Los Ratones de Dios, Luis Rendueles

"Muy pronto, la vida de Santiago de Compostela y la de los canónigos, las de los sacerdotes, los sacristanes, los archiveros y la de todos los habitantes del templo iba ser sometida a la mayor investigación de su historia.
[...]
Aquellos hombres y mujeres iban a descubrir sus pecados, veniales algunos y capitales otros. Y cuando lo hicieran, hasta las piedras tendrían que hablar. Aunque algunos trataron de resistirse". Los Ratones de Dios.



Vuelve la colección extraordinaria de crímenes reales Sinficción, de la mano de Marta Robles y la editorial Alrevés. Hacía tiempo que buscaba el tercer volumen de la colección, y un día, por gracia divina, lo encontré y me lo llevé. Y ahora os traigo la reseña. En este caso el archivo del crimen no se trata de un crimen de sangre, si no que Luis Rendueles, uno de los periodistas de sucesos más importantes de nuestro país, nos relata, en forma de thriller, el llamativo y rocambolesco robo de una de las joyas de la literatura medieval de nuestro país. Sin más esto es: Los Ratones de Dios de Luis Rendueles.

5 de julio de 2011. La majestuosa catedral de Santiago de Compostela despierta convulsa. Los canónigos descubren que un manuscrito conocido como el Códice Calixtino ha desaparecido. El revuelo que causa la perdida del Códice no es solo por la perdida de un tesoro patrimonial, si no que la obra está valorada en varios millones de euros. Los canónigos deciden llamar a la policía. Es aquí donde el libro nos pone en la piel de dos de los principales investigadores: por un lado la inspectora Ana y el inspector jefe Antonio Tenorio, los dos, junto a otros agentes, pertenecientes a la Brigada de Patrimonio Histórico, de la Policía Nacional. Y el otro vórtice de esta investigación será el juez instructor, el mediático José Antonio Vázquez Taín. Ellos tres serán los encargados de resolver el enigma del robo, y no sabrán hasta que punto viajarán a un tiempo remoto, dónde las leyes de la vetusta catedral gallega aún impera entre sus muros, y la investigación será regida por los herméticos religiosos y una cohorte de trabajadores que estarán envueltos en una serie de rencillas. 

La majestuosa catedral de Santiago de Compostela.


El Códice Calixtino está considerado una de las joyas literarias más antiguas del mundo. Un manuscrito datado en el siglo XII de nuestra era, en el se recogen una serie de relatos, himnos y milagros todos atribuidos a la intercesión del santo apóstol Santiago el Mayor, patrono de España. El manuscrito es uno de las primeras guías turísticas sobre el Camino de Santiago, uno de los recorridos de peregrinación del cristianismo más importante. Miles de peregrinos recorren la ruta xacobea, durante días, cuyo destino es el lugar de descanso de los restos del apóstol, en la catedral de Santiago de Compostela.

Códice Calixtino.


Los investigadores enseguida situaron el foco en los dos grupos principales que se mueven por las entrañas de la catedral: por un lado los canónigos y por otro los trabajadores. 

Los canónigos son los guardianes de la catedral. Estos viejos sacerdotes son los que ejercen la administración, tanto económica, como religiosa, del templo. Por encima de ellos, ejerciendo como primus inter pares está el deán, quién es elegido entre los canónigos. En el momento del robo el deán era José María Díaz. Los investigadores que lo trataron se encontraron de frente una auténtica esfinge. En el libro nos presenta a un hombre callado, educado, de maneras suaves, pero completamente cerrado. La supuesta mala memoria a veces le jugaba malas pasadas. Pero a pesar de la cerrazón del deán, los policías enseguida dirimieron que el ladrón lo había hecho para perjudicarlo.

Los trabajadores, o "gregarios",  como los llama el autor, fueron el segundo grupo a investigar. Estas personas, unidas por una fe religiosa recompensada por el honor de trabajar entre los muros de la catedral, tenían, en menor o mayor medida, alguna razón para llevarse el manuscrito. Ahondando en sus vidas, en apariencia anodinas, algunos de ellos ocultaban aspectos que podrían ser considerados "sospechosos". Problemas económicos, acusaciones de vida disoluta, envidias, rivalidades, incluso odios. Todas estas nimiedades hicieron que los policias irrumpieran en su privacidad. Personajes tan estrafalarios como Joaquín, conocido como "el Teclas", organista de la catedral; los Raposo, un padre y su hijo que ejercían como conserjes, conocidos como "el deán civil", entre otros.

El inspector jefe Tenorio, un veterano policía, curtido en los duros años de Plomo en el País Vasco, cuando miraba debajo de su coche cada día por seguridad, y su subordinada la inspectora Ana, vieron que no todo eran rezos y alabanzas al Altísimo. Entre los muros del templo se libraba entre susurros y en silencio, una pequeña guerra civil entre los custodios de la catedral. Los policias, al indagar entre los secretos ocultos en la piedra, vieron que había dos bandos bien establecidos. Por un lado los partidarios del deán y por otro sus detractores, más cercanos al Opus Dei. Una de las principales lineas de investigación se centraron en la posible destitucion del sacerdote a causa del escándalo. Pero, por encima de todas estas conjeturas,de pronto se erigió como principal sospechoso un personaje, harto peculiar.

José Manuel Fernández Castiñeiras, conocido como Manolo, fue durante muchos años el electricista de la catedral. Conocido por ser una persona huraña y solitaria, vivía las veinticuatro horas del día por y para la catedral. Iban bien temprano a escuchar misa y después deambulaba por los altos muros de la iglesia catedralicia. Cuando uno de los canónigos rompió su mutismo y les comento que desde hacía tiempo estaba desapareciendo dinero de las arcas de la catedral, se había colocado una camara enfocando a la caja fuerte de la administración. Esto hizo centrarse en la posible culpabilidad de Manolo Castiñeiras. 

Cuando la policía y el juez Taín entraron en el domicilio donde residía Castiñeiras, su mujer y su hijo, encontraron una cantidad enorme escondida en una zona prohibida por el electricista a su familia. Con las imagenes de la cámara, se podía ver como Castiñeiras estuvo robando durante años fajos y fajos de billetes, tanto pesetas y euros, como divisas de otras partes del mundo. Pero no solo era dinero. El electricista tambien robó documentos, facsímiles del Códice, incluso cartas de sus propios vecinos. Pero, para desilusión de la investigación, el manuscrito no estaba allí. El electricista era un hombre frío y callado, cerrado a cal y canto. Pero al final, con la ayuda de su hijo, se encontró el Códice.

El manuscrito del siglo XII estaba guardado en un saco de pienso de conejo, envuelto en toallas, en un garaje del electricista.

Manolo Castiñeiras al principio dijo que se lo llevó por encargo del grupo detractor del deán, que en un complot, usarían el robo para defenestrarlo. El juez no creyó esta versión y al final confesó el motivo real. Manolo era muy amigo del actual deán. Y cuando fue despedido, José Maria Diaz le instó a luchar por su indemnización. El electricista creyó que su amigo lo ayudaría cuando fue nombrado deán. Pero no fue así. Entonces tramó su venganza. Como se movía con libertad por la catedral, entre llevarse el dinero de los peregrinos, un día aprovechó y se llevó el manuscrito.

Los Ratones de Dios, es uno de los mejores libros de la colección. Luis Rendueles entreteje un relato a medio camino entre la crónica periodistica y el thriller policial. Con una sucesión de datos totalmente imprescindibles, dotan de profundidad al libro. Como buen libro de true crimen, la tensión se va dosificando, en sorbos cortos, hasta llegar a un clímax sorprendente. La historia es tan rocambolesca que por momentos parece fruto de la mente de un novelista, pero no, todo ocurrió de verdad. Incluso se nombra una novela que lee el inspector jefe Tenorio, que trata del robo del códice, pero el caso supera con creces la historia de ese libro. Una de las cosas que se agradece es, por una vez, que este crimen no esta manchado de sangre. Un libro entretenido, genialmente escrito y magistralmente estructurado. Top de favoritos de la colección sin duda.

En el año 2015, José Manuel Fernandez Castiñeiras fue condenado a 10 años de prisión por el robo del Códice Calixtino y el dinero de la catedral. Cumple condena en la cárcel de A Lama, Pontevedra. Su mujer, Remedios Nieto fue condenada a seis meses de prisión por blanqueo de dinero, pero no entró por carecer de antecedentes. Su hijo, Jesús fue absuelto. Manolo Castiñeiras salió de prisión por problemas de salud en 2021.

La gente nunca se enteraría de la tristura que yo siento y he sentido durante años...al comprobar que ni la pobreza ni la castidad existe en algunas personas que se les supone. Fragmentado de una carta de Manolo Castiñeiras al juez Vázquez Taín.


Luis Rendueles (1967-)


José Manuel Fernández Castiñeiras.

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