Roald Dahl 2x1
Otro capítulo de mi vida que no conté en esa primera entrada es que a mí no me gustaba mucho leer de pequeño. Muy pocos libros leí de niño, salvo algunos que recuerdo como uno llamado Gustavo y los miedos de la encantadora editorial El barco de vapor, el cual me gustaba/aterraba a partes iguales, al sentirme identificado con aquel niño asustado ante la posibilidad de ir al baño en plena oscuridad. Otro que recuerdo fue uno que leí en el colegio cuyo nombre no puedo acordarme, que versaba sobre el monte Kilimanjaro.
Mis lecturas favoritas sin embargo eran (y aún lo son) los comics, o mejor llamados tebeos. Yo devoraba con avidez las aventuras de los dos agentes secretos más ineptos, chapuceros e incompetentes del mundo. Mortadelo y Filemón me acompañaron en toda mi infancia y adolescencia. Incluso ahora me enorgullezco de tener una gran colección de sus aventuras.
Pero volviendo al tema, entre las correrías de los agentes de la T.I.A, cayó en mis manos un libro, (desconozco el cómo y por qué) que me tuvo en vilo todo un verano. Fue una de las lecturas que más recuerdo como me hicieron sentir. El autor supo transportarme a sus páginas y atraparme en su fantástica historia. El libro Las Brujas, el autor Roald Dahl.
Roald Dahl es un autor que no deja indiferente. Tanto lo disfrutan niños, jóvenes y adultos. Sus historias infantiles, tan fantásticas como macabras hacen las delicias de los peques y los no tan peques y sus cuentos adultos, llenos de su particular humor negro tan macabro y encantador.
Sus historias han sido llevadas al cine en varias ocasiones. Las brujas, Matilda, Charlie y la Fábrica de Chocolate, James y el melocotón gigante, entre otras han tenido sus adaptaciones con mayor o menor éxito. Incluso el maestro del suspense llevo a la pequeña pantalla un cuento adulto, en uno de sus capítulos de su serie televisiva.
Cómo dije Las brujas me fascinó. La historia consiguió atraparme con tanta fuerza que no pare hasta leerlo entero. La sensación que más recuerdo es un miedo atroz. En una escena el personaje principal se encuentra escondido mientras contempla una reunión de brujas. Y, os lo aseguro, llegue a estar tan metido en la narración que parecía que era yo quien estaba allí. Lo recuerdo ahora mientras escribo y siento una sensación de desazón nostálgica. Después de esta lectura, pase años sin leer nada de Dahl, hasta que leí de una sentada Matilda y Charlie y la Fábrica de Chocolate las cuales me encantaron. Tiempo después leí Relatos de los inesperado una de sus antologías de cuentos para adultos y...que absoluta delicia. Y por último leí otras dos obras suyas infantiles (que casualidad que van de dos en dos), El superzorro, influenciado por la magnífica película de Wes Anderson, uno de mis directores favoritos, y Cuentos en verso para niños en verso, clara muestra del sentido del humor macabro del autor deformando y transformando los cuentos tradicionales.
Y vosotros diréis ¿qué historia me está contando este? A eso voy. Porque la reseña tiene que ver con la lectura de otros dos libros (one more time), de Roald Dahl. Sin más preámbulos, que bastante chapa he echado, estos son: ¡Qué asco de bichos! El cocodrilo enorme y Los cretinos.
El primer libro se compone de dos historias, completamente diferentes. Con la única característica de que los animales son los protagonistas. En ¡Qué asco de bichos!, Dahl da muestra de su otra faceta, la poesía. Como en Cuentos en verso, Dahl nos narra una serie de pequeñas historias en verso, sobre una serie de animales muy particulares. Con títulos como: El cerdo, el cocodrilo, el león, el escorpión, el oso hormiguero, el erizo, la vaca, la rana y el caracol y el bicho de mi tripa, las historias son fantásticas. Mezclando situaciones cotidianas con las más inverosímiles y surrealistas. Animales que dan una vuelta de tuerca a sus existencias, incluso algunas son terroríficamente divertidas. Depredadores caníbales, cerdos antropófagos, ranas que se vuelven caracoles, osos hormigueros que sufren por niños caprichosos y vacas que vuelan, os harán divertíos con las ocurrencias tan imaginativas del autor. Una delicia.
El Cocodrilo enorme cuenta la historia, de eso, un enorme cocodrilo con una terrible obsesión: tiene hambre de niño. Y para ello usara una serie de artimañas tan locas como imaginativas. Y un enorme tamaño conlleva una tremenda bocaza, la cual no solo servirá al Cocodrilo enorme para masticar y engullir a sus víctimas, si no que también le hace padecer de una verborrea incontrolable, que le hará ir contando sus planes a una serie de animales que se encontrara en su camino hacia la ciudad. Un gracioso cuento.
Los Cretinos son un cuento perverso sobre dos seres perversos que viven su vida de forma perversa. Cómo es natural en los cuentos de Dahl, los adultos (no todos), suelen ser seres crueles y malvados, que maltratan a los niños. Las crueles tías de James, los tres granjeros malvados, la Gran Bruja y sus siniestras acólitas, los desagradables padres de Matilda o la terrible y fiera señorita Trunchbull son una clara muestra de adultos malos que pululan por sus obras. Pues los dos protagonistas de este cuento se llevan la palma en lo referente a ser malvados.
El señor y la señora Cretino son feos, malvados, crueles y desagradables. No hay que juzgar a un libro por su cubierta, pero en su caso su terrible aspecto es una representación de su maldad interior. El señor cretino es un hombre desgarbado con una larga, sucia y enmarañada barba. Toda ella llena de rastros de comidas pasadas. Y su esposa no se queda atrás, pues su pelo parece una fregona mugrienta, tiene un ojo de cristal que mira al lado contrario, y siempre acompañada por un bastón que lanzaba para atacar a todo aquel que se le acerca. Los dos viven para hacerse la vida imposible el uno al otro y causar el mal a todos los que hay a su alrededor.
Y aquí paro de contar, pues os recomiendo que los leías y lo disfrutéis por vosotros mismos. Puede que al ser cuentos infantiles no os llamen la atención, pero Roald Dahl es un autor que, cómo dije antes, gusta a todos. Y otro de los aspectos que hacen la lectura un deleite son las ilustraciones, nacidas de la mano del colaborador habitual del autor: Quentin Blake. Sus dibujos son únicos y fantásticos. Con un trazo desigual y tosco le dan una apariencia muy característica y personal. Son tan complementarias que no se puede entender la obra de Dahl sin las ilustraciones de Blake, igual que la Alicia de Carroll sin los grabados de Tenniel.
Una lectura amena de uno de los mejores escritores de la historia. Único, perverso, divertido y fantástico. Una auténtica delicia sin duda.
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