El puente de los asesinos, Arturo Pérez-Reverte
"Llegado a Rialto, Diego Alatriste cruzó el puente sorteando mendigos, ganapanes, vendedores y ociosos. [...] No era Alatriste, sin embargo, hombre inclinado a admirar curiosidades ni asombros. Ni siquiera Venecia con sus palacios, mármoles y riquezas a la vista, lo impresionaba un cuatrín. El mundo era un lugar por el que se movía de un campo de batalla a otro, de un lance al siguiente. La belleza de los monumentos, la delicadeza del arte, el mármol y los lienzos pintados no le daban ni frío ni calor. Ni siquiera a la música resultaba sensible. Solo el teatro, al que como español era aficionado, y los libros, que ayudaban a sufrir con paciencia los malos trances, movían su interés y le proporcionaban ciertas blanduras al espíritu. El resto de las cosas las ordenaba en función de su utilidad práctica, elemental. Casi espartana. Educado a sí mismo en el despojo de la guerra y los desastres, se aderezaba con poco: cama si la había, una mujer en ella cuando era posible, y una espada con la que labrar el sustento. Lo demás, si llegaba, lo era por añadidura, sin ansías, ambición no esperanzas. Hijo de su siglo y de su bronca biografía, eso bastaba a Diego Alatriste y Tenorio para matar el tiempo y la vida, en espera de rendir el ánima cuando tocase".
El puente de los asesinos.
Desenvainad vuestras espadas y preparaos para el duelo pues vuelve el valeroso capitán Alatriste en la que era, gracias grandes a la Providencia, su última aventura. Pues con suma alegría para sus fieles seguidores, don Arturo Pérez-Reverte nos regalo la noticia de que en septiembre tendremos la nueva novela de las aventuras del diestro espadachín tras catorce largos años sin noticias suyas. Así que me dije, tengo que ponerme al día y terminada la lectura de la que ya es la penúltima novela, puedo contar los días para disfrutar de la próxima entrega de sus aventuras, que según parece trasladarán al capitán y su fiel Íñigo Balboa a la capital francesa, donde se encontrará con cierto cuarteto de aguerridos espadachines archiconocidos. Pero dejemos la lectura futura y centrémonos en la actual, con muchísimo gusto os presento: El puente de los asesinos de Arturo Pérez-Reverte.
Tras surcar el Mediterráneo luchando contra el turco como corsario al servicio del rey, a don Diego Alatriste su buen amigo y gran poeta don Francisco de Quevedo le encarga una misión bastante peligrosa. Se esta urdiendo una conspiración para que la Serenísima República de Venecia, enemiga de España, cambie su consideración frente a la Monarquía Hispánica. Y para ello hay que despachar al dogo de Venecia por otro más favorable a los intereses españoles.
Alatriste formará parte de un plan bien orquestado para asesinar al dogo y para ello deberá trasladarse a la república de los canales junto a Íñigo Balboa, Sebastián Copons y el moro Gurriato. Allí descubrirá que entre los implicados se encuentra su más mortal enemigo Gualterio Malatesta, quién creíamos con el cuello roto tras pasar por las manos de la justicia tras lo sucedido con el caballero del jubón amarillo. Los dos enemigos tendrán que deponer los aceros y las ansias de rendir cuentas hasta que la misión termine.
Nuestros héroes conocerán la bella y peligrosa Venecia, recorriendo sus calles donde cada callejón oscuro puede ser el escondrijo de algún espía de la Serenísima, aguardado con la daga preparada para rebanar cualquier garganta sospechosa. Pasearán por los canales en la góndolas, entre los majestuosos palacios y la impresionante basílica de San Marcos donde dice la tradición que descansan los restos del evangelista. Mercaderes, soldados, comerciantes, pescadores, gondoleros, mercenarios, prostitutas son parte de la fauna que de muchas naciones pululan por los puentes de la república de los canales.
Alatriste podrá comprobar como desde los fríos despachos, sobre mapas colocados en grandes mesas, los poderosos planifican el orden geopolítico. Desde que el hombre comenzó a amasar poder, otros se han movido entre las sombras, conspirando para quitárselo. La antigua diplomacia de la bolsa y la espada, que quitaba y ponía reyes y príncipes como sí de una partida de ajedrez se tratara. El personaje que representará mejor ese mundo será don Diego de Saavedra Fajardo, murciano ilustre, experto diplomático, embajador de su Católica Majestad en Roma, escritor y una de las mayores y más brillantes mentes de su tiempo. Don Diego servirá de enlace entre los instrumentos que serán Alatriste y Malatesta, y un numerosos grupo de espadachines, mercenarios y soldados, y los conspiradores.
Porque ese es el gran tema de la novela, que sin los esforzados hombres que se jugaban el pellejo y el pescuezo a cambio de un jornal digno para sobrevivir otro día más, todas esas conjuras palaciegas no pasarían de las brillantes estancias de los palacios. Alatriste, Íñigo, Copons, el moro Gurriato y otros que formarán el grupo, serán la carne de cañon o en este caso carne de horca que se jugarán el tipo por otros, serán la principal baza para que los planes de poderosos ambiciosos lleguen a buen puerto. Son estos hombres, cuya fortuna estaba ligada al filo de sus espadas y a la destreza y rapidez al usarlas, los que deciden, con su valor, su entrega, su coraje, incluso su sangre, el auge y la caída de reinos e imperios, al servicio de reyes, validos, políticos y papas ingratos y malagradecidos, que no los ven como hábiles hombres si no como piezas desechables que se pueden cambiar por otros, una vez mueran de forma miserable, con el vientre abierto de un tajo y cuya tumba sin nombre jamás recordarán sus hazañas.
Aquí el autor nos presenta la relación entre Alatriste y Malatesta más cercana de lo normal. Desde que salvará la vida del Príncipe de Gales y el Duque de Buckingham en Madrid tras ser contratado por la conjura de Alquézar y Fray Emilio Bocanegra, el italiano le guardará un rencor profundo al capitán, el que los ha llevado a enfrentarse en increíbles duelos, afianzado una enemistad mortal. Malatesta es el mejor villano de la saga. Cínico, sarcástico, con una lengua igual de afilada que su acero, siempre vestido de negro, como heraldo de la dama esquelética, y su siniestro silbido que lo presenta antes de aparecer: tirurí-ta-ta.
Pero ahora las circunstancias son distintas. La sorpresa de verlo vivo y coleando, tras pasar por las eficientes manos de la justicia de su Católica Majestad el cuarto Felipe y su todopoderoso valido el conde-duque de Olivares, hace que las ganas de venganza del capitán, incluso del joven Íñigo, quien también tiene cuentas pendientes con el italiano ,tengan que aguardar el momento en que las lenguas callen y hablen las espadas para tomarse venganza, pues ahora deberán trabajar juntos. El tiempo encerrado y las tratamientos en las oscuras celdas no parecen haber mermado el animo del sicario, pero si haberle caído encima unos cuantos años, añadiendo ferocidad a su rostro surcado por marcas de la viruela y viejas cicatrices, como la que entorna uno de sus ojos, regalo del capitán.
El puente de los asesinos es una de las mejores aventuras del capitán Alatriste. Si la gran baza que la convierte en la mejor saga de aventuras histórica de nuestra literatura es la mezcla de intrigas palaciegas, conspiraciones peligrosas, duelos trepidantes, amores intensos y frustrados, camaradería, traición, una Europa convulsa y un imperio español en decadencia, aquí encontraréis de todo eso el doble, que digo el triple.
Una misión suicida que lo colocará en la peliaguda situación de jugarse el tipo, una vez más, por los poderosos, y encima junto a su más mortal enemigo, con la bella y espléndida Venecia como telón de fondo. ¿Qué más se puede pedir? Sí, la siguiente aventura, a la cual ya estoy deseando hincar el diente. ¡Larga vida al capitán Alatriste y a don Arturo Pérez-Reverte!
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