De la alpargata al seiscientos, Juan Eslava Galán

"El habitual entusiasmo de los medios cala poco en la población. La verdad es que en España nadie está contento, no por las Leyes Fundamentales, que el despotilizado ciudadano ha recibido con general despreocupación, como se reciben cuanto las Cortes emana, sino por la íntima insatisfacción que carácter ese ser congénitamente cabreado que es el español. Los de provincias, porque no soportan el aburrimiento de sus levíticas ciudades y el asfixiante control social al que ellos mismo contribuyen; los de los pueblos, porque quieren tener un grifo en la cocina; los de los grandes ciudades, porque se han visto obligados a buscarse dos trabajos para sobrevivir". De la alpargata al seiscientos.


Tras narrar Guerra Civil en Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie, y los duros años de la posguerra en Los años del miedo, Juan Eslava Galán (quién se ha convertido en un visitante habitual de este blog), vuelve a narrarnos la historia contemporánea española con su característica mezcla de erudición y gracejo, en un libro que repasa los llamados años del "desarrollismo", una época de cambios donde una España mísera y pobre comenzaba a vislumbrar un horizonte de prosperidad. Con mucho gusto esto es: De la alpargata al seiscientos de Juan Eslava Galán.

Años 50, la España destruida y desgarrada por la guerra, el hambre y la mísera, instalada en un habiente de estricta moralidad beata, un pesimismo constante, parece que empiezan a verse una pequeñas mejoras en las vidas de las personas. Con Franco cada vez más omnipotente y omnipresente, el gobierno franquista con mayoría de militares en los ministerios, se verán como pasarán de el aislamiento por parte del mundo a una especie de reconocimiento tácito por parte de los Estados Unidos y algunos países europeos. 

Los distintos personajes principales representarán en mayor o menor medida, esa incipiente prosperidad que empezará a florecer. Teofilo González fundará una pequeña tienda de comestibles, se casará con Visi y formará una familia; el Chato Puertas, también casado y amancebado con una turgente amante, junto a su colaborador Nemesio Lañador levantarán un negocio boyante con los tejemanejes corruptos, al amparo de las regalías y el tráfico de influencias en las cacerías con los prohombres del régimen; don Próculo Orbaneja, el beato sacerdote verá los cielos abiertos cuando el régimen firme el concordato con la Santa Sede y le otorgue plenos poderes en materia de educación a la Iglesia; Diego Medina y su jefe don Tancredo seguirán firmes en su incansable trabajo en controlar todo libro, película, anuncio que no se salga de la férrea censura, en la Junta de Censura; el Piojo y el Burro Mojao siguen sobreviviendo como pueden, estafando a los ingenuos turistas y Pepe el Barbero y sus contertulios siguen viendo y comentando la vida con cinismo y chistes subversivos. 

Franco, impertérrito en su trono del Pardo, ve como los años van pasando y nadie ha sido capaz de quitarle el poder que con tanto celo agarra con sus ya incipientes manos avejentadas. Estableciendo una red de serviles y corruptos colaboradores, el ya anciano general deja los asuntos del Estado en manos de su más ferviente servidor el almirante Luis Carrero Blanco, quién en calidad de vicepresidente remodelará el gobierno cambiando a los militares por una serie de nuevos ministros venidos del Opus Dei, los llamados tecnócratas, los encargados de modernizar la paupérrima economía. El Caudillo verá con orgullo como su régimen comienza a ser reconocido y apoyado por potencias extranjeras, sobre todo Estados Unidos, los cuales establecerán bases militares en varias zonas españolas. Los voceros del régimen seguirán alimentando el mito del incansable trabajo del vejete de Franco, con la lucecita siempre encendida del Pardo, siendo la realidad que los quehaceres más habituales del Caudillo serán asistir a los consejos de ministros sin articular palabra (y aguantando horas enteras sin levantarse a cambiar el agua a la aguililla imperial), unas jornadas interminables de caza y pesca, y ejercer de abuelo de sus nietos, hijos de su querida Nenuca. 

Don Juan, el heredero en el exilio, sigue alimentando sus ambiciones de restaurar la monarquía con corte de aduladores. A regañadientes aceptará un acuerdo con Franco para que su hijo Juan Carlos herede la jefatura del estado como rey cuando este fallezca. El joven príncipe comenzará su formación tanto académica como militar en España, donde soportará los desprecios de los jóvenes falangistas. Pero la tragedia se presentará en Villa Giralda cuando el hijo menor de don Juan, Alfonso moriría tras un funesto juego con una pistola disparado por su hermano accidentalmente. 

Los tecnócratas del Opus desecharán la autarquía y en cambio impulsarán una economía de libre mercado y una apertura para que los extranjeros vengan en masa a disfrutar de nuestro clima, nuestra gastronomía y sobretodo nuestros bajos precios. Los turistas traerán unas modas que sorprenderán y escandalizaran por partes iguales a los españoles con sus costumbres relajadas, sus peinados modernos y sus muestras de carne con sus bikinis. 

De la alpargata al seiscientos es un recorrido por una época de gran cambio en España. Juan Eslava Galán con su habitual rigor histórico, su forma sencilla, amena y entretenida de narrar los hechos, nos cuenta como esa España gris y pobre de la posguerra, empezaba a vislumbrar un horizonte de esperanza, aunque fuera en lo económico, pues el férreo control, tanto político como moral seguían siendo inamovibles, la prosperidad se empezaba a notar en una incipiente clase media, con el SEAT 600 como símbolo de estatus. Ya solo queda un libro de esta tetralogía que repasa la historia reciente de nuestro país y que pronto llegará al blog. 


Juan Eslava Galán (1948-)

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