Ahí fuera gritando. Una antología de Black Horror, Jordan Peele y VV.AA.
Jordan Peele sorprendió al mundo cuando presentó su película Déjame salir en 2017. La sorpresa vino porque alejándose de la comedia que le representa, presento una de las mejores películas de terror en mucho tiempo, con un estudio escalofriante del racismo. Tanto fue el éxito que ganó el Oscar al mejor guión original. Pero no fue flor de un día, pues sus siguientes películas siguieron explorando su visión del terror con su compromiso con la comunidad afroamericana, convirtiéndolo en uno de los nombres propios del terror moderno, al lado de tótems como Ari Aster y Robert Eggers. Pues como buen conocedor del género decidió apadrinar una antología que tuviera los elementos que conforma su obra (el terror y la reivindicación), juntando a un nutrido grupo de escritores de terror y ciencia ficción. Y qué mejor para el mes del terror que una fantástica antología de Black Horror. Acompañadme en este paseo del horror en: Ahí fuera gritando. Una antología de Black Horror de VV. AA.
Pero antes un apunte sobre el black horror. Este subgénero de la literatura de terror viene de Estados Unidos, donde el problema racial sigue candente tristemente a día de hoy. Los autores utilizan los elementos propios del terror para denunciar situaciones de racismo, y sobre todo colocan personajes de color en roles protagónicos y alejan el manido cliché de que el negro siempre es el primero en morir.
Ahora sí, comencemos el repaso a los relatos.
A ojo. N. K. Jemisi.
Carl comenzó a ver los ojos hace unos meses. Al principio pensó que solo era un nuevo modelo de faros. Cada año aparece alguno: con bordes de neón, con varias bombillas y de aspecto insectoide, con forma de corazón o de cabeza de cobra. Horteras pero no ilegales. Pero estos ojos son demasiado realistas como para ser un simple modelo más. Parpadean y tienen venas en la esclerótica, estrías en los iris y manchas en los rabillos. De hecho, en una ocasión los vio aparecer: eran simples faros alógenos un momento y, al siguiente, empezaron a parpadear.
Carl, un policía de color tiene métodos cuanto menos, cuestionables. Mientras vigila las autopistas parece tener una cualidad extraña a la hora de parar algunos coches: solo para aquellos que en vez de faros tienen ojos. Pobre de aquel que Carl le dé el alto. Un relato brutal que muestra la política indiscriminada de la policía estadounidense a la hora de parar a aquellos conductores que no sean piel pálida.
Ojo y comillo. Rebecca Roanhorse.
Deja que la chiquilla se adentre en el maizal por delante de ella, caminando con su pequeña cojera. Avanzan entre las grandes mazorcas hasta que la casa se pierde de vista. Y tampoco se oye nada, aparte del martilleo constante de la lluvia contra las mazorcas secas. Pero, entonces, Zelda huele algo. Algo muerto.
Zelda y Atticus son dos hermanos que viajan a Dallas para realizar un trabajo especial. En una solitaria casa, situada entre un siniestro maizal y una lluvia intensa, la señora Washington, con su hogar lleno de siniestras muñecas, les explica que hay algo oculto entre los maizales, algo que tiene hambre. Los hermanos tendrán que poner a prueba sus poderes de cazadores de monstruos y atrapar a lo que acecha en las sombras. Este brutal relato fantástico me ha dejado con ganas de conocer más aventuras de los dos hermanos, pues tiene todos los ingredientes para una buenísima novela.
El diablo errante. Cadwell Turnbull.
Su cuerpo había empezado a hundirse, empezando por la pierna derecha —ya no podía ver las manos— y luego por las dos. El suelo se lo tragó hasta la cintura y las baldosas blancas del pasillo cedieron a su alrededor, ondulantes, espumosas como leche templada. De nuevo, no pudo gritar.
Parece que la huida es una constante en la vida de Freddy. Su madre lo abandonó cuando tenía siete años para seguir su carrera de cantante y no volvió a saber de ella. Ya mayor, decidió huir también, para buscarla, pero el camino lo lleva a otro lugares, hasta el lugar donde conoce a Dilah. Los dos congenian bien, pero las palabras de un viejo misterioso que tocaba el banjo en una estación le reconcome. ¿Debe quedarse y ser feliz o seguir el camino y ver cosas increíbles? Solo un final terrible resolverá sus dudas. Un cuento perfecto que te deja con la constante sensación de inquietud.
La invasión de los ultraniños. Lesley Nneka Arimah.
Antes, cuando aún no entendían del todo a las personas, se podía distinguir un embarazo humano de uno alienígena a simple vista. Cuando el número de vientres posthisterectomía aumentó exponencialmente de la noche a la mañana, o cuando todas las residentes de un geriátrico se quedaron embarazadas de repente, vaya usted a saber cómo y de qué, y hubo que llamar a los soldados. ¿Qué tu bebé nacía con cabeza de vaca? ¿Con catorce estómagos? Mmm, no huele bien. Deja de contar los cascos y llama a los malditos soldados.
No sabían cómo funcionaban nuestros cuerpos. casi tenía gracia.
Pero aprendieron, claro.
Algo malo parece estar ocurriendo con los partos de las mujeres. Todo dio un vuelco cuando lo que parecía un nacimiento normal se volvió una pesadilla gore cuando el bebé devoró de un bocado la cara de la enfermera. Y tras este otros casos, muchos, de lo que al principio parecía una mutación extraña resultó ser una invasión extraterrestre a través del útero. La protagonista del cuento pertenece a una organización gubernamental que se dedica a la caza de estos seres y pronto descubrirá que no es más que un peón en un juego siniestro. Otra historia espectacular que te deja con ganas de saber más.
La otra. Violet Allen.
El teléfono suena.
Meto la mano en el bolso, pero al mismo instante en que toco el aparato, siento un pinchazo doloroso. Al retirar la mano, veo que el dedo índice está cubierto de sangre, y un corte muy largo lo recorre de la yema a la segunda falange. El teléfono sigue sonando, así que lo intento de nuevo, esta vez con más cuidado. Se han abierto las grietas, pero al otro lado no hay circuitos y cables, sino una boca, una boca húmeda u ensangrentada. Intenta morderme y suelto el teléfono en el bolso justo a tiempo para evitar que me pegue otro bocado.
Una chica recibe un mensaje de la nueva pareja de su ex novio diciéndole que vaya a su casa para conocerla. Durante el camino los mensajes se irán volviendo cada vez más inquietantes. Un cuento gore, macabro y macarra que esconde una buena reflexión sobre las parejas tóxicas y aceptar el rechazo.
Lasirén. Erin E. Adams.
La sombra extendió la mano hacia la luz de luna que nos separaba ambas mirábamos los colores, maravilladas. La piel de la sombra era oscura, como la nuestra, pero de una negrura profunda. De un paso, salió a la luz de la luna. Primero aparecieron los pies palmeados. Luego las piernas largas y oscuras. Unos músculos tensos, flexionados bajo la piel. La esbelta figura estaba cubierta por un vestido de algas. El cabello, largo, liso, rojizo, húmedo y pegajoso, le llegaba hasta los hombros. Pero fue el rostro de la sombra lo que nos dejó a Lovelie y a mí en completo silencio. Lo reconocimos. Se había hecho más grande, pero la nariz, los labios y el semblante en forma de corazón eran inconfundibles.
Una chica nos narra el drama familiar que viven ella, su madre y su hermana pequeña, cuando otra hermana desaparece. Todo parece estar relacionado con una leyenda narrada por su madre sobre una extraña criatura marítima con forma de mujer. Un bello cuento que trata las tradiciones haitianas.
El viajero. Tananarive Due.
La sonrisa de Priscilla se esfumó. Las dos hermanas observaron con atención al recién llegado. La ropa que llevaba parecía áspera, como si estuviera fabricada de arpillera cosida con un hilo tan tieso que parecía hecho de enredaderas. Pat nunca había visto nada parecido. Pero la ropa solo era la primera de las cosas del nuevo viajero que parecía mal.
Había algo malo en su aspecto.
Había algo malo en su olor.
Había algo malo en él.
Dos hermanas cogerán un autobus para ir a una manifestación por los derechos civiles de los afroamericanos. Las dos tendrán que soportar el racismo del conductor que las mira como si fueran unas especie de boñigas andantes. Mientras viajan se daran cuenta de que el autobús va por otra ruta distinta, lo que despertara las sospechas de las hermanas. Todo dara un giro siniestro cuando un inquietante autoestopista suba al autobus. Un relato gráfico que mezcla el rancio racismo con la venganza de poderes atávicos.
El esteta. Justin C. Key.
Sasha no estaba en casa.
Puede que se hubiera ido a comprar y se hubiese dejado la puerta abierta. O que estuviera en el baño. Había muchas explicaciones factibles y racionales. Pero, aún así...
Allí, bajo la almohada, había una carta. Sentí que el espacio de mi pecho se encogía. Me eché a reír sin poder evitarlo. Conecté la app espectadora. Cientos de seguidores más que antes.
Casi pude ver las palabras mientras abría la nota manuscrita. Pero al leer lo que contenía, miré a mí alrededor, consciente de pronto de mi vulnerabilidad. La puerta del baño, entreabierta delante de la oscuridad. Bajo la cama. En el armario.
La nota rezaba: Ahora Sasha está conmigo. El Coleccionista.
En un futuro hay un tipo de robots humanoides conocidos como Obras de Arte o por su siglas OdAS. Un futuro donde todo se trasmite por streaming, hasta las sesiones con tu psiquiatra, a estos OdAS se les está prohibido tener hijos mientras una parte de población quiere que sean iguales a los humanos con el lema: si eres como un humano tienes derecho a SER humano. Seguimos a uno de estos OdAS mientras tiene una relación con una mujer llamada Sasha mientras corren rumores de alguien que está capturando a los OdAS conocido como el Coleccionista. Un relato más de ciencia ficción donde se exploran el derecho a existir y el verdadero terror es que se implanten en el futuro chorradas catedralicias como el lenguaje inclusivo o las innumerables identidades de género... el horror... el horror.
Presión. Ezra Claytan Daniels.
El bueno, el feo y la mala se abrazan como en las fotos de familia, cuando eran bebés. Tú visión se reduce hasta un puntito.
Incapaz de oír o de ver nada, respiras lo más profundamente que puedes, y los sentidos que aún conservas quedan reducidos al residuo de mantequilla de coco que sobre el cuello de Andrew. Esto te devuelve a tiempos felices, y sientes un destello de gratitud. Abres la boca todo lo que puedes y tragas saliva.
"Qué interesante", piensas. " El final no es un fundido a negro. Es un ardiente y cegador destello blanco."
Un hombre viaja a la casa de su tía para una reunión familiar. Allí se reencontrará con sus dos primos los cuales hacia años que no veía desde que abandonó el pueblo con dieciocho años. Ketty, Andrew y él forman lo que su tío llama el bueno, el feo y la mala. A través de la narración conocemos la presión que soporta el protagonista por ser hijo bastardo negro de su madre blanca y un padre desconocido negro. Mientras intenta reconciliarse con su pasado un final catastrófico convertirá la reunión en una pesadilla apocalíptica.
Casa oscura. Nnedi Okorafor.
No podía dejarlo ir. No quería. No importaba que fuese una completa locura. Habría Pardo el tiempo de haber podido. En mi mente, aquel día , no pensaba con claridad. No podía. Por eso hice algo estúpido, algo profunda, profundamente egoísta; me negué a dejarlo ir. Solo que a veces, cuando te aferras a algo de esta manera, otras cosas se aferran a ti.
Kolo tiene que enfrentar la despedida de su padre. Viajando desde Estados Unidos hasta Nigeria, lugar originario de su padre, asistirá con suma tristeza a su entierro. Allí será testigo de una tradición nigeriana que la llevará, movida por la desesperación, a saltarse las normas y llevarse el último recuerdo de su padre. De vuelta a casa cosas extrañas pasarán alrededor de su casa. Un relato brillante donde el terror se esconde entre la fina línea de las viejas y ancestrales tradiciones y el frío y tecnológico mundo moderno.
Parpadeo. L. D. Lewis.
Y entonces se apagaron las luces. Todas. Hasta el sol. No de un forma gradual. Como si alguien hubiera pulsado de pronto un interruptor en alguna parte del universo, se hizo una oscuridad tan densa que no una linterna habría podido penetrar en ella. [...] Lo que resultaba raro era el aire; era como cuando se va la luz y dejan de funcionar los ventiladores, y te das cuenta de que está viciado. El pesado humo de los tubos de escape lo saturaba todo. El viento había cesado. Reinaba una especie de sensación amortiguada. Podía oír los murmullos confusos, los choques y los cláxones, la hierba bajo sus pies. Pero el rumor del mundo, el zumbido eléctrico de todo, solo se podía percibir con el oído, no sentir.
Al oír los gritos, supo que no le pasaba solo a ella.
Kam se despide de su hermano oftalmólogo tras revisarle un extraño parpadeo que le ocurre de vez en cuando, cuando en décimas de segundo parece quedarse a oscuras como si tuviera los ojos cerrados pero siguen abiertos. Dispuesta a pasar una agradable velada de picnic con dos amigos de pronto todo se vuelve oscuro, como un apagón. Gritos y explosiones suenan a su alrededor. ¿Qué pasaría si toda nuestra existencia no fuera más que un programa de simulación al estilo de los Sims, y al friki cósmico que lo usa se le crashea? Uno de los mejores relatos de la antología y uno de mis favoritos.
La mujer Obeah más fuerte del mundo. Nalo Hopkinson.
En el mismo instante en que Yenderil saltó al agua del agujero azul y salobre, emprendió un viaje que no podía acabar bien. Sabía, porque lo escuchaba en boca del predicador todos los domingos, que el infierno se encontraba bajo tus pies, pero ella estaba decidida a ir hacia abajo igualmente, hasta llegar a la perdición misma si era necesario. Porque la bestia a la que perseguía tenía que ser una creación del Diablo, así que allí abajo era donde podría encontrarla.
Yenderil tiene una misión. Has estado preparándose para terminar con el pez diablo que asola su pueblo. Y para ello deberá convertirse en la mujer obeah más fuerte del mundo. Pero esto tendrá consecuencias funestas para ella. Un relato fantástico que recoge el folklore jamaicano.
El problema de Norwood. Maurice Broaddus.
Pensaba que éramos demasiado jóvenes para entenderlo, pero los niños sabíamos. Habíamos aprendido la lección muy pronto, y la sentíamos hasta la médula de los huesos: de todas las herramientas de opresión, la más cruel es el miedo. Había una historia que no contamos y que debíamos compartir antes de que muriera el último de nosotros y no quedara nadie para recordarla.
Norwood es un hogar, un refugio, un lugar donde la comunidad afroamericana puede vivir tranquila y segura. Pero el mal siempre acecha y pronto romperá la quietud a golpe sangre, fuego y balas. Un relato poderoso que muestra la cara más maligna del racismo y la segregación.
Un pesar por los muertos. Rion Amílcar Scott.
A veces me pregunto por el cuerpo de mi hermano gemelo, por todas las deformaciones que le habría provocado la descomposición. Ya no nos parecemos, claro. Seguro que aún quedan vestigios de semejanza, pero mis células todavía se regeneran, mientras que las suyas, no. Sin olvidarnos de los agujeros que le quedaron en el cuerpo por culpa del nihilismo de un hombre confuso. En el mismo momento en que aquellas balas abrieron sendas cavidades en la cabeza y el pecho de mi hermano, dejemos de ser idénticos.
Hamad no consigue superar la muerte de su hermano Jamal. Unidos como estaban por ser gemelos, su muerte violenta al ser tiroteado obsesiona a Hamad pues solo puede sentir que obteniendo una muerte igual de violenta volver a crear el vínculo cortado tan trágicamente. Cuando unos golpecitos quedos suenen en su ventana, Hamad no sospechara que pronto volverá a sentir el vínculo mucho más fuerte y frío como la muerte. Un relato melancólico de zombies que retrata muy bien el luto y el doloroso proceso de aceptarlo.
Canta un pájaro junto al árbol grabado. Nicole D. Sconiers.
Mi padre era camionero en una acería y me enseñó las reglas de la carretera.
—Quédate en las calles que conoces, pequeña. No pares a recoger desconocidos. Lleva siempre el depósito lleno.
Yo las seguí en la medida de lo posible e incluso conseguí llegar a los veintidós años sin un solo accidente.
Hasta el día en que me negué a ceder ante un tío en una camioneta blanca y be sacó de la autopista.
En una carretera suceden una serie de accidentes mortales. Todos parecen suceder en un mismo sitio, un lugar conocido como la Curva de la Muerta. Cercano a la carretera en un árbol aparecen unas marcas como si alguien estuviera llevando una macabra cuenta. Este es otro de los mejores relatos de la antología, una historia socarrona que le da una vuelta de tuerca a la leyenda urbana de la chica de la curva.
Una fábula norteamericana. Chesya Burke.
El hombre le tiro el billete por debajo del cristal y resopló.
—Bonito uniforme.
Noble cogió el billete mientras descendía flotando hacia el suelo y se alejó sin mirar al blanco.
—¡No te va a proteger, Noble!
Noble. El nombre le pegaba. Resonaba de una forma que demandaba respeto, y esa era precisamente la razón por la que lo habían escogido sus padres. Obligaba a los blancos a dirigiese a él con una palabra honorable, aunque no respetasen al hombre de color que la llevaba.
Noble Washington es un soldado negro que vuelve de la Primera Guerra Mundial. A pesar de jugarse el pellejo por su país siente el desprecio y el odio de los blancos, desagradecidos incapaces de agradecer sus servicios por su color de piel. Mientras viaja en tren los blancos obligan a los negros a bajar con violencia, Noble se encara con ellos. Una niña misteriosa le ayudará para que no acabe colgando en un árbol. Qué fábula más descarnada sobre como hombres valientes luchan y mueren por gentuza que no lo merece.
Tu lugar feliz. Terence Taylor.
Martin despertó entre un olor a sangre y a pus.
Los chasquidos y chirridos de la maquinaria de precisión seguían zumbando en sus oídos. Se sentía parte de algo grande, monstruoso e inexorable que, de algún modo, le recordaba al trabajo. Se quitó la sensación de la cabeza, una mera pesadilla que apenas alcanzaba a recordar ahora que estaba despierto. La luz del sol bañaba todo el cuarto, y sus ojos se abrieron a una nueva mañana que apartó los recuerdos siniestros de su mente. Su mujer dormía a su lado. La abrazó. Ella dejó escapar un suave gemido y se pegó a él. Esta era su vida, no la del mal sueño, fuera lo que fuese. Sonrió, olvidando todo lo demás.
Estaba en su lugar feliz.
Martin tiene una vida feliz, un lugar feliz y es su hogar, junto a su mujer y sus dos hijas. Por fin ha podido dejar un pasado funesto de drogas y dolor, y su condena de diez años de prisión de ha revocado por trabajar en un nuevo programa pionero de reinserción de criminales, gracias a un programa de IA que les hace aprender un oficio gracias a impulsos eléctricos. Pero Martin sospecha que algo siniestro se oculta tras ese programa. Otro de los mejores relatos de la antología, que explora a modo de pesadilla si la realidad no sería más que una simulación.
Escondite. P. Djèli Clark.
Me vuelvo hacia Jaime, que sigue agarrado a mí. Una parte de mí asqueada. Ya es bastante difícil cuidar de mí mismo. ¿Cómo esperan que me ocupe también de él? Pero mi amargura se esfuma al ver el temor en sus ojos. Salgo de un salto del guardarropa y le tiendo una mano. La coge, pero no se mueve. Sigue hecho un ovillo en el rincón del mueble. Tardo casi media hora en conseguir que salga.
Así es el escondite. Y no es un juego.
Jacob y Jaime viven con su madre en una gran casa en medio de la nada. Heredada de su abuelo, un brujo vudú, allí tendrán que jugar al siniestro escondite con su madre, pues algo malo la está consumiendo, y solo así podrán sobrevivir. Otro gran relato que explora la problemática de la drogadicción a través de la magia negra.
La historia de un origen. Tochi Onyebuchi.
Este puede ser sin ningún tipo de duda el peor relato de la antología. Escrito en forma de texto teatral, cuenta una historia enrevesada y confusa sobre unos personas que se llamaban Chico blanco 1, 2, 3 y 4, sobre algo de una universidad y un clase. No he sido capaz de entender el contexto de la obra, infumable, absurdo, malísimo como pegarle a un padre. Ni si quiera funciona como panfleto político. Un final pésimo para una gran antología.
Ahí fuera gritando ha sido una grata sorpresa. Y una confirmación de que no son perfectas. Hay una buena cantidad de muy buenos relatos, otra de relatos buenos, otra de relatos mejorables y luego esta el último que es una reverenda basura. Jordan Peele ha sabido reunir una cantidad de autores que yo desconocía y algunos me han dado ganas de seguir leyéndolos. En cuanto al terror se refiere, pues es verdad que a veces brilla por su ausencia. La mayoría de relatos más que de horror son más bien de géneros como la fantasía o la ciencia ficción. Pero los que si tratan el horror dan bastante mal rollo.
En cuanto al subgénero Black Horror los autores ha sabido muy bien plasmar las adversidades que tienen que soportar los afroamericanos a través de la ficción deformando un horror real en uno ficticio capaz de hacer empatizar con ellos. Agregando a esto el rico matiz de folklore que incorporan, trayendo traiciones ancestrales venidas desde África y las Antillas al horror moderno y mezclándolo con horror cósmico, corporal, historias de fantasmas, demonios y zombies.
En fin una muy buena antología para ester mes del horror. Y si encima la acompañas con las películas del señor Peele mejor que mejor.
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