La década que nos dejó sin aliento, Juan Eslava Galán
Juan Eslava Galán vuelve para darle un cierre a su tetralogía sobre la historia española del siglo XX. Con el primer volumen, Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie, cuenta los pormenores del conflicto; pasando a los duros y oscuros tiempos de la posguerra en Los años del miedo; siguiendo con los años del llamado "Desarrollismo" con sus luces y sus sombras en De la alpargata al seiscientos . Hasta llegar a una época que parecía tan lejana para aquellos que vivieron tanto tiempo a la sombra del yugo y las flechas. Un tiempo de cambio que trastocó los cimientos de una España aletargada, anestesiada por tantos años de dictadura y que de pronto vio el nacimiento de un fenómeno desconocido: la democracia. Sin más preámbulos os presento: La década que nos dejó sin aliento de Juan Eslava Galán.
Y como en el Big Ban, todo empezó con una explosión. El 20 de diciembre de 1973 el presidente del gobierno (colocado a dedo por Franco, por supuesto), el almirante Luis Carrero Blanco fue brutalmente asesinado en un explosión bajo si coche, que lo lanzó desde la carretera hasta la terraza de un edificio. Este atentado perpetrado por ETA, conmocionó al régimen y en especial al Caudillo quién perdió a su más fiel y antiguo colaborador. Hoy en día sigue siendo un misterio quién se oculta tras la muerte del almirante, siendo la banda terrorista los autores materiales, no se sabe a ciencia cierta quienes dieron cobertura y logística a ETA, siendo la CIA uno de los principales sospechosos. El sucesor (elegido a dedo por Franco), fue Carlos Arias Navarro.
Durante esos años, el Centinela de Occidente, la espada más brillante de Europa, el hombre incansable que ha dirigido firmemente los destinos de España durante más de treinta años, comienza a notar en si mismo el peso de la vejez. El anciano general ha llegado a los ochenta años y parece que el peso del poder ha hecho mella en él. Atrás quedan las imágenes de ese hombrecito rechoncho, de barriga redonda, siendo ahora que los españoles contemplan a un Generalísimo avejentado, enjuto, una momia que se mueve lentamente, enfundado en un uniforme que le queda ridículamente grande, y con la voz de flautín rota y balbuciente. Y aunque Franco se creía que duraría años, al final el vetusto dictador fue llamado a rendir cuentas con el Supremo Deudor. El 20 de noviembre de 1975 fallecía en una cama del hospital La Paz Francisco Franco Bahamonde. Para mucho se abrió un camino que se bifurcaba en dos: unos, los afines al régimen, toda una corte de corruptos y chupópteros, veían que con la muerte del dictador se les acaba el chollo; y los otros que al morir Franco, era hora de abrir las puertas y las ventanas del país para ventilarlo que ya olía a rancio, y dejar que entrará la democracia.
Y así comienza uno de los episodios más trascendentales, complicados y polémicos de la historia de España: La Transición. O como la llama el autor de forma irónica, la transacción. Pues para muchos (entre los que yo no me incluyo) consideran que aquel periodo no fue más que un cambio de chaqueta, el barrer debajo de la alfombra y los que levantaban orgullosos el brazo y cantaban hasta la ronquera el Cara al sol, guardaron en cajones de doble fondo la camisa azul y se vistieron con el traje de demócratas de toda la vida, monárquicos de corazón y constitucionalistas hasta la médula. Yo no digo que no los hubiera, que lo hubo a puñados, pero creo que fueron más los aciertos que los errores los que trajeron la democracia, que fueron años convulsos, con el terrorismo desatado, y no solo de ETA, pues numerosos grupos de extrema derecha como el GRAPO o los Guerrilleros de Cristo Rey intentaron dinamitar la naciente democracia, también sobrevolaba el fantasma de la guerra y el ruido de sables se oía cada vez más fuerte. Pero los frutos de más de treinta años de democracia los hemos recogido los que hemos nacido en libertad, demostrando que algo bien se hizo.
Para hablar de la Transición, hay que hablar de cinco nombres propios. Torcuato Fernández-Miranda, el que fuera presidente de las Cortes (actual Congreso de los diputados), fue el titiritero en la sombra que manejó los hilos para transformar las leyes franquistas en otras más democráticas. Y él fue el principal valedor de los personajes más importantes de la Transición: Suárez y el rey. Adolfo Suárez, un oscuro político que fue presidente de RTVE y Ministerio-secretario del Movimiento, fue aupado por Torcuato y en el aglutinó todos los esfuerzos democráticos para revolucionar el país. Siendo el primer presidente elegido democráticamente. Don Juan Carlos I consolidó la democracia y consiguió colocar la monarquía como garantía segura de un nuevo régimen libre y democrático. Felipe González y Santiago Carrillo fueron las fuerzas de una izquierda que salía de clandestinidad y se le devolvía el estatus de partido político. Siendo líderes del PSOE y del Partido Comunista respectivamente, tuvieron la perspectiva vital de aceptar la nueva realidad democrática, ver qué un socialismo y un comunismo más cercano a Europa y alejado de la revolución y de la Unión Soviética, era la decisión más acertada. Y el bueno de don Juan, el padre rey, tuvo que aceptar que jamás reinaría como Juan III y en una ceremonia acató a su hijo como rey y conservó su título de Conde de Barcelona.
Pero sin duda el momento que casi derrumba todo lo que se estaba consiguiendo fue cuando el 23 de febrero de 1981, un grupo de Guardias Civiles irrumpieron por la fuerza en el Congreso, al mando del Teniente coronel Antonio Tejero al grito de: "¡Quieto todo el mundo!". Un sainete de tiros, diputados secuestrados, tanques, militares tomando RTVE, el discurso del rey, los españoles pegados a sus transistores, quema y destrucción de elementos comprometidos, todo ello terminando con la rendición de los golpistas saliendo por la ventanas del Congreso. Eslava Galán habla de una teoría, que no es para nada descabellada, la cual lejos de estar los nostálgicos militares del régimen franquista detrás del golpe, los involucrados serían todas las fuerzas políticas, fuerzas militares y fuerzas civiles, incluido el rey, para derrocar a Adolfo Suárez (les salió mal, porque Suárez dimitió antes del golpe). Y quien manejaba la escena tras bambalinas no eran otros que los Estados Unidos, una forma abrupta de consolidar la democracia.
Los distintos personajes que han pululado por los cuatro libros, acogen estos cambios con mayor o menor alegría democrática. El bueno del Chato Puertas, y su compadre Nemesio Lañador, al principio temen que se les acabé el chollo, dado que la democracia sería menos corrupta, pero vieron que eran el mismo perro con distinto collar, y los chanchullos se siguieron dando con la habitual alegría española; Paquito López, el hijo del Chato, digno muchacho de su tiempo, junto a su amigo Pepón Ramírez, repudian la dictadura, afiliándose clandestinamente al PC, dejándose melenas y barbas contestarías y vistiendo ropa de pana; Teofilo González seguirá regentando su modesta tienda junto a su mujer Visi; don Próculo Orbaneja, el beato sacerdote, verá con tristeza como la otrora poderosa iglesia, empezará a perder la hegemonía que la dictadura le había concedido y, al igual que don Diego Medina, quien perderá su trabajo al frente de la Junta de Censura, como la lascivia y el pecado sacudirán las vidas de los españoles con la proliferación de revistas y espectáculos eróticos. Los dos pícaros de él Mediopeo y el Burro Mojao seguirán intentando ganarse la vida como pueden, y en la tertulia de Pepe el Barbero, cambiarían los chistes de Franco, por otros más democráticos.
La década que nos dejó sin aliento es un cierro perfecto a una tetralogía maravillosa. Un relato desacomplejado sobre una época tan extraordinaria como convulsa. Juan Eslava Galán es un autor que hace de la historia algo ameno, divertido y sobretodo instructivo. Con sus cuatro libros he aprendido mucha más historia reciente de mi país que con cualquier otro sesudo y plomizo libro de historia. Lo que me he reído leyendo estos libros no está escrito. Pues no hay mejor forma de contarla que con desparpajo, pero siempre siendo riguroso. Y Eslava Galán lo es. Un Autor que se ha vuelto visitante más que bienvenido a este humilde blog. Ha sido un viaje por la España del siglo XX muy pero que muy interesante. Maravilloso.
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