si no también para los amantes de las buenas historias. Leonard no aburre pues te mantiene en un interés constante. Son historias que se leen de un tirón y te dejan con ganas de más. Qué más se puede pedir a un buen libro. 


Elmore Leonard (1925-2013)

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