Drácula, Bram Stoker
"Me acosté, y dormí unas pocas horas; pero viendo que no conseguía conciliar el sueño otra vez, me levanté. Tenía el espejito colgado junto a la ventana, y había empezado a afeitarme. De repente, sentí una mano en mí hombro, y oí la voz del conde que decía:Bienvenidos a mi blog, entrad libremente y por vuestra propia voluntad y dejad parte de la felicidad que traéis. Comenzamos el mes de Halloween (una de las pocas cosas buenas que hemos asimilado de los yankees), o mejor llamarlo el mes del terror con nada mas y nada menos que la novela que trajo desde las brumosas y misteriosas tierras malditas de europa del este al ser que estableció la imagen poderosa y siniestra del chupasangre más famoso de la literatura y por ende de la cultura popular. Una novela bellísima que fundó el mito del vampiro haciéndolo caminar por las neblinosas calles del Londres del siglo XIX, para encandilar con sus malignos encantos y quedándose para siempre en el imaginario colectivo como uno de los grandes terrores de la literatura de terror. Con sumo gusto, y os prevengo a que tengáis a mano un crucifijo o una ristra de ajos, os presento: Drácula de Bram Stoker.
El joven abogado Jonathan Harker narra su viaje en su diario por los Montes Cárpatos hasta la lejana tierra de Transilvania, para llegar al castillo de un noble. Mientras recorre estas tierras puede comprobar que la superstición impera entre sus gentes, sobre todo cuando menciona el lugar al que va, despertando un terror en los lugareños, siendo relevante cuando una mujer le entrega un rosario que lo proteja de cualquier mal. Todo esto extraña al joven londinense que vuelca sus temores en su diario. Al fin llega al ominoso castillo del conde Drácula, situado en lo alto de un desfiladero. El conde, un hombre de forma extraña, tez palida y cabello y bigotes blancos, trata a Harker con una amabilidad siniestra, colmandolo de todo lo que le plazca. Pero su estancia en el castillo no será para nada placida. Entre los muros fríos y solitarios Harker comprobará que algo extraño ronda alrededor del conde. Su amabilidad contrasta con súbitos ataques de ira y comportamientos raros e incomprensibles, como que no se refleje en los espejos o desprecie con una aversión terrible el crucifijo que Harker porta. El motivo de su viaje desde Londres es que el conde ha adquirido un inmueble en la capital inglesa y quiere los servicios de un abogado ingles para que le arregle las transacciones. El conde esta preparando un viaje a Inglaterra y para ello se ha empapado de la cultura y el idioma de Shakespeare. Todo dará un giro siniestro cuando la influencia diabólica del conde vaya apoderándose del pobre Jonathan, manipulándolo para que escriba cartas a su esposa Mina en Londres alargando su estancia en el castillo de Drácula. Harker será testigo de escenas de auténtico terror que demostraran que hay algo monstruoso tras la figura del conde Drácula.
Tras esto la narración ira saltando de diario en diario de varios personajes que relatarán la venida de Drácula a la capital inglesa, las consecuencias de sus terribles actos y como el grupo de protagonistas se unirán en torno al sabio médico holandés Abraham Van Helsing quien resultará un experto en el vampiro, para destruir la maligna amenaza que se cierne sobre ellos.
Drácula es por encima de todo bellísima. La prosa de Stoker, a través de los diarios de los personajes, fluye entre cada uno de ellos con una elegancia brillante. Desde el carácter intrépido de Jonathan Harker, pasando por el más metódico y es parte clínico del doctor John Seward, hasta los pasajes hermosos y tiernos de Mina Harker, hacen de la lectura una delicia ante la alternancia de estilos. Como buen relato de terror gótico, Stoker utiliza el formato de diario donde conocemos la trama por las entradas de los diarios de varios personajes, incluyendo algún recorte de periódico, cartas y telegramas, creando una sensación inquietante de estar leyendo documentos reales.
El terror es elegante, con imágenes poderosas que seguro pusieron los pelos de punta a las distinguidas damas victorianas que la leyeron al calor de la chimenea. Stoker sabe moverse entre el terror sutil, donde el aleteo de las alas de un murciélago, una luz titilante oculta entre la niebla o golpeteo constante en una ventana en la media noche, consiguen helar la sangre, y un terror más truculento, incluso gráfico, donde las actuaciones del conde, clavándole sus afilados colmillos en el níveo cuello de una joven inocente, son de verdadero espanto.
De todos los personajes los que más sobresalen son cuatro. Por un lado tenemos al profesor Van Helsing. Este erudito y sabio neerlandés será el principal adversidad del vampiro, con su gran conocimiento sobre estas criaturas terroríficas y la forma de acabar con ellas paras siempre. Mezclando en su persona la frialdad y erudición del hombre de ciencia y la fortaleza y optimismo del hombre de fe, el guiará con sabiduría al grupo dispuesto a destruir el mal.
Mina Harker, la esposa de Jonathan, es el personaje más fuerte de los adversarios de Drácula. Siendo al principio la imagen de mujer anegada y buena esposa propia de la época victoriana, dada a no tomar partido, pronto demostrará ser un útil herramienta contra el vampiro, ayudado en todo lo posible para destruirlo. Cuando el conde clave sus ojos (y sus colmillos) en ella, toda su entereza y valentía saldrán a flote.
Renfield es el personaje más desagradable. Interno del manicomio del doctor Seward, alterna momentos de lucidez con momentos de grotesca locura. Obsesionado con la recolección de insectos, especialmente moscas y arañas para engullirlas, parece estar relacionado con el conde.
Pero si duda la gran estrella de este cuento gótico y macabro es Drácula. El conde es una presencia ominosa que acecha oculto en la niebla que el produce, transformado en un gran murciélago que sobrevuela la noche londinense bajo la mortecina luz de la luna o simplemente reposando en su sueño maldito e inmortal en su sarcófago sacrílego. Los personajes lo mencionan con sumo horror, conscientes del peligro que supone la estancia de semejante monstruo sediento de sangre. Alejado de la figura de aristócrata vestido con chaqué y una larga capa negra que el imaginario colectivo ha adoptado gracias a Bela Lugosi, el conde de Stoker es un anciano de refinados modales que va rejuveneciendo gracias a la ingesta de sangre. Drácula es el mal absoluto, la corrupción de la pureza, portador de una inmortalidad venenosa y diabólica que trasforma en criaturas monstruosas, libidinosas y sensuales, atadas a su maligna voluntad. Pero también es ese mal que atrae morbosamente, una sensualidad pecaminosa que atrae a sus pobres víctimas en el encorsetado Londres victoriano, bien representando en sus diabólicas y seductoras novias.
Drácula ha sido una lectura deliciosa, una experiencia única que solo los grandes clásicos pueden provocar. Uno de los pilares que sostienen el terror literario junto al Frankenstein de Mary Shelly, El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson y las narraciones terroríficas de Edgar Allan Poe. Un relato que elevo al vampiro a la categoría de mito, aportando la mitología que lo convirtió en uno de los monstruos más tenidos y admirados de la literatura. Qué mejor manera de empezar el mes del terror que con el rey de los vampiros.

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