La Revolución francesa contada para escépticos, Juan Eslava Galán

"La toma de la Bastilla por el pueblo se convierte en el símbolo de la Revolución y del tiempo nuevo que alumbra.
La Asamblea Nacional decreta la demolución de la fortaleza como símbolo del absolutismo real que los nuevos tiempos abolen. Los golpes de piqueta inaugurales se ofrecen a personajes: el parlamentario Mirabeau (que es muy aplaudido cuando a pesar de su impericia con el pico consigue despegar una piedra que ya estaba medio suelta); Pierre-Augustin de Beaumarchais, el celebrado autor de las bodas de Figaro; Franz Joseph, el autotitulado marqués de lusignan... Revolucionarios y padres de la patria rivalizan con picos y porras demoliendo piedras que la multitud acoge con aplausos cuando cae el foso.
En unos meses solo quedó el solar". La Revolución francesa contada para escépticos.



Juan Eslava Galán se ha convertido en asiduo visitante de este humilde blog, llegando cada vez para narrarnos con sus grandes dotes de conocimiento de la historia, una forma amena y divertida de narrarla y una sabiduría inabarcable. Después de contarnos como la avaricia hizo de las suyas en una historia infame de la corrupción en España y novelar el idilio frustrado entre Paquito y el pintor austríaco, ahora en otro episodio de su magistral serie de la historia contada para escépticos le toca el turno a un episodio que puso patas arriba la Europa de su tiempo, con una explosion sin precedentes que cambio para siempre la historia. Un acontecimiento tan importante como polémico del cual hoy en día todavía se siguen notando las repercusiones que produjo. Amigos con el tremendo gusto que siempre me produce sus libros os presento: La Revolución francesa contada para escépticos de Juan Eslava Galán.

La maquina del tiempo nos lleva hasta el majestuoso palacio real de Versalles donde una nutrida multitud, conformada por lo más granado de la aristocracia parisina y muchos curiosos del populacho aguardan contemplar un acontecimiento extraordinario. Los hermanos Montgolfier van a hacer una demostración pública de su magnífico invento: el globo aerostático. Los afortunados franceses veran con sus propios ojos el primer vuelo del globo con seres vivos, Tres animales (un pato, una oveja y un gallo) ascenderían hacia los cielos gracias al prodigio de los Montgolfier. Pero para hacer esto más extraordinario, sus majestades Luis XVI y María Antonieta van a presenciar tamaño evento. Tal episodio histórico sucedio en el año 1783. A miles de kilómetros del versallesco palacio en los volcánicos parajes de Islandia el volcán conocido como Laki ha entrado en erupción. Durante ocho meses estuvo expulsando lava y vapor tóxico que causo una catástrofe medioambiental sin precedentes. La catástrofe fue tal que una gran cantidad de la población islandesa y miles de animales perecieron pasto del río de magma y las nubes tóxicas. Este hecho provocó que la temperatura bajará drásticamente y esto trajó grandes sequías y que miles de cosechas se arruinarán causando una hambruna feroz que asolo Europa, pero sobre todo a Francia. 

El autor relaciona estos dos acontecimientos como posibles detonantes de lo que luego acabaría desencadenando en las revueltas que destronaron a los reyes y tambalearon el Antiguo Régimen. En la Francia de Luis XVI imperaba el conocido como Antiguo Régimen. Esta denominación englobaba la forma de gobierno que regía en la Europa del siglo XVIII. La monarquía absoluta, donde la voluntad del rey era casi la voluntad divina, dominaba los destinos de todos sus súbditos. El todo para el pueblo, pero sin el pueblo, frase descriptiva del Despotismo Ilustrado.

Los franceses estaban divididos en tres estamentos establecidos desde el mismo nacimiento. El Primer estado lo conformaban el clero, el Segundo la nobleza y el Tercero y el más mayoritario el pueblo llano. La diferencia entre este sistema de clases era muy marcado, siendo casi imposible para un campesino poder ascender hacia puestos más elevados. Los dos primeros estados gozaban de unos privilegios casi exagerados, cuya sostenibilidad se sustentaba en los abusivos impuestos que recaían en el desfavorecido pueblo, al que asfixiaban para mantener sus opulentas vidas.

Frente a la grave crisis financiera que estaba pasando Francia, agravada por el hambre creciente nacida por la faltas de cosechas, empezaron a hacer crecer un runrún entre en pueblo. Por ello el rey decidió convocar los Estados Generales, una asamblea que reunían a los tres estados para resolver la crisis. Desde el principio los dos primeros estados con la connivencia del monarca, intentaron imponer su autoridad frente al tercer estado, los cuales querían que en Francia tuviera una constitución amparada en los ideales de la Ilustración de igualdad entre ciudadanos. Al principio las sesiones de los Estados Generales no fueron satisfactorias y el Tercer Estado estableció la llamada Asamblea Nacional, en la cual estarían unidos hasta que sus reivindicaciones fueran escuchadas.

Tal era el clima de tensión reinante en París que cuando el rey, influenciado por sus colaboradores, destituyó al ministros de finanzas Jacques Necker, el pueblo lo tomó como un golpe de autoridad del monarca y miles de ciudadanos salieron a las calles, armados con herramientas de labranza y la violencia corrió por las calles. Las escaramuzas no fueron reprimidas por los militares que se mantuvieron neutrales. Toda esa vorágine desencadenó en la toma de la prisión de la Bastilla. Esta vieja fortaleza construida en el siglo XIV, era conocida por ser lugar de horrores, donde incluso se cuenta la leyenda del encierro del famoso Hombre de la Máscara de Hierro, inmortalizado por Alejandro Dumas, quién se dice que era un hermano de Luis XIV al que se le negó el trono. La población entró a fuego y sangre en la Bastilla, matando a todo el que se cruzaba con la marabunta, siendo relevante el asesinato del gobernador de la prisión y del alcalde de París, de los cuales sus cabezas adornaron siniestras picas enarboladas por el pueblo, costumbre que sería norma en la sucesivas revueltas. El 18 de julio de 1789, la toma de la Bastilla representó la caída del Antiguo Régimen. La revolución francesa no había hecho más que empezar.

Los acontecimientos se fueron precipitando a marchas forzadas, con la Asamblea ya divida en las diferentes facciones cada una más preocupada por sus propios intereses. De la forma en la que se dividieron los diferentes partidarios de uno y otro lado, se estableció la división política que aún impera en nuestros días, siendo los más próximos al monarca y a las posiciones más conservadoras en la derecha y los más cercanos a la clase popular y con ideas más progresistas en la izquierda. Tras meses convulsos al final se decidió establecer una constitución en la que el rey se comprometía a acatarla y que perdería los privilegios que le otorgaba el absolutismo. Luis XVI acepto a regañadientes y traslado a la familia real del Palacio de Versalles al de las Tullerías, más cercano a París y a su pueblo.

Hablando del rey y su esposa, empezaban a ver que la supervivencia de la monarquía comenzaba a tambalearse, y que la revolución tomaba derroteros violentos, decidieron huir del país. Se prepararon para el  viaje, ocultos como campesinos en un carruaje de incógnito. Pero para desgracia de la familia real fueron detenidos justo en la frontera. Tras esto fueron recluidos en la Torre del Temple y solo saldrían hasta nueva orden. La Asamblea al ver la huída del monarca y viendo que las gentes lo podrían ver como una traición. Tras muchas discusiones se llevó a la resolución de condenar a muerte al ciudadano Luis Capeto, nombre del rey tras quitarle sus privilegios reales, siendo guillotinado.

La guillotina el cruel instrumento de muerte que se ha asociado a la Revolución, puso su carrera de sangre a función desde que el doctor Guillotin, su creador e impulsor, lo propuso como un método de ejecución más humano que la decapitación con espada. La navaja de afeitar nacional estuvo a pleno rendimiento en todos los años que duró la revolución, cortando cabezas tanto de los acusados como de los verdugos.

Luis XVI y su esposa María Antonieta fueron condenados a muerte y guillotinados en 1793, estableciendo un periodo de caos, con una guerra de las potencias aliadas del guillotinado monarca, empeñados en devolver la corona a su heredero y unos enfrentamientos intestinos entre los revolucionarios para alcanzar el poder. Todo acabó desencadenando en el ascenso de Maximilien Robespierre, líder de los jacobinos, que estableció una dictadura conocida como El Terror. Si la guillotina cortaba cabezas sin descanso durante todo ese tiempo, con el régimen del Terror llego a cotas infernales. Robespierre creó un clima de miedo y paranoia, en la que todo el mundo era sospecho de contrarrevolucionario y con la menor escusa se les conducía al cadalso sin juicio y eran afeitados por debajo del cuello. Robespierre elevó al absurdo su régimen con ejemplos tan estrafalarios como cambiar el calendario gregoriano por uno republicano, con nombres de meses relacionados con las estaciones y las cosechas como Vendimiario o Brumario y elevar el culto del Ser Supremo, deidad republicana símbolo de los ideales de la Ilustración. El ambiente estaba tan viciado que resultaba casi irrespirable, por lo que  una conspiración de formó para derrocar al dictador. Tras un golpe de estado Robespierre fue detenido, y condenado por los excesos de su régimen. El tirano quien tantas veces mandó a morir a miles de personas, terminó sus días con el suave afeitado de la rasoir national. 

La confusión y el caos volvió a tomar las calles. Varias revueltas fueron sofocadas por el ejército. Tal fue la inestabilidad que la constitución fue modificada en varias ocasiones. El poder se estableció en un organismo llamado Directorio, el cual intentaba calmar las aguas del revolucionado pueblo y soportar los envites de la guerra con las potencias aliadas para restaurar la monarquía. Era un clima de desorden tal que todo acabó desembocando en que un joven general llamado Napoleón Bonaparte diera un golpe estado al Directorio y se acabará proclamado el Consulado, un gobierno formado por Napoleón y otros dos cónsules a la manera romana. Con el ascenso al poder de le Petit Caporal y su consolidación como futuro emperador de la franceses, daba por terminada la Revolución francesa. Lo que empezó como una explosión de la voluntad popular frente al férreo yugo de una clase alta cegada por sus privilegios, terminó en una sucesión de matanzas movidas por la venganza, gobiernos incapaces, dictaduras criminales, en un sindiós de caos, muerte, pillaje que cambió para siempre la historia.

La Revolución francesa contada para escépticos es otro éxito del excelente trabajo de don Juan Eslava Galán. Otra buena muestra del enorme talento que tiene para narrar la historia, con su particular mezcla de humor y erudición. Con esta historia del gran cataclismo que resultó la Revolución francesa, la cual aún resuena en nuestra días, pues a pesar de la caótica sucesión de acontecimientos que fue, algunos de ellos fueron de relevancia importante para la humanidad.

La caída del Antiguo Régimen supuso la entrada de la Edad Contemporánea, desterrando los anticuados sistemas del absolutismo y el feudalismo, sembrando las simientes de la democracia, heredera de la antigua Grecia, y el constitucionalismo, como el único sistema donde los hombres están representados con sus deberes y sus derechos. 

Por estás deliciosas páginas desfilarán los grandes nombres que protagonizaron este drama de libertad, como el encantador Mirabeau, el imponente Danton, el apasionado Marat, el inepto de Luis XVI, la trágica María Antonieta, el intrigante Sieyés, el alucinado Robespierre y el ambicioso Napoleón. Como es habitual, Eslava Galán introduce personajes ficticios como dos españoles que se encontrarán con todo ese follón al intentar hacer negocios en París. Don Antonio Roux, de ascendencia francesa, que viene a supervisar su empresa de tinturas y su criado Diego Martínez, el cual tendrá una relación con una criada del primo de su señor. 

Ya solo queda decir que mi admiración por Juan Eslava Galán solo hace más que crecer y lo bien que me lo paso leyendo sus libros. La historia nunca tuvo mejor narrador que este extraordinario autor. 



Juan Eslava Galán (1948-)

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